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Niños y adolescentes asesinados en Chile Opinión Imagen referencial

Niños y adolescentes asesinados en Chile

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César Valenzuela Maass
Por : César Valenzuela Maass abogado y experto en materia de seguridad
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Esta realidad exige respuestas urgentes.


Entre 2018 y 2024 fueron asesinados 359 niños y adolescentes en Chile. De ellos, 129 tenían menos de 15 años. La cifra de menores de edad, víctimas de homicidios, va en aumento: mientras en 2018 se registraron 37 casos, en 2024 se reportaron 76. 

Al observar las características sociodemográficas de las víctimas y los contextos en los que se producen estos delitos, quedan en evidencia elementos que los distinguen de los homicidios cometidos contra adultos. 

En cuanto al sexo de las víctimas, aunque la mayoría son hombres (80%), la proporción de víctimas niñas y adolescentes asesinadas (20%) duplica a la de las mujeres adultas (10%). En relación con la nacionalidad, las víctimas en el segmento 0-17 años siguen siendo esencialmente chilenas (94%); el incremento en la proporción de extranjeros se encuentra muy por debajo de la tendencia al alza que se observa en las víctimas de homicidios de nacionalidad extranjera en adultos, segmento en el que se transita de un 6% en 2018 a un 19% en 2024. Finalmente, en cuanto a los antecedentes que contextualizan estos delitos, en el 60% de los homicidios contra menores de edad fueron utilizadas armas de fuego -en adultos esa cifra alcanza el 47%-, en tanto que el 43% se produjo en el contexto de un delito o grupo organizado, superando los niveles registrados en adultos desde 2022. 

De las diversas conclusiones que son posibles de arribar con estos y otros antecedentes, hay uno que destaca por sobre los demás: los asesinatos de niños en Chile están vinculados a niveles de violencia incluso mayores que a los del mundo adulto. 

La predominancia de crímenes con armas de fuego, asociados a delitos o a grupos organizados y perpetrados en la vía pública (55%), nos habla de homicidios como resultado del relacionamiento con la actividad delictual, es decir, de crímenes que se produjeron por la infortuna de los niños que, por el hecho de haber nacido, crecido y/o vivido en un determinado lugar de la ciudad, son empujados a relacionarse bajo contextos delictuales, sea como partícipes de un delito o como víctimas de este. No olvidar que 31 comunas concentran el 66% de los asesinatos de niños en nuestro país.

Esta realidad exige respuestas urgentes. Se requieren políticas de Estado que enfrenten este fenómeno de manera decidida y con una acción coordinada entre el sistema de justicia y el de protección de la niñez, que considere al menos tres dimensiones: el fortalecimiento del régimen sancionatorio, tanto para quienes atacan a niños como para quienes los utilizan o vinculan a actividades criminales; la implementación de un sistema de intervención intensivo para adolescentes con perfiles proclives a desarrollar o mantener conductas delictuales graves; y el diseño de una política de intervención territorial integral en las zonas donde se concentran estos delitos, incorporando las dimensiones familiares, educativas y barriales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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