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Comienzan a morir los partidos de la transición a la democracia en Chile Opinión Imagen referencial

Comienzan a morir los partidos de la transición a la democracia en Chile

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Rolando Garrido Quiroz
Por : Rolando Garrido Quiroz Presidente Ejecutivo de Instituto Incides. Innovación Colaborativa & Diálogo Estratégico
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La transición a la democracia en Chile muchas veces fue comunicada por superada ante actos o eventos políticos circunstanciales. Lo cierto es que su superación tiene que ver más con la salida de la escena política de quienes fueron sus protagonistas, dándole vida y sustancia.


Toda muerte es una transición, a veces lenta y en otras repentina, sobre todo en sistemas políticos con democracia representativa. La presencia o estancia de los partidos puede exceder a su muerte dentro de un ciclo político. El refrán popular rubrica “se han visto muertos cargando adobes” y, entre esos muertos vivientes, está el Partido Radical, dando vueltas hace mucho tiempo por las calles del poder, buscando instintivamente carne viva, circulación sanguínea y pálpitos como alguna vez tuvieron gobernando los destinos del país.

A esas callejuelas palaciegas probablemente se sumen como “partidos zombis” la DC, el PPD y partidos de Chile Vamos que pueden ser alcanzados por la infección de la inacción política ¿descuido? ¿no conciencia del inmovilismo? Son dinámicas que, desde la ficción, muestran las series y películas de zombis, poniendo en tensión el salvarse o el sucumbir a ciclos vitales que comienzan a cerrarse, abriendo nuevas etapas con viejos y nuevos personajes.  

También circulan por las calles del poder algunos fantasmas que no saben que han muerto y continúan transitando entre micrófonos y cámaras, creyendo que aún son actores de una escena -diferida- donde la gente ya no los ve y menos los escucha. Entre partidos zombis y políticos fantasmas comienzan a morir los actores que dieron forma y vida a la transición a la democracia en Chile.

La sobrevida de los socialistas no está asegurada, pero se mueven erráticamente y eso ya implica algo de gimnasia que los pone, mientras tanto, a salvo de la velocidad de los zombis y, por ahora, resguardados de una muerte accidental o repentina en la próxima elección, a menos que continúen presentándose como candidatos al Congreso los mismos de siempre.

El Partido Comunista, con sus 113 años es un animal de otra especie. Lo más parecido al tejón de la miel por su resiliencia. Este “viejo del río” aprendió a navegar por donde fluye la vida y, por lo demás, no fueron protagonistas de la transición a la democracia en Chile. No lo mató la dictadura y la transición a la democracia les permitió muscularse para nuevas carreras por venir. Es de los pocos partidos añosos en Chile y en el mundo que exhibe una galería de dirigentes jóvenes y con una cuota relevante de inteligencia femenina en este siglo XXI. 

La pregunta es ¿por qué comienzan a morir los partidos que dieron vida a la transición a la democracia en Chile? Primero que todo, la transición a la democracia alude a un pacto, es decir, un acuerdo entre la Concertación de Partidos por la Democracia y los partidos de derecha, herederos del régimen dictatorial en la etapa post Pinochet que, en lo sustantivo significó usufructuar de una democracia protegida y mantener el modelo económico de la dictadura civil militar denominado neoliberalismo. 

En lo procedimental, las reglas del juego posdictatorial prefiguraron un sistema eleccionario binominal que reforzó el protagonismo de quienes dieron vida y fuerza a la transición a la democracia, donde los agentes comunicacionales mandaron para la casa a una ciudadanía movilizada en la reconquista de la democracia, para dar paso a los “políticos profesionales”.

En el plano internacional, la era transicional en Chile sintonizó con el Consenso de Washington en función del mandato económico del recetario del FMI, para la conducción de los países; el fin de la historia de Fukuyama en cuanto al triunfo imperial de EEUU, así como relatos similares que daban cuenta del término de una etapa civilizacional con la caída de la Unión Soviética y los ejes de la universalización de democracias de libre mercado, donde lo político pasó a ser una mercancía más en las transacciones del poder con mayúscula.

Ese mundo comienza a retroceder en la Nueva York de Alexandria Ocasio-Cortés y de Zohran Mamdani en plena era Trump y así va a continuar ocurriendo distrito por distrito y circunscripción por circunscripción en los espacios electorales que vendrán en el Chile que se asoma hacia el horizonte 2030 con más o menos sostenibilidad. 

Si este fenómeno comenzó en el Bronx, Queens, Conchalí o Ñuñoa con perfume o aromas inspiradores para la construcción dinámica de la “sociedad del afecto”, más orientada a la fraternidad que a la libertad o la igualdad, es algo que está por escribirse y visualizarse.

¡No eres tú, soy yo! le va a decir amablemente la época política de un rojo amanecer a los partidos que están camino a su extinción, independientemente que su presencia fantasmal o en la forma aletargada de un partido zombi puedan seguir circulando, pero que, para una nueva ciudadanía, ya no son parte de su historia electoral, donde lo emocional y lo afectivo es más estimulante para moverse en una sociedad cada vez más compleja e incierta.

La transición a la democracia en Chile muchas veces fue comunicada por superada ante actos o eventos políticos circunstanciales. Lo cierto es que su superación tiene que ver más con la salida de la escena política de quienes fueron sus protagonistas, dándole vida y sustancia. ¿No la vieron venir? Tal vez sí, pero es difícil que quienes se aferran a cualquier cuota de poder dejen de hacerse los ciegos y sordos, pero nunca los mudos. 

Siempre hay algo que decir frente a cámaras y micrófonos, pero el mundo espectral o fantasmal no es captado por la mayoría de las personas. Para esto se requiere un sexto sentido y la gente suele pasar rápido por la cotidianidad de sus vidas, sin poner atención a los detalles, salvo cuando visitan a sus deudos en los cementerios, pero incluso ese momento de reflexión se ve interrumpido por la selfie que visualiza la presencia del vivo entre los muertos.

El significado del refrán “se han visto muertos cargando adobes” se refiere a que no hay que subestimar la capacidad de algo o alguien que parece inofensivo o inactivo, ya que podría sorprender con una acción inesperada. Es una advertencia sobre la posibilidad de que algo que se creía terminado o inofensivo aún pueda aflorar en la vida terrenal. El caso de los comunistas chilenos es emblemático a nivel mundial sobre la cantidad de veces que los han dado por muertos y no solo han sobrevivido, sino que han salido fortalecidos. El leninismo es apreciado por su sentido estratégico en lo que se refiere al aprendizaje organizacional.

Tal vez, los comunistas chilenos nunca han leído a Peter Senge u otros gurús del management o la gestión organizacional, pero navegan con las claves biológicas de la autopoiesis. En este sentido, ¿podrá la UDI, RN, la DC, el PS o el PPD convertirse en una ORA? (Organización de Rápido Aprendizaje). No lo sabemos, pero si sabemos que el término del ciclo transicional a la democracia en Chile ha resultado una cueca larga con paseo, cepillado, vueltas y zapateo.

Larga vida a la recuperación de la democracia en Chile y al respeto por los derechos de los animales humanos y no humanos. Se vienen tiempos de animalismo no antropocéntrico y la biomimética se configura como una nueva forma de ejercer ciudadanía y liderazgos políticos, donde la fraternidad es un campo de energía renovable al alcance de todas las personas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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