
No menos Estado, sino que un mejor Estado
¿Y cuál es el tamaño “óptimo” del Estado? No existe una cifra mágica.
En plena campaña electoral, la pregunta que ronda, “¿sobran o faltan ministerios?”, parece un atajo para definir el tamaño del Estado. Chile efectivamente creció en instituciones y funciones: el número de ministerios pasó de 18, en 1990, a 23 en 2023 y, en ese mismo periodo, el gasto del Gobierno creció alrededor de 448% real, en comparación con un aumento del PIB, que alcanzó un 269% real. Eso es tamaño. Pero también es complejidad: más tareas, mayores redes y coordinación necesaria.
La experiencia comparada –y nuestra propia historia– muestra lo siguiente: los países exitosos no parten por cortar organigramas, parten por construir capacidades y por gobernar con reformas clave. Chile acumuló 254 reformas estatales desde 1990; la mayoría fue en respuesta a problemáticas de manejo estatal y alcanzó recién en 2018 una gobernanza estable de modernización (Consejo Asesor, Comité y Secretaría de modernización). La lección es clara: sin un Gobierno que priorice, mida y corrija, cualquier rediseño de ministerios se vuelve cosmético.
¿Qué podemos mirar fuera de Chile como ejemplo? Los referentes de la OCDE que mejoran desempeño no anuncian “menos Estado”, sino que un mejor Estado: se requiere una planificación a largo plazo, evaluación previa y ex post, directivos profesionales, datos e interoperabilidad y presupuestos plurianuales para sostener los cambios que cada administración busca llevar adelante.
Esa es, precisamente, la agenda que recomiendan los estudios recientes para Chile: una ley marco que entregue estabilidad a la modernización; una Agencia de Calidad de Políticas Públicas para evaluar grandes reformas y la priorización de cuatro habilitantes transversales: muy buenos directivos y buenos funcionarios, capacidades tecnológicas de excelencia y flexibilidad institucional. Si no aseguramos esos pilares, fusionar o eliminar carteras solo mueve cajas sin mejorar servicios.
¿Y cuál es el tamaño “óptimo” del Estado? No existe una cifra mágica. Chile puede –y debe– gastar mejor y coordinar mejor. El camino razonable es doble: adelgazar donde sobra tramitación y duplicidad (permisología y procesos internos) y engrosar donde faltan capacidades misionales (seguridad, control fronterizo, cárceles, ciberseguridad, datos y evaluación), con métricas públicas y rendición de cuentas.
La clave es pasar de una batalla simbólica por ministerios a un contrato de desempeño: metas, plazos y tableros abiertos para que la ciudadanía observe si las reformas rinden, más allá del eslogan. Solo así “tamaño del Estado” dejará de ser un debate de centímetros y se volverá una conversación de resultados.
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