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El Presidente Boric en China Opinión

El Presidente Boric en China

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Roberto Pizarro Hofer
Por : Roberto Pizarro Hofer Economista. exdecano de la Facultad de Economía Política de la Universidad de Chile.
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La incertidumbre siempre ha sido un importante disuasor de la actividad económica, y la imprevisibilidad de las políticas de la administración Trump –marcadas por decisiones erráticas y cambios de rumbo repentinos– vuelve casi imposible anticipar la trayectoria futura.


La visita del Presidente Boric a China se realiza en un contexto internacional lleno de tensiones, caracterizado por la ofensiva proteccionista de Trump, el rechazo de este al multilateralismo, la expulsión de migrantes, los embates para reconquistar el canal de Panamá, sus recientes declaraciones de usar fuerza militar para apoderarse de Groenlandia y, muy especialmente, su declarado enfrentamiento contra China.

Con “Estados Unidos primero”, Trump ha regresado a la Doctrina Monroe en Latinoamérica e intentará dividir aún más a una región con preocupantes diferencias políticas. 

México y Centroamérica son cuestionadas agresivamente por el tema migratorio y la acción de los cárteles traficantes de drogas, aunque ambas regiones conservan una relación económica estrecha con Estados Unidos.

Por su parte, los vínculos comerciales de los países sudamericanos con Washington se han reducido y han crecido con China, lo que se ha convertido en un asunto preocupante para el nuevo Gobierno estadounidense respecto de su influencia en la región. 

Trump ha comenzado a presionar a los gobiernos latinoamericanos para que detengan las inversiones chinas en proyectos sensibles, como puertos, redes eléctricas y telecomunicaciones 5G. De hecho, Panamá, incapaz de enfrentarse a la presión estadounidense, anunció el pasado febrero su salida del acuerdo de las Rutas de la Sedafirmado con China en 2017.

La política arancelaria del presidente Trump ha provocado caos económico, agitación en los mercados de acciones y bonos y pánico en todo el mundo, sobre todo en los países de ingresos bajos, muy dependientes de las exportaciones a Estados Unidos. El resultado puede ser una recesión mundial, de la que los países en desarrollo se llevarán la peor parte.

Resulta inquietante que luego de la imposición de aranceles de Trump, las relaciones comerciales con EE.UU. dependerán de futuras negociaciones, lo que anuncia –como adelantó Trump– que muchos gobiernos estarán dispuestos a “hacer cualquier cosa” para revertir los aranceles.

La incertidumbre siempre ha sido un importante disuasor de la actividad económica, y la imprevisibilidad de las políticas de la administración Trump –marcadas por decisiones erráticas y cambios de rumbo repentinos– vuelve casi imposible anticipar la trayectoria futura.

La certidumbre y reglas claras que Chile esperaba con el TLC, han terminado de la peor manera, con el más completo desconocimiento de las reglas establecidas. Esto obligará al Gobierno a buscar caminos de diversificación comercial e inversionista para garantizar la seguridad de nuestra economía. 

En este sentido, la detención del proyecto astronómico con China o la posposición de la planta de cátodos de litio de la empresa china BYD (sin olvidar el cambio de la hoja de ruta del nuevo cable transoceánico que llegará a Chile desde el Asia), son señales de debilidad ante las presiones estadounidenses. Ponen en duda la autonomía de la política exterior de nuestro país y deterioran nuestra posición negociadora frente el mismo EE.UU. 

La guerra comercial de Estados Unidos con China no es nuestra guerra y debemos mantenernos al margen de ella. Bien lo dijo el presidente Lula: los países de América Latina y el Caribe no deben elegir bandos entre Pekín y Washington, acusando a Estados Unidos de ejercer presión sobre la región en el marco de su rivalidad con el país asiático.

Si la política exterior estadounidense hacia la región continúa enfocada en la inmigración, los narcóticos y la captura de materias primas estratégicas, en vez de apoyar el desarrollo económico y social de nuestros países, el avance inversionista y comercial chino será incontenible. 

El proteccionismo de Trump obligará a América Latina a deponer diferencias para recuperar iniciativas de integración regional y de recomposición industrial, las que se convierten hoy día en una necesidad de autodefensa ante la agresividad política y comercial estadounidense. En este ámbito, la articulación de Brasil, México, Colombia y Chile resulta urgente para avanzar en favor de la defensa regional. 

Por otra parte, se hará inevitable que los países de América Latina intensifiquen sus vínculos económicos, tecnológicos y financieros con países de Europa y que inicien o amplíen espacios de colaboración con China, India y países del Medio Oriente. 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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