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No estamos seguros de tener un futuro Opinión Archivo

No estamos seguros de tener un futuro

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Jaime Hurtubia
Por : Jaime Hurtubia Ex Asesor Principal Política Ambiental, Comisión Desarrollo Sostenible, ONU, Nueva York y Director División de Ecosistemas y Biodiversidad, United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi, Kenia. Email: jaihur7@gmail.com
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La percepción de la ciudadanía es que los gobiernos mienten y no cumplen. En los próximos años, sí o sí, habrá protestas masivas, porque no habrán disminuido las desigualdades ni tampoco se habrán reducido las emisiones de CO2. Peor aún, seguirán aumentando hasta 2030.


En la actualidad, las guerras, el autoritarismo, los nacionalismos y el negacionismo presentan un escenario preocupante. Prevalece el caos en todo orden de cosas. Lo gobiernos ahora tienen más excusas para postergar la emergencia climática y se olvidan de ella tan pronto como terminan los desastres.

Con un escapismo hipócrita, desconocen los riesgos a que están sometidas las zonas vulnerables. Con descaro obligan a pueblos enteros a vivir en zonas de sacrificio ambiental, perpetuando los daños a la salud y bienestar de niños y ancianos.

¿Qué opciones quedan a las comunidades ante tal situación?

Entre los que apoyan la acción climática existen dos aproximaciones. Por una parte, la respuesta de las ONG y del activismo climático, que estiman que la solución no se conseguirá mediante cambios graduales o con una transición energética justa. No, para ellos la salida de la crisis se conseguiría únicamente con una fuerte presión a los centros del poder, mediante persistentes estallidos sociales. Para muchos expertos esta sería la salida más probable de tener éxito.

Por otra, tenemos a los que abogan por evitar el activismo y el desorden social y estiman que las respuestas son alcanzables en las innovaciones y en las disrupciones tecnológicos que aceleran el abandono de los combustibles fósiles, asegurando una transición justa.

Lo paradójico es que en ambos escenarios tendríamos resultados similares de inestabilidades y caos social. ¿Por qué? Porque al cambiar rápidamente la matriz energética cambiarían rotundamente los patrones de producción, empleos, consumo y nuestros estilos de vida, cambiando de todas maneras nuestras formas de hacer las cosas y de comunicarnos entre nosotros.

 La posición negacionista

Pero frente a las dos posiciones complementarias de freno a la crisis climática existe una tercera opción a considerar. Es la negacionista. Es la que están aplicando los gobiernos de derecha al endosarse a la posición dominante de Trump. ¿Cuál es? Sencillamente, no hacer nada para frenar el cambio climático y seguir bombeando petróleo, gas y carbón y así permitir que suban las emisiones, sin importarles en absoluto el trío maldito de consecuencias: más emisiones, más calentamiento global, más desastres.

Para ellos, lo importante es obtener poder económico, financiero y militar. El lema America First, que mirábamos con sorna, hoy tenemos que entenderlo literalmente. No es un eslogan, es una declaración dirigida a justificar conflictos. Quiere decir: “Somos los que importan, los únicos, los demás no importan lo más mínimo”. Nos costó desclasificar el mensaje, por lo insensato e increíble. Hoy lo estamos viviendo, con todas sus nocivas consecuencias. Son, a diario, malas noticias para la acción climática.

El desafío que nos espera

La percepción de la ciudadanía es que los gobiernos mienten y no cumplen. En los próximos años, sí o sí, habrá protestas masivas, porque no habrán disminuido las desigualdades ni tampoco se habrán reducido las emisiones de CO2. Peor aún, seguirán aumentando hasta 2030. Los desastres climáticos se multiplicarán.

Planificar programas para la próxima década, en estos momentos es una tarea imposible. Después de la presente administración de Trump, será mucho lo que tendremos que hacer para inyectar energía positiva a la acción climática. Un desafío inevitable, si de verdad queremos superar esta depresiva realidad de vivir con un futuro incierto.

Por todo ello, tenemos que estar atentos a una señal: cuando comencemos a hablar del siglo XXII, ese será el indicador de que vamos saliendo de la incertidumbre. ¿Se ha percatado usted que han transcurrido 25 años del siglo XXI, pero nadie habla del siglo XXII? ¿Por qué?

Hay algo, en nuestro subconsciente, que nos dice que no estamos seguros de tener un futuro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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