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¿Candidatos estratégicamente mudos o líderes intelectualmente honestos? Opinión AgenciaUno

¿Candidatos estratégicamente mudos o líderes intelectualmente honestos?

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Gonzalo Rojas-May
Por : Gonzalo Rojas-May Psicólogo y consultor
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Seamos claros: la honestidad intelectual no es una garantía de acierto, pero es el primer paso hacia un liderazgo confiable.


En pocos meses más, Chile deberá elegir a su próximo Presidente.  Y lo que está en riesgo no es poco. Y es que no se trata solo de la habitual confrontación de programas e ideas que supone una elección, esta vez lo que está en juego es, ni más ni menos, que la honestidad intelectual y la preservación de los valores de la democracia.

Vamos a los hechos. Los tres principales contendores se pueden dividir en dos grupos claramente definidos. El primero, conformado por José Antonio Kast y Jeannette Jara, representantes evidentes de los extremos políticos, comparten, pese a sus antípodas, una estrategia de cálculo común: ambos ocultan, omiten o directamente mienten respecto de sus verdaderas creencias políticas.

Sus estrategias comunicacionales, cuidadosamente diseñadas para evitar ahuyentar al votante moderado, se cuidan de no exponer las dimensiones más rígidas, impopulares o radicales de sus programas y van desde las posturas ultraconservadoras, retrógradas para mujeres y diversidades sexuales, cuestionadoras de las políticas medioambientales y defensoras de las dictaduras derechistas de Kast, a las políticas estatistas, antiemprendimiento, cuestionadoras del desarrollo y crecimiento económico surgido desde la iniciativa privada, negadoras de los atropellos de los derechos humanos y defensoras de los regímenes cubano, nicaragüense, venezolano y hasta norcoreano de Jeannette Jara. Ambas candidaturas edulcoran sus discursos centrándose en las emociones del electorado, antes que en sus problemas y anhelos reales.

En contraste, Evelyn Matthei –con todos sus errores no forzados, deslices comunicacionales y contradicciones– ha optado por no disfrazar lo que piensa. Puede equivocarse, sí. Puede incluso generar controversias. Pero en tiempos de hipercorrección, marketing político y liderazgos maquillados, su autenticidad se vuelve un raro activo político. Matthei ha corrido el “riesgo” de no ocultar sus verdaderas convicciones, suavizar su historia o adaptar su discurso para agradar a todos. Lo que usted ve es lo que hay. Y eso, guste o no, es hoy un acto de valentía.

Esta diferencia de fondo nos interpela como ciudadanos. ¿Qué tipo de liderazgo queremos en La Moneda? ¿Uno que diga lo que la audiencia quiere oír y esconda su verdadera agenda? ¿O una figura que, con sus luces y sombras, se atreva a mostrarse tal cual es, con humanidad, coherencia y fidelidad a su sistema de creencias?

Vivimos en un tiempo donde parecer importa más que ser, donde la imagen vale más que la consistencia. En ese contexto, la transparencia se ha vuelto revolucionaria. Evelyn Matthei está lejos de ser perfecta y, en un acto arriesgado, ha elegido no esconderse detrás de silencios tácticos ni guiones prefabricados.

En definitiva, el voto es suyo, lector. Y también la responsabilidad. ¿Preferirá usted  una candidata o un candidato que con silencios oportunistas, sonrisas fáciles y liviandad discursiva oculta sus verdaderas intenciones, o una líder que se atreve a decir lo que piensa y enfrenta los desafíos del presente y el futuro con la frente en alto y la verdad por delante?

Seamos claros: la honestidad intelectual no es una garantía de acierto, pero es el primer paso hacia un liderazgo confiable.

En noviembre deberemos decidir: elegimos ser gobernados por un enmascarado o por una líder de carne, hueso, y auténtica convicción democrática.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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