En el mundo de los negocios y del emprendimiento, existe un concepto conocido como “backcasting” (retrospectiva), que es aquella técnica que nos permite ir definiendo ciertos hitos desde ese escenario deseado que proyectamos hasta el hoy.
Siempre me ha llamado la atención esa capacidad de ciertas personas de “ver” varias jugadas hacia adelante en una situación determinada. Es como aquella habilidad de los ajedrecistas de ver en el tablero los siguientes 10 movimientos o, bien, en un partido de fútbol, aquel jugador armador que sin mirar a sus compañeros sabe bien dónde irá la siguiente jugada. Sin lugar a dudas, el talento de anticiparse es tremendamente útil en cualquier ámbito de la vida. La pregunta es la siguiente: ¿es una habilidad innata o se puede adquirir?
En el mundo de los negocios y del emprendimiento, existe un concepto conocido como “backcasting” (retrospectiva), que es aquella técnica que nos permite ir definiendo ciertos hitos desde ese escenario deseado que proyectamos hasta el hoy. Este método permite abrir la mirada hacia un futuro deseable y mejor.
Para llevar a cabo un proceso de “backcasting” respecto de un objetivo o visión futura estimada, se puede intentar visualizar señales débiles de cambio, que pueden ser pistas de que algo está cambiando hoy. Por otra parte, existen estudios o investigaciones de tendencias emergentes respecto de cómo se modelará el futuro.
En este sentido, para áreas de innovación corporativa, el “backcasting” puede ser un método efectivo para explorar posibles futuros en la toma de decisiones estratégicas, ya sea investigando de manera autónoma o en alianza con agentes externos (como las startups).
Por ende, aquellas empresas o instituciones que no ejerciten continua y sistemáticamente su capacidad de anticipar el futuro a nivel estratégico, malamente podrán crear nuevos productos y servicios a nivel operativo que encajen con el mercado, con lo cual correrán el serio riesgo de terminar siendo irrelevantes.
Es ahí donde el “backcasting” puede ayudar a visualizar posibles riesgos y la definición de una hoja de ruta para ejecutar experimentos que nos permitan ir validando esa hipótesis de futuro y así evitar futuros no deseados.
Hay una práctica que complementa el uso de este tipo de herramientas para proyectar y/o materializar proyectos futuros, las llamadas “conversaciones anticipatorias”, concepto que aprendí en un taller de Mario Valdivia, destacado economista nacional, en que se trata de tener una constante nutrición y atención a las temáticas emergentes, ya sea leyendo libros, escuchando podcasts y teniendo conversaciones con personas que estén trabajando o estudiando temas de borde (cutting-edge, como dicen los norteamericanos) en sus respectivas áreas profesionales.
En definitiva, dado que somos redes de conversaciones, de la calidad de ellas dependerá nuestra capacidad de “encontrar” (y no de “descubrir”) aquellas señales débiles para validar nuestras hipótesis sobre el futuro y, finalmente, construir ese futuro según nuestra visión. Tanto directorios como ejecutivos deben ejercitar este “músculo” para poder conquistar cumbres futuras.