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Elecciones en Estados Unidos: ¿la otra Michelle al rescate? Opinión

Elecciones en Estados Unidos: ¿la otra Michelle al rescate?

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Mladen Yopo
Por : Mladen Yopo Investigador de Política Global en Universidad SEK
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Ante la contundencia de las señales, el cambio del abanderado demócrata se hace inevitable. El despliegue comunicacional de la Casa Blanca y del propio Biden no han logrado controlar los daños en la imagen del presidente tras el debate con Trump. La pregunta es ¿quién? y ¿cómo?


El primer debate presidencial del año entre los candidatos demócrata y republicano (no fueron invitados Robert F. Kennedy Jr. y Jill Stein), el presidente Joseph Biden y el expresidente Donald Trump –donde la agenda incluyó temas de inflación, impuestos, Ucrania, casos legales diversos, el futuro de la democracia y alguno que otro ataque personal–, mostró a un presidente titubeante, perdido, sin voz, con lapsus mentales, de movimientos lentos y rígidos, frente a un Trump que se vio firme, seguro y tranquilo al desplegar su amplio menú de falsedades y verdades a medias.

Para los demócratas y el público que vio el debate (más de 51 millones), tanto estadounidense como mundial, fue una noche decepcionante, confusa y desenfocada de Biden, fallando en terrenos fáciles. El sueño de su partido de que se despejaran las persistentes preocupaciones de los votantes sobre su edad y salud con una actuación sólida y dominante, se esfumó en unos minutos. Una encuesta rápida realizada por CNN, organizadora del debate, dijo que 67% de los estadounidenses creía que Trump ganó versus el 33% que le dio el favor a Biden. Mientras que en un estudio más grande, de YouGov, los resultados expresaron que Trump ganó el debate con el 43% frente al 22% de Biden y un 35% que no estaba seguro del resultado.

Al final, puntos más o menos, fue un desastre para el candidato demócrata. Esto, porque exacerbó las preguntas interpelativas que ya rondaban y que lo reflejaron muy bien encuestas como la del New York Times, que dice que la distancia en favor de Trump “se ha ampliado 3 a 6 puntos entre los probables votantes (no hay voto obligatorio) y de 6 a 9 entre los votantes registrados. O la de YouGov-CBS, que señaló que un 72% de los votantes considera que no debería presentarse a la reelección (45% de los demócratas piensa lo mismo) y los motivos fueron: 86% señala la edad (81 años), 71% las decisiones que podría tomar en el cargo (72% dice que no tiene salud mental y cognitiva), un 66% su historial como presidente y un 56% duda de su capacidad para hacer campaña efectivamente. Los encuestados también muestran una importante preocupación hacia Trump (78 años).

Pero la data es cada día más abundante e interpelativa. FiveThirtyEight, por ejemplo, expresó que Trump recuperó toda la ventaja que perdió desde que fue declarado culpable de 34 delitos a fines de mayo por el caso Stormy Daniels. Esta empresa, a través de mil simulaciones, le otorga el triunfo a Trump en 530 y a Biden 467 (en 3 casos ningún candidato alcanza la mayoría de los votos del Colegio Electoral, por lo tanto, decide la Cámara de Representantes).

Por otra parte, Real ClearPolling, que hace una cobertura integral de las últimas encuestas de las elecciones presidenciales generales y primarias de 2024, a este 1 de julio muestra en sus sondeos que el 56,4% de los estadounidenses desaprueba el trabajo del presidente. El informe también señala que los últimos mandatarios se encuentran más arriba en valoración que el actual presidente, quedando Trump con 41,5%, Barack Obama con 47,9% y George Bush con 47,5 %.

Con respecto a economía y performance país, encuestas como la última de la Agencia Reuters señalan que el 57% desaprueba la gestión actual, principalmente por el alza de precios (61% de inconformidad), aunque la inflación se ha desacelerado considerablemente en los últimos meses y la tasa de desempleo ha estado por debajo del 4% por más de dos años. En política exterior, Biden solo cuenta con el 36,8% de aceptación y casi el 60% de desaprobación (el genocidio en Gaza ha sido fundamental). En el tema de delincuencia, solo un 39,8% de los encuestados aprueba y 55% lo reprueba. Uno de los asuntos más polémicos es el de la inmigración, donde las encuestas muestran que solo el 33,4% de los estadounidenses apoya a Biden versus el 60,2% que desaprueba (Trump lo aventaja en 44% a 31% en esta área).

En medio de estos resultados, la Corte Suprema dictaminó que los expresidentes tienen derecho a cierto grado de inmunidad frente al procesamiento penal. Una importante victoria para Trump, al que se le acusa de supervisar un esfuerzo masivo para subvertir las elecciones 2020, incluidos dos cargos de conspiración para obstruir la certificación de los resultados de las elecciones, conspiración para defraudar al Gobierno y conspiración para privar del derecho al voto a los votantes. La estrategia legal de Trump para todos sus casos penales federales –también enfrenta cargos en Florida por retener ilegalmente documentos clasificados– ha sido retrasarlos hasta después de las elecciones, con la esperanza de ser reelecto y poder nombrar como fiscal general a un funcionario leal que retire los cargos (autoperdonarse).

Ante la contundencia de las señales, el cambio del abanderado demócrata se hace inevitable. El despliegue comunicacional de la Casa Blanca y del propio Biden y su esposa Jill (ha multiplicado su agenda), la lealtad de su partido (Obama pidió que piense solo en cómo ha gobernado Biden) y su buena imagen pública como persona, no han logrado controlar los daños en la imagen del presidente. Así, por ejemplo, un medio liberal y cercano al Partido Demócrata como The New York Times, publicó que –según fuentes de su entorno– “los lapsus que sufre Biden parecen ser cada vez más frecuentes, más profundos y más preocupantes. Esos episodios no son predecibles, pero parecen más probables cuando se encuentra en medio de una gran multitud o cansado tras un programa especialmente agotador”. Esto, a su vez, ha empezado a levantar sospechas de que La Casa Blanca y el equipo de campaña intentan esconder la condición del presidente.

Es cierto que a lo largo de la historia de EE.UU. un presidente en funciones, con un buen desempeño y suficientes recursos, nunca ha sido atacado por figuras de su propio partido, y mucho menos “baipaseado” para presentar a otro candidato en su lugar. Pero lo que está en juego es mucho, tal como lo consagró el propio Biden al decir que Trump es un peligro para la democracia e instituciones y donde la abundancia de datos juega en su contra. Hoy no solo es “la sombra de un gran servidor público (y) una apuesta imprudente” (Consejo editorial de The New York Times), sino que está perdiendo en 5 de los 7 de los “swing states” (Wisconsin, Michigan, Arizona, Georgia, Nevada, Carolina del Norte y Pennsylvania) que pueden ser cruciales en estas elecciones 2024.

Lo ineludible, por un lado, ha llevado a un “desgrane del choclo” demócrata. Además de medios como The New York Times, The Atlanta Journal-Constitution, The Chicago Tribune, The Boston Globe, o políticos como la poderosa Nancy Pelosi (expresidenta de la Cámara de Representantes: dijo que es legítimo cuestionar el estado de salud de Biden y que ambos candidatos deberían hacerse exámenes de salud metal), Lloyd Doggett (congresista demócrata por Texas), Tim Ryan (excongresista de Ohio), Julián Castro (rival de Biden en las primarias 2020), Raúl Grijalva (Arizona), Seth Moulton (Massachusetts) o columnistas como Thomas Friedman, Paul Krugman y Nicholas Kristof del The New York Times, David Ignatius de The Washington Post, Joe Scarborough de la cadena de TV MSNBC, Cenk Uygur del programa de “Young Turk” o del analista político demócrata, han solicitado reconsiderar la candidatura.

Y, por el otro, y como lo publica The New York Times y a pesar de la resistencia inicial del propio presidente (al salir del debate dijo “sigamos adelante”), Biden les ha dicho a algunos aliados clave que sabe que los próximos días son cruciales y que entiende que quizá no pueda salvar su candidatura si no logra convencer a los votantes de que está a la altura, tras su desastrosa actuación.

La pregunta es ¿quién? y ¿cómo? Biden ganó cerca del 99% de los 3.934 delegados electos (hay además 738 superdelegados no comprometidos) y, según las reglas del Comité Nacional Demócrata, los delegados están obligados a apoyar su nominación. Pero si Biden se retirara (es poco factible que lo obliguen), no existe ningún mecanismo oficial para elegir al sucesor o la sucesora, dejando una convención abierta. Presumiblemente, Biden tendría cierta influencia, pero, en última instancia, los delegados comprometidos serían libres de apoyar a un sustituto o sustituta de su gusto.

La vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris, ocuparía automáticamente el lugar de Biden si renunciara durante su mandato presidencial, pero esta regla no se aplica si se retira como candidato. Y si bien tendría un mejor resultado electoral que Biden, ella no ha tenido un desempeño demasiado visible. Se le ve muy cerca de criticadas políticas, limitando la movilización del votante (jóvenes y minorías) y Trump le ganaría 47% a 45% de acuerdo con una encuesta CNN.

Además de la vicepresidenta, otros que respaldaron a Biden en 2024 y que tienen aspiraciones incluyen al gobernador de California, Gavin Newsom; la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer; el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro; el gobernador de Illinois, J. B. Pritzker; y el representante de California, Ro Khanna. Otros a quienes Biden superó en las primarias del 2020 y que podrían interesarse incluyen a senadores como Bernie Sanders, de Vermont; Elizabeth Warren, de Massachusetts; y Amy Klobuchar, de Minnesota; así como el secretario de Transporte, Pete Buttigieg.

Si bien algunos han especulado que la pelea por un nuevo candidato podría llevar al partido por un camino complicado, que expondría marcadas diferencias ideológicas y que la candidatura de Biden ha mantenido a raya, como en tiempos de desastres, las diferencias se reducen en la perspectiva de derrotar a Trump. Y aunque se ha tratado de levantar a Harris como reemplazo natural, de acuerdo con la encuesta Ipsos-Reuter del 1 y 2 de julio y a pesar de haber mencionado en varias ocasiones que no busca la presidencia, Michelle Obama es la única demócrata capaz de vencer a Trump por un alto margen.

En la encuesta obtuvo un 50% de apoyo frente al 39% del candidato republicano. Harris quedó atrás por 1 punto, Newsom por 3 y Whitmer por 5. Además, solo un 4% de los encuestados aseguró que no votaría en unas elecciones en que compitan Michelle Obama y Donald Trump. ¿Será la otra Michelle la que salve la democracia en Estados Unidos?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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