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Salud mental laboral: del diagnóstico a la acción y evaluación económica de las medidas preventivas Opinión

Salud mental laboral: del diagnóstico a la acción y evaluación económica de las medidas preventivas

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Pamela Gana Cornejo
Por : Pamela Gana Cornejo Especialista en Seguridad Social, gestión y políticas públicas
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El diagnóstico ya está claro en materia de riesgos de la salud mental en el trabajo. Ahora corresponde pasar a la acción y, centrarse también en medir claramente los efectos de las medidas preventivas.


La Superintendencia de Seguridad Social publicó hace unos días los resultados 2024 del cuestionario CEAL-SM, un instrumento de uso obligatorio en Chile. Su objetivo es claro: identificar los riesgos psicosociales en el trabajo y entregar una suerte de semáforo de urgencia —rojo, naranja o verde— y actuar preventivamente para que estos riesgos no se conviertan en enfermedades.

Este cuestionario no es un ejercicio burocrático más, especialmente cuando se mira con los incómodos datos de salud laboral: en 2024, el 72% de las enfermedades laborales en Chile fueron de origen mental. Si esto no enciende una alerta en la gestión organizacional, es porque aún no se ha entendido que la mala salud mental es una amenaza directa a la productividad, la sostenibilidad y la rentabilidad de las organizaciones.

Partamos desde lo fundamental: la Organización Mundial de la Salud define la salud mental como “un estado de bienestar que permite a las personas desarrollar sus capacidades y aportar productivamente a su comunidad”. Esta definición no habla de patologías, sino de bienestar, sentido de propósito y capacidad de contribuir. Y el lugar donde más tiempo pasamos —el trabajo— juega un rol clave en esta ecuación.

El CEAL-SM 2024, lamentablemente, no trae sorpresas. Los centros con riesgo alto o medio alcanzan el 21%, siendo los sectores más críticos: salud, administración pública y educación. Las dimensiones más afectadas: carga de trabajo, exigencias emocionales y equilibrio vida laboral y personal. Y, una vez más, las mujeres aparecen como el grupo más vulnerable: el 68% presenta riesgo medio o alto en comparación al 56% de los hombres.

El problema es evidente. Lo que aún falta es el enfoque, pues no basta un abordaje de charlas, capacitaciones aisladas o intervenciones de cosmética organizacional; la situación exige un enfoque estratégico. Esto requiere analizar los resultados, identificar las causas estructurales, implementar planes de acción efectivos y, sobre todo, ¡MEDIR su impacto! Si las medidas preventivas no traen un menor riesgo y mejores indicadores económicos —menor rotación, reducción del ausentismo, mejores ventas… defina sus KPIs relevantes—, entonces no están funcionando y no estamos viendo el verdadero costo del problema. 

Es importante recordar que cada mes, las empresas/organizaciones pagan una cotización por cada persona trabajadora a la mutualidad a la que está adherida (ACHS, Mutual de Seguridad, IST o ISL), las cuales administran el Seguro Social contra Riesgos de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales. En este contexto, los empleadores —especialmente las pequeñas y medianas empresas, que muchas veces carecen de estructuras preventivas internas— deben exigir la asistencia técnica de su mutualidad en materias de prevención. Estas instituciones, pilares del sistema de seguridad social chileno, son las expertas en salud y seguridad en el trabajo y, por tanto, deben desempeñar un rol activo y relevante en la prevención de enfermedades laborales, no solo en la reducción de accidentes, que ha sido su foco tradicional durante décadas (y con buenos resultados). Hoy, el desafío principal tanto para las organizaciones como para las mutualidades es avanzar decididamente en la prevención de enfermedades profesionales, con especial énfasis en la salud mental, sin dejar de lado la prevención de accidentes laborales. 

El diagnóstico ya está claro en materia de riesgos de la salud mental en el trabajo. Ahora corresponde pasar a la acción y centrarse también en medir claramente los efectos de las medidas preventivas. Las organizaciones que comprendan esto no solo estarán protegiendo a las personas trabajadoras, estarán también invirtiendo en su sostenibilidad, competitividad y su futuro.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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