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La Armada de Chile

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Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional. Concejal por Las Condes
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La marina no está inmune, al igual que las otras instituciones, a los temas que han existido con la ley de financiamiento de capacidades estratégicas, y los ya mencionados recortes presupuestarios, que afectan el ahora y el futuro inmediato.


La Armada se apronta a celebrar este próximo 21 de mayo el día de las Glorias Navales de Chile, lo que se hace en esa fecha en honor a Prat y los valientes de la Esmeralda, y también en reconocimiento a la audacia táctica de la arriesgada Covadonga que, al mando de Condell, derrotó a la poderosa fragata blindada peruana Independencia.

Es el último 21 de mayo del almirante Juan Andrés De La Maza Larraín, quien debe entregar el mando a su sucesor (uno de los vicealmirantes que integra la quina respectiva), el miércoles 18 de junio, en el patio del buque de la Escuela Naval Arturo Prat.

Lo acostumbrado es que se conozca el nombre del reemplazante en las dos semanas que siguen a la ceremonia del 21 de mayo. De seguro es algo que ya están viendo la ministra Delpiano con el Presidente de la República.

El cambio del comandante en jefe al finalizar su periodo constitucional de mando no es un evento catastrófico para la Armada. Es algo normal, planificado y en donde se conocen los nombres de los posibles reemplazantes, todo regulado en la misma Constitución. También vale la pena indicar que los vicealmirantes acompañan al comandante en jefe en la dirección y administración institucional, por lo que saben perfectamente del estado de las cosas, planes y proyectos. También, después de sus largas y exitosas carreras conocen la operación del Estado, del Ministerio de Defensa Nacional y de las otras instituciones. Todos educados en las mismas escuelas, pero por, sobre todo, marinos, muy marinos.

En su administración, el almirante De La Maza no solo tuvo que lidiar y enfrentar el tema de los 50 años, algo que de simple y fácil no tenía nada, pero lo principal ha estado en mantener operativa a la institución, a pesar de los sucesivos recortes presupuestarios ocurridos durante esta administración y anteriores, producto de la situación económica financiera del país, y también por el desgaste que significa tener a buena parte de la infantería de marina desplegada en la Macrozona Sur, cosa que tiene costos en lo humano, en lo financiero, y en lo judicial (representado por el proceso seguido en contra del teniente Videla y el cabo Seguel).

Una marina sin buques no es una marina, y eso es algo que todo comandante en jefe lo tiene claro. Lo mismo aplica a puertos y bases navales, y es por eso por lo que este almirante y los que lo precedieron ponen especial foco en ello. El almirante De La Maza sacó las autorizaciones para iniciar la construcción de los dos primeros buques logísticos, la aprobación de la política de construcción naval continua por parte del presidente de la República, el dejar operativo al rompehielos Viel, un trío importante de buques para apoyar los esfuerzos antárticos chilenos; el inicio de la construcción de los nuevos muelles de Punta Arenas y de Bahía Fildes, y así muchas cosas más, entre las que no hay que olvidar el aumento de la planta de oficiales y gente de mar del escalafón litoral, que se dedican a lo marítimo, lo portuario y lo fluvial.

Algunos esperaban que la Armada tuviese problemas con el gobierno encabezado por el FA, pero todo indica que no hubo problemas en la relación, algo esperable conforme ambas partes se mantengan dentro de la constitución y las leyes que los regulan. Dicho eso, la marina no está inmune, al igual que las otras instituciones, a los temas que han existido con la ley de financiamiento de capacidades estratégicas, y los ya mencionados recortes presupuestarios, que afectan el ahora y el futuro inmediato.

El desafío del futuro comandante en jefe no es muy distinto al que enfrentó el almirante De La Maza. El estado de emergencia en la Macrozona Sur no va a desaparecer prontamente, las finanzas nacionales van a seguir entre regulares y menos que regulares, pero lo principal continuará siendo la renovación de los buques auxiliares logísticos, de la Escuadra, de la Fuerza de Submarinos, de los medios aeronavales y del equipamiento de la Infantería de Marina. Algo que es caro, pero necesario y que, a juicio de este columnista, no está bien entendido e internalizado por las autoridades, tanto las actuales como las que podría haber a futuro.

Soy amigo y compañero de curso del almirante De La Maza, por lo que no haré un juicio de su gestión. No me corresponde y tampoco acostumbro hacer juicios de lo realizado por generales y almirantes. Hay que estar en los zapatos de ellos para saber todo lo que tuvieron que enfrentar. Sé de su preocupación por sus marinos, infantes y empleados civiles de la Armada, y que siempre fueron su prioridad, ya que son los que hacen que la marina funcione, los que le dan vida y los que la mantienen fiel a su propósito, al legado que les dejaran Prat y Cochrane.

Al igual que el almirante Leiva, deja a la marina en los primeros lugares del ranking de instituciones que hace Plaza Pública de Cadem, lo cual por sí solo es un testimonio de una labor bien realizada, y del aprecio de Chile y los chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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