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A propósito del CAE: la regresividad que olvidan y recuerdan los economistas Opinión

A propósito del CAE: la regresividad que olvidan y recuerdan los economistas

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Gian Luca Carniglia
Por : Gian Luca Carniglia PhD en Economía de la Universidad de Nueva York y académico de la Escuela de Negocios UAI.
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En vez de apresurarse a pronunciar negativas rotundas respecto de la condonación del CAE, sería más prudente y constructivo que nuestros opinólogos técnicos pudieran ayudarnos a cuantificar costos y beneficios. Si queremos combatir el populismo, mejor hagámoslo con rigurosidad y evidencia.


Cada vez que la sigla CAE se asoma en los medios, la discusión sobre su condonación es ridiculizada de forma inmediata. Quizá con la noble intención de protegernos del populismo, algunos economistas han tenido la mala costumbre de trivializar una problemática compleja, sin siquiera haber una propuesta en la mesa. Irónicamente, este reduccionismo ha traído de vuelta un concepto prácticamente sepultado en nuestra discusión pública reciente: la regresividad.

No beneficiar a los que tienen más ingresos a costa de los que tienen menos ha sido el contrargumento predilecto para negarse a la condonación del CAE. En un país que lidera los rankings de la OCDE y de Latinoamérica en materias de desigualdad, se hace muy necesario que figuras técnicas ampliamente respetadas hablen públicamente sobre la importancia de implementar políticas que la combatan.

Esta preocupación es particularmente valiosa porque ha estado más bien ausente en el último tiempo. Los mismos economistas que hoy se preocupan por la regresividad de la condonación del CAE, parecieron olvidarla por completo durante la discusión tributaria. A pesar de que los datos muestran que nuestro sistema tributario es tremendamente regresivo, las propuestas de impuesto a la riqueza y cumplimiento tributario recibieron también un no rotundo como respuesta.

Otro ejemplo son los numerosos beneficios empresariales que han marcado la pauta legislativa de este gobierno. Justificándose en la inversión, el crecimiento y el empleo, los economistas han sugerido constantemente reducir impuestos, facilitar créditos y entregar subsidios a las empresas. Cuando los dueños de las empresas tienen ingresos significativamente mayores que los deudores educacionales, incluso si consideramos solo a las PYMES.

¿Por qué los economistas han olvidado la regresividad en estas materias? La respuesta es sencilla, pero tremendamente clarificadora: estiman que los beneficios de estas medidas son más importantes que los costos. Sus opiniones sobre la condonación del CAE se vuelven arrogantes y superficiales, precisamente, porque ignoran por completo los posibles beneficios de la medida, como si no existieran o no importaran. Cuando sabemos que el CAE es una política pública condenada ampliamente por diversos sectores. Que causa daños sobre los deudores, gastos para el fisco y problemas financieros para las instituciones de educación superior. No por nada Estados Unidos lleva años avanzando en la condonación de las deudas educativas.

En vez de apresurarse a pronunciar negativas rotundas, sería más prudente y constructivo que nuestros opinólogos técnicos pudieran ayudarnos a cuantificar costos y beneficios.  Que dejaran de olvidar los costos de la regresividad tributaria, y que empezaran a recordar los beneficios de reformar el sistema de financiamiento educacional. Si queremos combatir el populismo, mejor hagámoslo con rigurosidad y evidencia, y no con reduccionismo y credenciales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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