
La confianza, ¿se puede fortalecer?
El desafío es estimular la participación ciudadana, la cohesión social, la inclusión, el encuentro de personas diferentes, el trabajo en equipo, la equidad de género, la protección del medio ambiente, las actividades comunitarias, entre otras acciones, como primer paso para restablecer la confianza.
Es conocido que en nuestro país existen bajos niveles de confianza en las distintas áreas de la vida en común. Más bien es la desconfianza, la duda y el temor a lo desconocido lo que nos caracteriza como sociedad. Sin embargo, está demostrado que la confianza, definida como “la esperanza firme de algo o alguien” es la base para construir relaciones sólidas y duraderas, ya sea que estas se orienten al plano familiar, de amistad, comunitario, comercial o de otras características.
Así, para que exista confianza se requiere empatía, autenticidad y sinceridad, a la vez que credibilidad, honestidad, transparencia y un piso firme para construir futuro. Al lograrla, como efecto positivo inicial se establece y genera seguridad, certeza, familiaridad y sentido de bien común, aspectos que son básicos para el desarrollo de una comunidad.
La Encuesta Bicentenario UC, en su última medición, demostró que la confianza institucional en estas décadas de estudio ha tenido una preocupante disminución, lo que presenta destacadas excepciones. Los datos demuestran bajos niveles de confianza respecto de instituciones como el Gobierno, el Congreso, los partidos políticos y los Tribunales de Justicia. Al contrario, se ha observado un alza en las Fuerzas Armadas y Carabineros, junto a las universidades.
Lamentablemente, la polarización política que observamos en los últimos meses aumenta el nivel de desconfianza, ya que cada grupo se aísla y se alimenta de sus propias noticias en las redes sociales, en las que muchas veces se altera la realidad, generando desinformación y engaño. De esta manera, los diversos grupos se atrincheran en sus posiciones, reforzándolas sin ver y comprender otras miradas o aristas de la realidad.
El problema que vemos es que, al estar desconectados y ser desconocidos o extraños, se cimenta la desconfianza por la falta de ver y conocer a un “otro” real. Así, se expresa la paradoja de Fenno, también llamada de la representación, que refiere a “la desconexión entre la experiencia individual y la percepción del sistema en su conjunto”; es decir, muchas personas confían en la persona con quien se relacionan (en el trabajo, iglesia o actividad específica), sin embargo, refieren desconfiar de las instituciones a las que representan. Esto nos pone un gran desafío, que es el de generar encuentros, para evitar el desconocimiento y su efecto, que se traduce en la falta de confianza.
La experiencia de los países nórdicos que presentan tradicionalmente gran nivel de confianza en su vida social es interesante. En ellos se demuestra la mayor frecuencia de actividades comunitarias, dentro de las que se destacan las sociales, artísticas, deportivas y otras realizadas en comunidad. Las actividades corales, de deportes en equipos y de apoyo comunitario son valiosas y consideradas muy destacadas. Es relevante también destacar que la confianza se relaciona con el bienestar y la felicidad, con el concepto de que trabajando y viviendo en conjunto somos más, en todos los ámbitos. Esto es importante para un mejor desarrollo social y económico, junto con asegurar un crecimiento integral más estable y de largo plazo.
Para lograr lo anterior, es necesario reiterar que un requisito para tener confianza es conocerse y encontrarse; es decir, dejar de ser extraños. En nuestro país los centros comunitarios, los clubes y agrupaciones pueden hacer una diferencia. Es importante destacar que las parroquias representan un importante lugar de encuentro de la comunidad. Recordemos las labores solidarias en pandemia, que tenían como fuente las comunidades de base de iglesia. Es la fe la que reúne, produce encuentro y fortalece la confianza.
Por otra parte, las universidades encabezan la lista de instituciones de mayor credibilidad de la Encuesta Bicentenario UC. Esto implica un gran desafío, el aporte a la sociedad como espacios de formación y búsqueda del nuevo conocimiento, con libertad académica y autonomía. Los resultados muestran que nuestras instituciones gozan de un elevado prestigio y se consideran como un camino para asegurar el desarrollo integral de los jóvenes.
Así, se requiere asumir la responsabilidad que nos otorga la sociedad al creer en el valor y aporte de las universidades como agentes de formación, generación de conocimiento, encuentros y movilidad social, orientados en un permanente camino de progreso de la sociedad.
El desafío es estimular la participación ciudadana, la cohesión social, la inclusión, el encuentro de personas diferentes, el trabajo en equipo, la equidad de género, la protección del medio ambiente, las actividades comunitarias, entre otras acciones, como un primer paso para restablecer y potenciar la confianza. Esto es crucial en la construcción de un proyecto país, con generosidad, mirada de futuro en que se cimente un Estado de bienestar pleno, respetuoso y sustentable. Para lograrlo, comencemos por lo más simple, conversemos y acerquémonos a quienes nos rodean y que hasta ahora han sido desconocidos. Así comenzaremos a construir confianzas.
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