
La vigencia de la Cruz Roja en el mundo de hoy
El rol de la Cruz Roja continúa siendo fundamental e incuestionable.
La sangrienta batalla de Solferino, ocurrida en el norte de Italia en junio de 1859, donde se enfrentaban el ejército de la alianza franco-italiana contra el ejército austriaco, fue el punto de partida de la organización humanitaria más grande e importante del planeta. Ese escenario de atroz sufrimiento humano inspiró al hombre de negocios Henry Dunant a desarrollar la idea de crear una organización que, de manera neutral, pudiera asistir siempre a los heridos de una batalla, independientemente del bando al que pertenecían.
Así nació la Cruz Roja en 1863. Un año después, el 22 de agosto, con el apoyo del Gobierno suizo, se realizó una Conferencia Diplomática que adoptó el Primer Convenio de Ginebra. Ese hito marcó el punto de partida del Derecho Internacional Humanitario (DIH).
Hoy, 8 de mayo, en recuerdo del natalicio de Henry Dunant, se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la Cruz Roja. Han pasado 162 años desde su fundación. En la actualidad, la Cruz Roja existe y actúa en 191 países, bajo la misión de aliviar el sufrimiento humano en cualquiera de sus formas.
Nació para la guerra, pero con el correr del tiempo entendió que el ser humano padece sufrimientos en otros escenarios, como, por ejemplo, en los desastres generados por amenazas naturales o por la acción ambiciosa, irresponsable y a veces egoísta del hombre mismo.
El desarrollo de la humanidad parecía augurar que en algún momento la Cruz Roja dejaría de ser imprescindible. Desgraciadamente, la cruda realidad del mundo obliga a constatar que aún hay millones de personas que sufren.
En el mundo existen más de medio centenar de conflictos armados activos, la cifra más alta después de la Segunda Guerra Mundial y alrededor de 130 millones de personas desplazadas o viviendo en zonas bajo el control de esos grupos armados. La protección de las personas más vulnerables es más necesaria que nunca.
El trabajo de la Cruz Roja lo vemos a diario: cuando participa como garante en el intercambio de prisioneros, lo que ha ocurrido en la guerra entre Ucrania y Rusia; en la diaria asistencia a las víctimas en la invasión de la Franja de Gaza, que ya ha cobrado más 50 mil vidas, más de la mitad de ellas niños y mujeres; o en la guerra en Sudán –que lleva dos años–, cuyos fallecidos llegan a casi 150 mil personas, sumadas a los más de 12 millones de desplazados, entre ellos, 5 millones de niños, embarazadas y mujeres lactantes que padecen de desnutrición aguda y que, si no se les presta asistencia humanitaria urgente, podrían transformarse en víctimas de la mayor hambruna del mundo.
Lo vemos también en las decenas de conflictos bélicos, desconocidos u olvidados que hay en el mundo, en Etiopía, Sudán, República Democrática del Congo, o en los prolongados conflictos de Colombia, Myanmar, Siria o Yemen.
Por cierto, observamos la presencia de Cruz Roja en las acciones en favor de los inmigrantes en Centroamérica, en la asistencia a los afectados en el reciente terremoto en Myanmar y Tailandia o en las inundaciones en Bahía Blanca en Argentina, en los programas para romper la soledad de los adultos mayores en varios países de Europa o para salvar jóvenes de la drogadicción, la violencia y la criminalidad.
En Chile, lo hemos visto en las inundaciones e incendios que han azotado al país. En esos escenarios la Cruz Roja Chilena ha jugado un importante papel. Lo mismo ha ocurrido en la frontera norte, donde, en cumplimiento de su misión humanitaria, los voluntarios han prestado asistencia a inmigrantes desprotegidos que vienen en busca de un futuro más digno.
La acción humanitaria a ratos se torna muy compleja, especialmente cuando las partes de un conflicto violan consciente y flagrantemente el Derecho Internacional Humanitario, como lo hemos visto en Gaza, con la masacre de civiles inocentes, la destrucción de estructuras protegidas como lo son los hospitales y la matanza de decenas de trabajadores humanitarios de diversas organizaciones y de la Media Luna Roja Palestina, como ocurrió el 23 de marzo donde murieron 8 trabajadores de esa organización.
A veces pareciera que las guerras actuales y los conflictos son más brutales e “inhumanos” que en el pasado. Se ignora deliberadamente y con frecuencia que toda guerra tiene límites.
Las dificultades también se producen cuando a la Cruz Roja se le niega el acceso a las víctimas o se le impiden los correctores humanitarios, que permiten llegar a las personas que más precisan ayuda.
Otra manera de impedir la acción humanitaria y de ampliar el sufrimiento humano es restringiendo el financiamiento de agencias y programas humanitarios, como ha ocurrido con las recientes medidas tomadas por el Gobierno americano y que afectarán a millones de personas que dependen de esa asistencia.
Por eso, en la conmemoración del día mundial de Cruz Roja, se hace necesario apelar a los Estados a que le otorguen prioridad política al respeto del Derecho Internacional Humanitario en todo el mundo y a no restringir el financiamiento de la acción humanitaria, para que se pueda seguir salvando vidas y aliviando el sufrimiento humano de millones de personas en el mundo. La acción humanitaria requiere del apoyo y la solidaridad de todos.
El rol de la Cruz Roja continúa siendo fundamental e incuestionable. Los “nuevos Solferino” del mundo actual, demandan una Cruz Roja moderna, eficaz, comprometida y transparente, que sea capaz de convocar y garantizar el apoyo de todos para que pueda continuar ejerciendo, de manera neutral, imparcial e independiente, su tan pertinente e imprescindible misión humanitaria.
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