
Matthei y sus dos semanas claves
Si la campaña de Matthei no hace un giro radical y a la candidata no la someten a un riguroso entrenamiento, se va a cumplir la advertencia de Longueira sobre los 15 días que le restan para posicionarse. Estas semanas serán criticas para verificar si es posible revertir la tendencia.
Hace tres meses, en esta misma columna, nos hicimos esta pregunta. ¿Qué te pasó, Evelyn? Con esta interrogante titulamos para hacer referencia a las dudas que empezaba a presentar la candidatura de la exalcaldesa, quien, hasta ese entonces, lideraba con holgura las encuestas. Sin embargo, y pese a la distancia que marcaba respecto de todos los otros candidatos -Kaiser, Kast, Tohá, en ese orden-, los enredos y contradicciones en la campaña, los titubeos de Evelyn a la hora de enfrentar a la prensa y los errores no forzados empezaban a encender las primeras alarmas en la dirigencia de Chile Vamos.
Un año antes, nadie del entorno de Matthei dudaba que, la entonces alcaldesa, se convertiría en la próxima mandataria. Las encuestas le daban un cómodo primer lugar, el oficialismo naufragaba en el Caso Convenios, Kast se retiraba de la primera plana luego del resultado del plebiscito y Johannes Kaiser no pasaba de ser una anécdota, arrastrando el peso de su pasado como youtuber, cuando decía que las mujeres no deberían tener derecho a voto o que el que violaba a una mujer fea debería recibir una medalla.
Sin embargo, y pese a esta sensación de triunfo anticipado, nunca más subió un punto en las encuestas. A la alcaldesa le empezó a costar desdoblarse entre su rol como líder de una de las comunas más ricas del país y la carrera hacia La Moneda. Y aunque repetía una y otra vez “no soy candidata”, actuaba y hablaba como candidata, y por tanto, la opinión pública la asumió como tal. Se empezaban a entrelazar dos fenómenos fatales en política: la convicción del triunfo seguro y la prolongada exposición. Es lo que en términos electorales se llama desgaste de campaña. Además, la falta de definiciones y de una estrategia clara para sostener una campaña larga se comenzó a evidenciar de manera importante.
La primera etapa de la campaña -siendo alcaldesa- consistió en golpear al gobierno de Boric casi a diario, pese a que el oficialismo aún no definía un contrincante. Criticar todo, encontrar todo malo, sirve para un rato, pero no es una estrategia que se pueda mantener en el tiempo. Pero después vendría lo más complejo para Matthei. Por su costado derecho emergió un Johannes Kaiser aggiornado. Con una sólida gestión de imagen, el diputado comenzó a aparecer más calmado y sereno, más políticamente correcto. Aunque repetía muchas de sus barbaridades, modificó el lenguaje, dejo atrás las rabietas de niño mimado y empezó a torear a Matthei. Su estrategia era clara: quitarle respaldo a su rival directa. Ese era el nicho por donde Kaiser podía crecer, no otro.
Y una vez que Matthei dejó el municipio, y concentró todas sus energías en la campaña, volvió a la escena un renovado -y descansado- José Antonio Kast, que se sumó al discurso extremo de Kaiser, usando como plataforma el monodiscurso de la delincuencia asociado a la migración. Pero el comando de Evelyn pareció no registrar el dato y continuó con sus dardos apuntando a Boric, pese a que el oficialismo seguía sin candidato. No se dieron cuenta de lo obvio: el rival estaba al lado y no al frente.
De ahí en adelante, la campaña de Matthei empezó a naufragar en la falta de definición de una estrategia clara. Enredada entre un discurso similar al de los Ka-Ka, la candidata comenzó a cometer errores que reflejaban la debilidad de la falta de foco. Primero se jugó excesivamente en la campaña de Francisco Orrego, teniendo que saborear una dura derrota. Luego vino su ausencia total en el único momento que sí o sí tenía que estar para mostrar una diferencia con Kaiser y Kast y liderazgo en el sector: el respaldo a la Reforma de Pensiones. Tanta era su desconfianza en el éxito de este acuerdo político que optó por viajar al extranjero en los días en que se votaría el proyecto.
En paralelo a esto, Kaiser y Kast seguían acortando distancia a costa de Evelyn. El trasvasije era evidente. Y de pronto, en el oficialismo comenzaron los movimientos y emergieron los candidatos y candidatas, modificando la agenda y trasladando la atención de los medios, las redes y la gente. Sumado a una fuerte arremetida comunicacional de los Ka-Ka, Matthei quedó en el medio del desierto, dejando claro el desgaste de una campaña larga y sin focos claros, lo que se reflejó de inmediato en las encuestas.
Y la incapacidad política y el liderazgo de la abanderada para acercar posiciones y lograr un acuerdo con Kaiser y Kast con miras a realizar una primaria amplia de toda la derecha, descolocó a su sector. Las encuestas eran categóricas: si la dupla Ka-Ka iban por separado a primera vuelta, o peor aún, si ellos realizaban una primaria, las opciones de Chile Vamos eran prácticamente nulas.
La confusión del comando de Matthei comenzó a evidenciarse a diario. Una seguidilla de eventos desafortunados comenzaría a marcar la agenda de la candidata: la ausencia de un líder de campaña que señalara una ruta y las declaraciones contradictorias de su entorno .
Pero en vez de corregir los errores, estos se fueron profundizando, como cuando la candidata realizó una larga y cómoda entrevista en una radio de clara tendencia de derecha. Demostrando poca habilidad o tal vez con la intención de hablarle al votante de los Ka-Ka, Matthei reivindicó el Golpe de Estado e incluso señaló que los muertos eran inevitables. Un error no forzado casi infantil. Instalar un tema que provoca división, regalarles a los candidatos del oficialismo agenda, además de espantar al sector que podría necesitar en segunda vuelta -el centro e incluso la centroizquierda-. Incomprensible para una persona de su experiencia. Fue tan profundo el error que hasta el propio Johannes Kaiser salió a condenar la declaración. Por supuesto que, con un pragmatismo electoral impecable, porque él antes había reivindicado hasta los fusilados de Pisagua sin juicio. De hecho, hace solo días ratificó su verdadero pensamiento frente a Mosciatti, cuando dijo que apoyaría nuevamente un Golpe de Estado, con todas sus consecuencias y costos en vidas humanas.
Pero la guinda de la torta se produciría al día siguiente. En un hecho que quedará como uno de los grandes chascarros de la historia política chilena, anunciaron que tendrían una primaria con Evopoli y Renovación Nacional… partidos que la habían proclamado como su candidata oficial unos meses antes. Además, sumarían a Rodolfo Carter, después de haber rechazado su oferta. Veinticuatro horas después descartarían la primaria, provocando, por cierto, que Carter se vengara dos meses más adelante, integrándose a la campaña de Kast.
Lo que vino a continuación es una historia digna de un mal guion de una serie política de Netflix. Designaron a 11 voceros, abandonando el rol cinco de ellos solo un mes después. Hace unos días anunciaron que en dos semanas más -¿por qué esperar?- asumirá Paula Daza como vocera. En un acto de creatividad que significaría en cualquier campaña –o empresa- despedir a los creativos, diseñaron una estrategia comunicacional y de marketing que dividía, esquizofrénicamente, en dos a la candidata, entre Evelyn y Matthei. Una simpática, amable, sonriente, que armaba completos al revés y usaba frases de la Chilindrina, y la otra, alemana, seria, brusca, de mal genio.
La candidata comenzó a quedarse en blanco ante grandes auditorios, volvió a mostrar su mal genio, junto con perder la pole position a manos de JAK. Comenzaron entonces todo tipo de rumores, incluido el que la centroderecha estaría buscando a un reemplazante entre senadores y empresarios. Incluso Pablo Longueira advirtió el jueves pasado que le quedaban 15 días a Matthei para posicionarse, dando pie a la interpretación de si esta es una advertencia directa de la UDI a la candidata.
Y si los problemas internos y errores no forzados no fueran suficientes, el triunfo de Jeannette Jara en las primarias del oficialismo terminaría por dejar a Evelyn Matthei en un magro tercer lugar en las encuestas, alejando las opciones de tener a dos candidatos de derecha disputando la segunda vuelta y poniendo en serio riesgo a ChileVamos.
Con este escenario, si la campaña de Matthei no hace un giro radical -incluyendo confrontar con fuerza a JAK y no tímidamente como hasta ahora- y a la candidata no la someten a un riguroso entrenamiento, se va a cumplir la advertencia de Longueira, ya que los tiempos se acortan, y estas próximas dos o tres semanas serán criticas para verificar si es posible revertir la tendencia.
Todo lo anterior, sin considerar el vuelo que tomó Jara y la entrada de los candidatos outsider que empiezan a acortar distancia. Bueno, después de todo, Chile Vamos ya tiene experiencia en cambiar a su candidato presidencial a última hora, y eso, Longueira y la propia Evelyn lo saben de sobra.
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