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Democracias en peligro Opinión Archivo

Democracias en peligro

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Heraldo Muñoz
Por : Heraldo Muñoz Ex ministro de Relaciones Exteriores
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La presión sobre la democracia es inevitable, pues se le demanda que ofrezca libertad y desarrollo, complejo desafío para los tiempos presentes. Por eso, reflexionar multilateralmente sobre las medidas para mejorar las democracias que tenemos, es una tarea urgente.


La democracia está bajo ataque. Este no es un fenómeno nuevo, pero ahora los autócratas, incluyendo líderes de potencias globales, tienen más y mejores instrumentos disponibles, y los regímenes autoritarios y las fuerzas que los respaldan se coordinan entre sí.

El ascenso global de la ultraderecha desafía la búsqueda de consensos y la protección de los derechos humanos y sociales, además de reducir el espacio político de las derechas liberales. La radicalización de los conservadores polariza la política, estrecha las opciones de centro, y pone en agenda temas de “guerra cultural”.

Por eso importa, y mucho, que las democracias cooperen y se apoyen mutuamente. La “Reunión de Alto Nivel: Democracia Siempre”, realizada en Chile, es oportuna y debe ser aprovechada para impulsar un nuevo multilateralismo por la democracia, los derechos humanos, el desarrollo sustentable y el derecho internacional. Las propuestas que elaboren Chile, Brasil, España, Uruguay y Colombia en este evento se presentarán a la Asamblea General 2025 de Naciones Unidas. Meritoria iniciativa.

La dictadura en Chile marcó a toda una generación y motivó el surgimiento de movimientos solidarios por los derechos humanos y los perseguidos a nivel mundial. La dimensión internacional siempre estuvo presente en la lucha por la recuperación de la democracia.

Desde 1990, los distintos gobiernos en Chile han incorporado la defensa y promoción de la democracia como una materia de Estado y un principio de la política exterior. En junio de 1991, durante la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Chile, nuestro país impulsó la adopción del “Compromiso de Santiago con la Democracia” y coordinó el voto favorable de la Resolución 1080, titulada “Democracia Representativa”, sobre acción colectiva pacífica en defensa de la democracia. Más tarde, Chile jugó un papel protagónico en la inclusión de la noción del “derecho a la democracia” en la Carta Democrática Interamericana, adoptada el 2001.

En mi reciente libro Democracias en peligro (Catalonia, 2023) sostengo que la democracia hoy ya no está amenazada principalmente por los tradicionales golpes de Estado, sino por el secuestro de esta de manera furtiva por gobiernos elegidos inicialmente más o menos democráticamente, que gradualmente anulan la separación de poderes, reprimen a los disidentes, censuran a la prensa independiente y se hacen con todo el poder. En otras palabras, la democracia exige no solo legitimidad en el acceso al poder, sino también legitimidad en el ejercicio del poder.

El declive democrático interactúa con problemas como la corrupción y la inseguridad ciudadana. Por eso, la gente puede preferir coartar sus márgenes de libertad, a cambio de mayor seguridad.

La historia latinoamericana ha estado marcada por la desigualdad social, que ahora se enfrenta a la frustración ciudadana. Existe la percepción, pese a los avances de la democracia en décadas pasadas, de que ahora la democracia no asegura los sueños de la gente, generando una sensación de desesperanza sobre el futuro.

El declive de las democracias se relaciona también con el ascenso de las “fake news”, del poder ubicuo y disruptivo de las empresas de manejo de datos, y del auge de la inteligencia artificial. La revolución digital, pese a sus innegables beneficios, está erosionando la democracia con los discursos de odio, tolerados en las principales plataformas de redes sociales, además de la proliferación de deepfakes, bots y el big data en las campañas políticas, que se prestan para manipular la opinión pública e interferir en los procesos electorales.

Pese a todo, la gente en América Latina sigue favoreciendo la democracia por sobre otros sistemas de gobierno. La presión sobre la democracia es inevitable, pues se le demanda que ofrezca libertad y desarrollo, complejo desafío para los tiempos presentes. Por eso, reflexionar multilateralmente sobre las medidas para mejorar las democracias que tenemos, es una tarea urgente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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