
La política exterior exige cambios ante el nuevo mundo que vivimos
En respuesta a esta nueva realidad geopolítica y comercial, renace el Sur Global, con la emergencia de los BRICS, organización de gran potencial comercial y tecnológico, que retoma las banderas que enarbolaron los países del Tercer Mundo, en la época de la Guerra Fría.
Vivimos un mundo brutal y peligroso, marcado por enfrentamientos bélicos, gobiernos autoritarios, inéditos movimientos migratorios y organizaciones criminales transnacionales. A ello se agregan radicales cambios geopolíticos y la notable emergencia del proteccionismo.
Guerras y otros violentos conflictos estremecen a la humanidad, con expresiones muy crueles y peligrosas. La invasión militar de Israel a Gaza, con decenas de miles de víctimas inocentes, ha convertido a la franja en un lugar de genocidio planificado, mientras persiste la larga guerra entre Rusia y Ucrania.
La alianza transatlántica, que sobrevivió y se desarrolló desde la Segunda Guerra Mundial, se encuentra hoy en estado semiterminal con la humillante aceptación formal por la Unión Europea de las brutales condiciones comerciales asimétricas en favor de Estados Unidos que le impuso Trump. Además, se ha visto obligada a acatar la exigencia de elevar gradualmente al 5% del PIB los gastos militares de los países miembros (comprando material bélico exclusivamente al complejo militar industrial norteamericano).
Por otra parte, la democracia experimenta un franco deterioro en todo el mundo, acosada por los preocupantes retrocesos de la socialdemocracia y la emergencia de una extrema derecha, con rasgos populistas y fascistas, que crece en Europa, los Estados Unidos y también en América Latina.
En América Latina se instalan ideas neoconservadoras, las que se encuentran ligadas a un inédito discurso autoritario. Ello ha sido evidente con la emergencia de Bolsonaro en Brasil, Milei en Argentina y Bukele en El Salvador.
Ante el creciente crimen organizado y el narcotráfico que se vive en la región, el autoritarismo del presidente Bukele de El Salvador y sus cárceles, se han convertido en un referente, que algunos gobiernos en la región consideran seriamente reproducir.
Por otra parte, las persistentes crisis económico-sociales de los regímenes dictatoriales en Nicaragua, Venezuela y Cuba, promueven emigraciones masivas, afectando a gran parte de los países de la región. Al mismo tiempo, resulta preocupante la incertidumbre que se vive en Bolivia y Perú, y las sucesivas crisis que viene enfrentando el presidente Petro en Colombia.
El presidente Trump ha producido un cambio no solamente en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Con su “Make America Great Again” (MAGA), renuncia al multilateralismo y nace la arbitrariedad unilateral, aplastando la seguridad jurídica, la estabilidad de las reglas del juego y el comercio libre. Así las cosas, Washington ha desatado una agresiva ofensiva proteccionista contra Europa, México, Japón, Brasil, Canadá, China y los países en desarrollo, dando término a la globalización.
La guerra comercial desatada por Washington no solo busca arribar por la fuerza a ecuaciones comerciales favorables, sino que es un desafío al poder de China, país que se ha convertido en una emergente potencia mundial, que cuestiona en los hechos la hegemonía estadounidense, especialmente en el ámbito de las tecnologías de última generación. Y esta disputa está golpeando al conjunto de la economía mundial, lo que, por cierto, afecta también a Chile.
En respuesta a esta nueva realidad geopolítica y comercial, renace el Sur Global, con la emergencia de los BRICS, organización de gran potencial comercial y tecnológico, que retoma las banderas que enarbolaron los países del Tercer Mundo, en la época de la Guerra Fría.
La nueva realidad geopolítica mundial, el proteccionismo, los masivos procesos migratorios, los atentados a los derechos humanos, la delincuencia y el narcotráfico, junto a la debilidad de los organismos internacionales y el irrespeto al multilateralismo, han puesto al mundo en una situación de extrema fragilidad, con amenazas incluso de una posible Tercera Guerra Mundial
La reformulación de la política exterior de Chile resulta ineludible frente al nuevo escenario internacional y también ante la necesidad de modificar el agotado modelo económico.
Se debiera apuntar a una diversificación de las relaciones diplomáticas y, al mismo tiempo, una política comercial que apoye funcionalmente un cambio del modelo productivo en favor de una industria nacional moderna, uno que supere el extractivismo.
No es fácil terminar con el conservadurismo económico de la política exterior, pero hay que intentarlo. Lo exige la recuperación de la actividad económica y la protección de nuestro país ante la arbitrariedad del unilateralismo.
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