Ironías aparte, no está resultando fácil gobernar el país en las circunstancias posteriores a 2019, y nadie parece estar en condiciones de mantener la adhesión ciudadana por mucho tiempo.
Las fuerzas políticas que participan en el Gobierno sufrieron un fuerte desgaste en la reciente elección territorial. Comunas emblemáticas como Antofagasta, Santiago, Ñuñoa, Concepción y Puerto Montt, entre otras, fueron ganadas por la derecha opositora. La población, gobernada por alcaldes de oposición, aumentó un 59%, mientras que aquella gobernada por la diversidad de oficialistas disminuyó un 28%. Los alcaldes de este signo bajaron de 150 a 111, mientras los de oposición aumentaron de 87 a 122, de un total de 345.
No obstante, no se produjo un tsunami opositor, pues la población gobernada por uno u otro campo es de 38% y 37%, respectivamente. El restante 25% lo será por alcaldes independientes.
En materia regional, las fuerzas de Gobierno ganaron en la primera vuelta de la elección de gobernador (lo que, como establece la norma, ocurre cuando un candidato obtiene más de 40% de los votos válidos) en las regiones de Tarapacá (independiente), Ñuble (PS), Los Ríos (PS) y Magallanes (independiente), mientras la oposición ganó en Aysén (UDI).
En la segunda vuelta del 24 de noviembre, que tendrá lugar en 11 de las 16 regiones, los datos muestran que la oposición de derecha, si suma todos los votos expresados de su sector detrás de quien pasó a la segunda vuelta, puede ganar todas los gobiernos regionales restantes. En 2021, cuando se eligieron por primera vez, había ganado solo una, la de La Araucanía.
Las fuerzas de Gobierno reunieron un 36% de las preferencias en la elección de concejales, a comparar con el 44% de 2021, su mejor momento, y con el 34% en consejeros constitucionales de 2023, su peor momento. Si a este poco más de un tercio se le agrega el 5% de la izquierda radical y de las fuerzas ecologistas, se llega en 2024 a un 42%. Con la DC, el “total progresista”, si así pudiera llamarse, sube a un 46%, a comparar con el 62% de 2021, es decir, 16 puntos porcentuales menos, mientras ha habido dos años y medio de Gobierno de Gabriel Boric.
En la reciente elección de concejales y consejeros regionales, la derecha agregada sumó un 53% de las preferencias, a comparar con el 31% en la elección de concejales de 2021 y el 62% en la de consejeros constitucionales de 2023 (en este último caso ya con voto obligatorio). Chile Vamos aumentó en poco más de medio punto su caudal en concejales y llegó a 28%.
En el seno de la alianza de la derecha tradicional, hubo un repunte de RN, una estabilidad de la UDI y una caída de Evópoli. Por su parte, cayó el voto de los republicanos de extrema derecha respecto a la elección de consejeros constitucionales, aunque en concejales pasó de un 3% en 2021 a un 16% en 2024, un gran aumento de su caudal de apoyo que los lleva a ser hoy el partido con más votos en el país.
En las elecciones de concejales y consejeros, las otras expresiones nuevas de la derecha se situaron cada una en el 3-4%, como el Partido de la Gente, los socialcristianos y Amarillos y Demócratas. La suma de la derecha tradicional y de la nueva derecha expresa el auge general de este sector político.
La Democracia Cristiana no experimentó grandes cambios. Sumó un 5% de las preferencias en la elección de concejales, a comparar con el 7% de 2021 y el 4% de 2023.
El PR-PPD-PS sumó un 17% en concejales, una caída respecto al 22% de 2021. El PR baja algo su caudal de 2021 y se mantiene un poco más arriba del 6%, el PS baja un punto porcentual y medio y llega por poco al 6%, afectado probablemente por el escándalo Monsalve y otros previos de alcaldes de sus filas, mientras el PPD baja dos puntos porcentuales y llega solo al 4% del voto válido. Hay pocos alcaldes elegidos de este sector en las comunas más grandes.
El PC bajó 3 puntos porcentuales y llegó al 6% en concejales, en lo que tal vez ha incidido su alineación en la crisis de Venezuela. Sufrió la derrota de Irací Hassler por amplio margen en Santiago. Por su parte, los regionalistas verdes aumentaron algo su caudal a cerca de 4%, ahora aliados a los liberales con cerca de 2%.
El Frente Amplio mostró una caída de un par de puntos, sumando solo un 7% de las preferencias, lo que es bastante poco para el partido del Presidente, aunque obtuvo amplios triunfos alcaldicios en comunas como Maipú y Viña del Mar.
En esta configuración de fuerzas internas en la coalición de Gobierno no hay nadie especialmente ganador y casi todos pierden adhesión. Su sobrevivencia y proyección presidencial y parlamentaria probablemente supondrá que la coalición se mantenga unida y disminuya sus luchas de hegemonía en aras del interés común. Ni las fuerzas más moderadas ni las más radicales parecen estar en condiciones de emprender caminos propios.
Por otro lado, la participación llegó a 85%, a comparar con la de solo 43% en la elección municipal de 2021. En alcaldes, el voto nulo y blanco llegó en 2024 a un 11% del voto. En cambio, acumuló un 18% en gobernadores, un 20% en concejales y un 25% en consejeros regionales. En la elección de consejeros constitucionales de 2023 ese voto ya había alcanzado cerca de un 22%.
En contraste, en la elección de concejales de 2021 los votos nulos y blancos habían alcanzado solo un 6% y en la de alcaldes un 2%, lo que se explica por el voto voluntario. Descontando los votos nulos y blancos, las preferencias por candidatos a alcalde en ese entonces sumaron apenas un 41% del universo electoral, a comparar con el 74% en esta ocasión, una mucho mejor cifra para remontar en la salud democrática del país.
Recordemos que en 1997 se produjo la primera ola de abstención desde el plebiscito de 1988, con un aumento de la abstención y un alejamiento ciudadano progresivo del sistema político. En 2009, el Congreso cambió el voto obligatorio por uno voluntario. La participación de los habilitados para votar cayó a cerca del 50% en las elecciones presidenciales y parlamentarias y a cerca del 40% en las de alcaldes y concejales.
El voto obligatorio se restableció para el plebiscito de 2022 y luego para todas las elecciones. Por ahí ha pasado el descrédito creciente de los representantes elegidos y la poca capacidad de las autoridades democráticas de llevar adelante sus programas, dado un Estado débil en muchos aspectos y la ausencia de prevalencia del principio de mayoría en las instituciones, cuyo resultado es un empate permanente en el sistema político y un cierto estancamiento general.
En suma, se ha repetido el gran desgaste que sufrió la derecha bajo el Gobierno de Piñera cuando enfrentó la elección territorial de 2021. Ironías aparte, no está resultando fácil gobernar el país en las circunstancias posteriores a 2019, y nadie parece estar en condiciones de mantener la adhesión ciudadana por mucho tiempo.