
Una deuda pendiente: reducir las listas de espera de rehabilitación en Chile
A nivel internacional, otra estrategia que ha demostrado efectividad para evitar la sobrecarga del sistema de salud ha sido la implementación de talleres y programas de actividad física adaptada, financiados por gobiernos locales y ejecutados por profesionales capacitados.
En Chile, la oferta de servicios de rehabilitación para personas con discapacidad sigue siendo una deuda pendiente a nivel país. Más allá de las cifras, es fundamental comprender que cuando hablamos de discapacidad no nos referimos a una enfermedad, entendida como un proceso transitorio que afecta alguna función, sino a una condición de salud permanente. Esto implica que las alteraciones físicas, psicológicas y sociales que presentan las personas con discapacidad las acompañarán a lo largo de toda su vida.
¿Por qué es tan importante visibilizar esta realidad? Porque este grupo de personas no necesita apoyo rehabilitador por un tiempo limitado: su rehabilitación debe ser continua.
Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona debería realizar al menos 150 minutos de actividad física a la semana, lo que se traduce en sesiones al menos tres veces por semana. Sin embargo, la realidad en Chile es muy distinta: las sesiones de rehabilitación ofrecidas a las personas con discapacidad son insuficientes y muchas veces quedan en listas de espera prolongadas o reciben intervenciones esporádicas que no se ajustan a un plan terapéutico efectivo.
A esto se suma que, al ser considerados usuarios crónicos dentro del sistema de salud, suelen recibir menor prioridad que aquellos en fase aguda, quienes efectivamente requieren atención rápida para evitar un mayor deterioro. Así, el sistema de salud va relegando a un número creciente de personas con discapacidad a listas de espera cada vez más extensas y a una atención que no responde a sus necesidades reales.
Dentro de las estrategias que pueden contribuir a disminuir las listas de espera en rehabilitación, la telerrehabilitación se presenta como una alternativa efectiva para ampliar el acceso a la atención. No obstante, su implementación y validación como herramienta complementaria aún es una tarea pendiente en nuestro país.
Para las personas con discapacidad, también es fundamental acercar los servicios de rehabilitación a sus entornos. Desde 2010, con la promulgación de la Ley 20.422, se establece que la rehabilitación debe desarrollarse en la comunidad, lo que dio origen a la creación de salas de rehabilitación, centros comunitarios y otros dispositivos locales, con un enfoque participativo que busca minimizar barreras de acceso, como el traslado. Si bien en su momento el Estado impulsó este tipo de iniciativas, la cobertura actual sigue siendo insuficiente.
A nivel internacional, otra estrategia que ha demostrado efectividad para evitar la sobrecarga del sistema de salud ha sido la implementación de talleres y programas de actividad física adaptada, financiados por gobiernos locales y ejecutados por profesionales capacitados. Estos programas favorecen la mejora de la condición física, psicológica y la participación social de las personas, reduciendo así su necesidad de retornar de forma continua al sistema de salud. En Chile, aunque existen iniciativas en esta línea, su presencia es aún muy limitada.
Sin duda, existen múltiples experiencias y evidencia que pueden contribuir a reducir las listas de espera en rehabilitación; sin embargo, lograrlo requiere compromiso, inversión y una mirada de futuro orientada a la prevención y atención sostenida de las personas con discapacidad en nuestro país.
En este escenario, destacan diversas iniciativas impulsadas por organizaciones no gubernamentales, fundaciones y otros actores que, gestionando recursos propios, han logrado brindar apoyo efectivo a este grupo de la población, muchas veces cubriendo vacíos que el sistema público no alcanza a resolver. A veces es bueno conocer qué se está haciendo, qué se puede rescatar y ver cómo financiar los buenos ejemplos.
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