Apoyado por una mejor expectativa de crecimiento y aprobaciones en las encuestas que han mejorado gradualmente, el Gobierno salió al segundo tiempo a la cancha decidido a mostrar variantes de juego y dejar ver que es el rival el que está trancando la pelota.
Boric, el técnico, inicialmente se vio a sí mismo como el portador de grandes transformaciones al mando de un gran equipo, pero tras llevarse una goleada al finalizar el primer tiempo constató que, con algo de suerte, solo podrá aspirar a ser un buen Presidente socialdemócrata (esa tan vilipendiada especie alojada históricamente en la centroizquierda que avanza en la medida de lo posible y retrocede en la medida de lo razonable).
La charla del entretiempo marcó el giro definitivo que ya venía planeando el técnico al finalizar la primera mitad de su mandato. Algo alcanzamos a escuchar de su arenga en la Cuenta Pública de inicios de junio. Allí decía, básicamente, que había que olvidarse de la goleada recibida en la primera mitad, y partir el segundo tiempo penetrando en el campo rival apuntando a la seguridad, dominar los costados apuntando al crecimiento y los incentivos para la inversión y reforzar la retaguardia con uno que otro proyecto de ley que gatille aspectos identitarios ad portas del período electoral. Esencialmente, partir un juego nuevo. Normalizar era la consigna.
Naturalmente, los críticos de este magno deporte y uno que otro jugador rival en cancha, con buenas razones por cierto, ponían en duda la credibilidad de este cambio de estrategia en el técnico. Y es que sobran los videos, los votos, los tuits y las declaraciones para demostrar que su reputación pasada no lo acompaña. Pero, mal que les pese a los críticos, ese reclamo finalmente perderá novedad y a medida que pasen los minutos, mientras los jugadores gubernamentales se mantengan fieles a la nueva estrategia, más frutos irá dando al objetivo planteado por el técnico.
Y, de hecho, ya está dando resultados. Prehistóricas son ya aquellas frases en que declaraban orgullosos que venían a introducir inestabilidad al sistema y ya no se escuchan proclamas sobre transformar radicalmente el modelo. Ya se asumió, por ejemplo, el costo frente a sus bases de salvar a las isapres; es más, en la intimidad de algunos asados en el barrio Yungay se debe haber escapado en más de una ocasión un aliviado “al final no fue para tanto”.
A su vez, en la dirección opuesta, ahora se escucha con firmeza que no se apoyarán nuevos retiros desde los fondos de pensiones y, recientemente, el viento a favor es tal, que incluso se puede dar el lujo de impopularmente defender el alza de las tarifas eléctricas focalizando subsidios y asociando expansiones del mismo, por qué no, a que la oposición se allane a un pacto fiscal. Total, todo este debate ocurrirá en pleno período electoral.
El segundo tiempo es un juego completamente nuevo y el técnico lo sabe. Apoyado por una mejor expectativa de crecimiento y aprobaciones en las encuestas que han mejorado gradualmente, el Gobierno salió al segundo tiempo a la cancha decidido a mostrar variantes de juego y dejar ver que es el rival el que está trancando la pelota. Paciencia que dará frutos, habría sido el llamado en el entretiempo, porque desde el camarín saben que, si bien solo cabe esperar retrocesos en promedio para las próximas municipales, hay apoyos suficientes para esperar algunos avances; lo que claramente será presentado como una gran ganancia.
Solo eso y algo de evidencia ad hoc se necesita para enfrentar el último cuarto del partido con un relato ya conocido, con el que su equipo juega de memoria: “Los defensores del statu quo, los de siempre, nos bloquearon todo, pero pese a ello logramos X, Y y algo de Z. Seguimos”.
Es el minuto 50 del partido. La nueva estrategia lleva 5 minutos en cancha y parece estar funcionando. Pero, claro está, depende de que los jugadores se aferren al plan, lo que, entre tanto jugador que cree tener más recursos futbolísticos que los que realmente tiene, siempre deja un rango de incertidumbre.
Mientras tanto, al frente no hay técnico y, por ello, no hubo charla en el entretiempo. Es más, confiados de que la goleada del primer tiempo les dará holgura suficiente, varios jugadores volvieron a la cancha cada uno con la idea fija de acaparar para sí mismos la victoria. Son solo 5 minutos los que van del segundo tiempo, pero no se observan jugadas colectivas ni habilitaciones, solo se ven jugadores estancados esperando al rival para trancarlo. Y así como hay partidos en que varios jugadores se desgastan peleando por quién tirará el tiro libre, estos rivales decidieron ir divididos a las municipales en casi todos los lugares donde podrían hacerlo. Pura pérdida.
Minuto 50, atención, la lleva Monsalve en tres cuartos de cancha…
Claramente estamos ante otro partido en este segundo tiempo. Mientras antes ajusten sus estrategias los jugadores rivales, mejor podrán enfrentarlo. Pero, así como vamos, se les vienen goles en contra a los que van ganando. Y mientras ello ocurra, el técnico ya estará mirando con detención cuáles jugadores necesitará para el último tramo del partido, a sabiendas de que hay al menos un par que saldrá de la cancha hacia fines de año, porque se deben cuidar para los próximos encuentros.