
Jóvenes, automóviles y delitos
La única manera de evitar el delincuenciamiento de los jóvenes es ofreciéndoles alternativas lícitas de ingreso por medio de contratos laborales o participación en negocios lícitos.
Los análisis de los delitos vinculados a los automóviles pueden ser muy esclarecedores de qué está pasando en la victimización de los tenedores de esos vehículos. Los delitos más frecuentes son el robo de objetos desde ellos, sean artículos de valor como computadores, bolsos, celulares o ropas, bolsas de mercado, paquetes de compra, etc., o partes de los automóviles, como espejos retrovisores, repuestos, herramientas, radios y equipos de sonido, etc., delitos que son varias veces mayores que los robos de estos mismos, conocidos como portonazos y encerronas.
Estos casos de robos de los automóviles, que ya casi han sustituido a los tradicionales robos mediante llaves maestras, rotura de vidrios y conexión directa del motor de arranque, así como otros procedimientos ingeniosos, se deben a la difundida tecnología electrónica de protección contra robos, que depende de códigos o tarjetas para hacer uso de ellos, de tal manera que, sin la cooperación forzada del tenedor del vehículo, no es posible hacerlo partir y robarlo.
De acuerdo con los estudios sobre victimización del Instituto Nacional de Estadísticas, la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC), el robo de objeto desde automóviles es el delito más frecuente que afecta a la población; un 14,4% de ella lo ha padecido el año pasado, lo que hace la dos terceras partes del total de victimizaciones, que afectaron a un 21,7% de los hogares; a la vez, el robo de los automóviles mismos es el delito menos frecuente entre los de mayor connotación social, con solo un 2,1% de victimizaciones, pese a la espectacularidad informativa que tienen los portonazos y encerronas.
Los otros delitos de robo son: robo con violencia o intimidación con el 3,4% de las victimizaciones, robo por sorpresa con 3,3% y robo en la vivienda con 2,9%. Otros delitos a considerar y sus participaciones son: vandalismo (6,3%), ciberdelitos (6,3%), hurto (5,5%), fraude bancario (5,3%), amenazas (3,6%), estafa (3,3%), agresiones o lesiones (1,3%), extorsión (0,4%) y soborno (0,3%).
La ENUSC de INE debe ser considerada la encuesta más confiable sobre la situación de victimización de la población, tanto por el prestigio institucional y profesional de la institución que la realiza como por el tamaño de la muestra sobre la cual trabaja, que comprende más de 50 mil hogares.
Llama la atención que el robo desde los automóviles, pese a ser, por lejos, el delito más frecuente que afecta a la población nacional, sea tan poco referido y menos aún estudiado, el cual, además, tiene la pena de presidio menor en su grado máximo, es decir, de 3 años y un día a 5 años de presidio. Vuelvo a recordar que estos dos delitos ligados a los automóviles representan el 76% de todos los delitos, que afectan a uno 773 mil hogares del país.
Una de las pocas referencias encontradas sobre quienes son los autores de este delito tan importante viene de un periodista de Concepción, quien comentaba que “ver de inmediato pedacitos de vidrio esparcidos en el suelo y al lado de alguno de los vehículos estacionados en la vía, es el signo de robos recientes que, de acuerdo a comerciantes del sector, son cometidos por grupos jóvenes de entre 14 y 20 años, sobre todo entre sábados y domingos después de las 18:00 horas”. Es de suponerse entonces que este generalizado delito es el que más comenten los adolescentes y jóvenes, así como personas marginales y en situación de calle.
Por otra parte, el otro delito que afecta la propiedad de los automóviles es el robo de los mismos, lo que, si bien solo afecta al 2,1% de los hogares, no obstante, en Chile hay 6.596.527 hogares, según el Censo 2024, de los cuales según Cadem el 71% posee automóviles, entonces los posibles afectados podrían ser más de 98 mil hogares, que sufren así la perdida definitiva del bien más preciado y valorizado que ellos poseen luego de la vivienda.
Si bien el robo de automóviles está ligado a la delincuencia organizada, incluso internacional, ya que parte importante de ellos son sacados del país, lo claro que el robo de objetos y bienes desde los vehículos es uno de los casos más típicos y recurridos de la delincuencia común, sobre todo de los sectores más carenciados del país, en particular de los adolescentes y los jóvenes. En estos casos, si bien las pérdidas son menores para los hogares que una o varias veces se han visto afectados por ese delito, estos podrían estar llegando a los 674.428 casos al año.
Hoy por hoy ser joven exige al menos contar con un celular y con servicio de conexión a las redes sociales, las plataformas digitales, lo que tiene costos económicos constantes que con dificultad pueden ser asumidos por las familias de clase media y que no lo pueden asumir ni las clases medias bajas y menos los sectores más pobres. Además, ser joven exige vestuario, calzado y formas de acicalamiento de costos mayores, así como la compra de alcohol y variadas drogas que baratas no son, como también asistir a lugares de diversión y espectáculos masivos.
Por eso estos jóvenes se ven obligados a recurrir al rebusque en lo que sea: trabajos menores y temporales, diversas formas de autoempleo, comercio callejero, etc., etc., etc.; también pueden recurrir el pequeño delito o entrar al servicio de la delincuencia organizada, pues ahí se aparecen como actividades promisorias para los jóvenes el robo de objetos y partes de los automóviles o el robo por encargo de los mismos automóviles. Además, también pueden organizar o participar en los otros delitos, como: robo con violencia o intimidación, robo por sorpresa, robo en la vivienda y otros.
La única manera de evitar el delincuenciamiento de los jóvenes es ofreciéndoles alternativas lícitas de ingreso por medio de contratos laborales o participación en negocios lícitos. De lo cual bien se podrían encargar los municipios como parte de sus actividades de prevención del delito, asumiendo así efectivamente sus comprometidas actividades de aporte a la seguridad ciudadana.
Bien se podrían implementar para jóvenes de 15 a 21 años trabajos municipales temporales de tiempo parcial, siempre rigurosamente remunerados, en campos como el mantenimiento de parques y jardines, vías y otros espacios públicos, atención de jóvenes en actividades deportivas y de recreación, atención de adultos mayores, gente en situación de calle y otros similares, por medio de ejecución municipal, mediante financiamiento y asistencia técnica estatal y regional.
Estas actividades no tan solo tendrían el propósito de generar ingresos lícitos para los adolescentes y los jóvenes, en especial a los de clases medias bajas, vulnerables y pobres (D y E), sino que, además, incorporarlos en la práctica de actividades sociales y cívicas, que los recluten para y formen en las posibilidades alternativas al mundo delictual, como forma de vida y estrategia de sobrevivencia.
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