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El desafío del despoblamiento en Chile Opinión

El desafío del despoblamiento en Chile

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Chiara Cazzuffi,
Por : Chiara Cazzuffi, Directora del Centro de Economía y Políticas Sociales (CEAS), Universidad Mayor e Investigadora del Núcleo Milenio para el Desarrollo Integral de los Territorios (CEDIT)
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Chile está atravesando transformaciones demográficas que redefinirán su territorio en las próximas décadas. Asegurar que estas transformaciones no profundicen desigualdades en salud y bienestar es clave para que el desarrollo del país sea verdaderamente inclusivo.


En los últimos años, la discusión sobre migración ha ocupado un lugar central en la agenda pública en Chile, con un fuerte enfoque en la inmigración internacional. Sin embargo, hay otro fenómeno migratorio que también transforma el país y que recibe mucha menos atención: la migración interna y el despoblamiento de decenas de municipios.

Nuestra investigación muestra que la pérdida sostenida de población no solo tiene efectos económicos, sino que también impacta directamente el bienestar de quienes permanecen en estos territorios. Vivir en una comuna con alta emigración está asociado con una mayor prevalencia de episodios depresivos y una menor percepción de bienestar psicosocial, lo que pone en evidencia la relación entre territorio y salud mental.

Varios factores explican esta conexión. Primero, el despoblamiento cambia la estructura demográfica de las comunidades: quienes migran suelen ser los jóvenes y las personas con mayor nivel educativo, dejando atrás una población más envejecida y con menores oportunidades laborales. Esto no solo reduce las redes de apoyo comunitario, sino que también incrementa la sensación de aislamiento y abandono.

En segundo lugar, la reducción de población tiene un efecto directo en la provisión de bienes y servicios públicos. La baja matrícula escolar lleva al cierre de colegios, la menor demanda de atención médica reduce la disponibilidad de profesionales de la salud, y la oferta de servicios de salud mental, ya deficitaria en muchas regiones, se vuelve aún más limitada. Como resultado, quienes necesitan apoyo psicológico tienen menos posibilidades de acceder a él, profundizando brechas territoriales en bienestar.

Además, la experiencia de la migración no es solo material, sino también emocional y simbólica. Para muchas personas, ver partir a sus hijos, familiares o amigos es una experiencia de pérdida similar a un duelo. Nuestra investigación en comunidades como Diego de Almagro, María Elena, Florida y Lota, las que se caracterizan por una alta emigración, muestra que los padres, en particular, enfrentan emociones ambivalentes: por un lado, se sienten orgullosos de poder apoyar a los hijos en la búsqueda de un mejor futuro en otro lugar; por otro, experimentan tristeza y un profundo sentimiento de vacío. Esta dinámica afecta particularmente a los adultos mayores, quienes ven reducidas sus redes de apoyo afectivo y social.

Chile es uno de los países con mayores índices de problemas de salud mental en el mundo, pero el debate sigue concentrado en las grandes ciudades y en los desafíos de integración de la población migrante. Es fundamental reconocer que el lugar donde vivimos influye en nuestro bienestar y que el despoblamiento no puede analizarse solo desde el crecimiento económico o la inversión en infraestructura: la pérdida de población tiene efectos concretos en la salud mental y la calidad de vida de las comunidades.

Para abordar estos desafíos, se requieren políticas que atiendan la conexión entre territorio y bienestar. Fortalecer los servicios de salud mental en zonas con alta emigración es una medida esencial, no solo por equidad territorial, sino también por el impacto que tiene en la cohesión social y el bienestar de la población.

Además, es fundamental fortalecer las oportunidades económicas y educativas locales que reduzcan la necesidad de migrar por falta de opciones.

El despoblamiento es más que un problema demográfico: es un reflejo de las desigualdades territoriales que atraviesan Chile. Si queremos un país donde el bienestar no dependa del lugar de residencia, debemos reconocer y abordar sus efectos en la salud mental de quienes, por distintas razones, se quedan.

Chile está atravesando transformaciones demográficas que redefinirán su territorio en las próximas décadas. Asegurar que estas transformaciones no profundicen desigualdades en salud y bienestar es clave para que el desarrollo del país sea verdaderamente inclusivo.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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