
De las ideologías políticas a los arquetipos domésticos: la tía Jeannette y el patriarca Kast
¿Qué arquetipos combinarán quienes busquen apropiarse del centro político? ¿Podrá Jara armar un equipo balanceado de ”viejos chicos” y “maestros chasquilla” que no le saquen su espontaneidad?
La especie humana vivió la mayor parte de sus aproximadamente 300 mil años de existencia en grupos familiares, comunitarios y domésticos. Las comunidades políticas asociadas a etiquetas como izquierda, centro o derecha surgieron en Europa Occidental hace solo unos 250 años (o el último 0.1% de nuestra existencia). ¿Por qué deberíamos analizar la política a través de los lentes de las nuevísimas ideologías modernas y no a partir de ancestrales patrones domésticos?
Con el triunfo de Jeannette Jara en las elecciones internas de la izquierda del 29 de junio, algunos analistas concluyeron que en Chile las ideologías políticas tradicionales han sido reemplazadas por las características personales, biografía y estilo de las candidaturas. Es una tesis a considerar.
La proporción de chilenos que no se identifica con las etiquetas ideológicas (izquierda, centro, derecha), o con los partidos políticos –que son los principales referentes organizacionales de las mismas– se ha duplicado aproximadamente durante las últimas tres décadas, según la encuesta del CEP. Estos conceptos parecen definir menos que nunca las identidades grupales y emociones de las personas.
Si así fuera, ¿qué los estaría reemplazando a la hora de evaluar a las candidaturas? Mi hipótesis es que están cobrando más fuerza las reminiscencias ancestrales del espacio doméstico, en el que nos desenvolvimos como especie durante casi toda nuestra existencia. Antes que una heredera directa del estalinismo soviético, de Mao o de Fidel Castro, mucha gente probablemente ve a Jara como una madre, amiga o vecina. Ahí radica su potencial electoral, del que la derecha es plenamente consciente.
En una estimulante columna, el sociólogo Mauro Basaure identificó las características típicas de quienes compitieron el pasado 29 de junio. Retomando esa idea, propongo que las candidaturas chilenas evocan en la ciudadanía ciertos arquetipos domésticos (uno solo o una combinación de varios) y que ciertos arquetipos ofrecen más potencial electoral que otros, según la coyuntura política del país. Estos arquetipos domésticos ordenan el espacio político en la mente de los votantes. Les permiten dotar de sentido, inteligibilidad y afectos a los candidatos que desfilan ante ellos. Son siete:
1. El arquetipo de la “madre” representa a una figura protectora, cercana, siempre presente e incondicional. Sonríe, cuida, prepara comida, abraza, escucha, comprende y no juzga. Si es necesario, trabaja hasta tarde u organiza ollas populares, y al llegar a la casa hace viandas y el aseo. No transmite valores a través del discurso, sino con gestos y ejemplos.
No es raro que este arquetipo haya encarnado justamente en Michelle Bachelet, la mujer más exitosa de la política chilena posdictadura. Como se reiteró en estos días, ahora Jara hereda ese rol. En el espacio doméstico latinoamericano la madre siempre fue la figura más relevante para los hijos (léase ciudadanos), la única que sostuvo el hogar incondicionalmente.
2. El “patriarca” también protege el espacio doméstico, pero con otro estilo. Es afable pero serio, temible a veces. Castiga y premia sin estridencias, siguiendo reglas claras. Baja línea en la sobremesa pausadamente y aleja a los intrusos de la cuadra o el pasaje. Llega tarde del trabajo a poner orden entre los hijos (“cuando llegue tu padre…”). Pero a veces está ausente, es lejano y no escucha.
En la tradición latinoamericana el patriarca suele faltar, pero cuando está se lo venera. Ricardo Lagos encarnó el arquetipo patriarcal mejor que nadie. Paradójicamente, ahora lo evoca Kast (el mismo arquetipo puede ser de izquierda o derecha), que además tiene una familia numerosa, y sobrinos o hermanos con notoriedad pública (en lo patriarcal, el linaje importa).
3. El “hermano menor” es transgresor y destemplado. Quiere proteger el hogar al igual que el patriarca (a quien quiso imitar para luego rebelarse), pero lo hace con un estilo ácido, desenfadado y disruptivo. Pelea con el vecino que tiene la música fuerte y defenestra al panadero que le vendió una empanada en mal estado.
Algunos lo quieren porque canaliza sus temores, mientras otros lo aborrecen porque viola principios sagrados. Lo encarna Kaiser, quien también tiene algo de “viejo chico” (ver abajo).
4. Con la “vecina bacán” no hay vínculo de sangre, pero igual es una figura relevante del ámbito doméstico. Con ella los integrantes de la familia ríen, conversan, bailan y salen de paseo. Siempre tiene un pancito amasado y es buena para escuchar problemas y aconsejar. Se parece a “la madre”, pero es más alegre y espontánea. A ella se acude cuando el espacio doméstico (léase el país) está en crisis.
Nuevamente, Bachelet y Jara encarnan a la vecina bacán, pero con una diferencia clave: para el chileno promedio (recordemos que ahora tenemos voto obligatorio), Bachelet es la vecina acomodada, que vive en la casa más linda de la cuadra y se mudó desde una comuna del oriente de Santiago. Sin embargo, Jara vivió allí toda su vida, y habla y desayuna como ellos.
5. El “maestro chasquilla” tampoco tiene vínculos de sangre, pero habita el espacio doméstico recurrentemente. Arregla todo lo que se rompe, mejorando la calidad de vida dentro del hogar: goteras, ventanas, cañerías, refrigeradores y baños. Lo suyo no son las grandes épicas, sino las acciones. Es práctico, eficiente, cumplidor.
Varias figuras políticas aparecen acá, pero con más fuerza en la centroderecha: el “cosismo” de Lavín, la eficiencia de Piñera (mezcla de chasquilla con gerente) y Matthei cuando enfatiza solucionar los problemas que realmente le importan a la gente. El político gerente/chasquilla tiene dos variantes: el populista o populachero (Lavín) y el tecnocrático como Piñera, o quizás Tohá (mezcla de patriarca, heredera de Lagos y chasquilla).
6. En entornos domésticos más urbanos, escolarizados y con acceso a información, aparece el arquetipo de la hermana “vieja chica”: la menor, que es estudiosa, lectora, reflexiva, inspirada, que todo lo sabe y habla un lenguaje raro y sofisticado. Cita datos que nadie conoce y usa conceptos foráneos. Es la figura menos chilena de la casa.
Boric encarna muy bien este arquetipo, así como el “ñuñoísmo” más rancio del Frente Amplio. La “Lista del Pueblo” del primer proceso constituyente combinaba “viejos chicos” (trayendo temas novedosos para el debate nacional) con “vecinas bacanes”. Kaiser también lo evoca desde la vereda opuesta, al plantear nuevos conceptos (libertarianismo, nacionalismo soberanista, antiglobalismo, etc.)
7. Finalmente está el “primo winner”. Aparece de vez en cuando por la casa. Es pura sonrisa, transpira optimismo y éxito. Es un poco arrogante, con estilo, “con lucas” o apariencia de tal (un día apareció en el pasaje con un Audi). Cuenta de sus viajes y emprendimientos, intercala palabras en inglés en medio de chilenismos clásicos y deslumbra a la familia con sus aventuras y contactos. Llega a remover el aire provinciano del espacio doméstico, causando ruido, encantando a algunos y siendo despreciado o ridiculizado por otros.
Parisi lo encarna mejor que nadie (hizo la campaña desde Estados Unidos y tuvo su momento estelar con los Bad Boys). En parte también lo fue Piñera 1, el del rescate de los mineros (en 2010 dijo que “en 20 días hemos avanzado más que otros en 20 años”). También encarnan este arquetipo algunos frenteamplistas “londinenses” (con posgrados en lugares prestigiosos y bellos), pero moderan su winnerismo por ser genéticamente inconformistas.
Estos arquetipos, aunque bastante lúdicos, permiten algunos análisis sobre la campaña electoral. El triunfo de Jara sugiere que los tiempos favorecen a la madre y la vecina bacán –la de la casa promedio de la cuadra, no la de la casa con piscina y jardín bonito– más que a la eficiencia del gerente chasquilla o la erudición del “viejo chico” de Tohá y en cierta medida Winter (quien también mezcla otro arquetipo no señalado: el hermano del medio, rebelde criticón).
Matthei podría querer adoptar el estilo de madre y vecina bacán, pero en eso se ve menos creíble que Jara, a quien le sale con total naturalidad. ¿No le irá mejor si prosigue con su estilo “chasquilla” con algunas muestras de maternalidad sobria? Kast también trata de ser “vecino bacán” (a través de un novedoso uso de TikTok entre otras estrategias), pero le cuesta salir de su estilo patriarcal.
¿Mantendrá Parisi su estilo de “primo winner”? ¿Enfrentará sus propuestas antidelincuencia con un estilo de “hermano menor” (Bukele) o más bien “patriarcal”? ¿Qué arquetipos combinarán quienes busquen apropiarse del centro político? ¿Podrá Jara armar un equipo balanceado de ”viejos chicos” y “maestros chasquilla” que no le saquen su espontaneidad?
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