
Salud Sexual: dignidad y prevención de malos tratos
El Día Mundial de la Salud Sexual nos recuerda que hablar de sexualidad es hablar de igualdad, dignidad y libertad. Avanzar hacia la justicia sexual exige compromiso de toda la sociedad, especialmente con quienes dependen del cuidado público.
El pasado 4 de septiembre se conmemoró el Día Mundial de la Salud Sexual, este año bajo el lema “Justicia Sexual”. Se trata de una fecha que nos invita a reflexionar sobre la centralidad de la salud sexual en la vida de las personas, no como un privilegio ni como un bien negociable, sino como un derecho humano fundamental, inseparable de la dignidad, la autonomía y la igualdad.
En este marco, es urgente visibilizar la realidad de quienes se encuentran bajo el cuidado y custodia del Estado –personas mayores, con discapacidad, en situación de salud mental, adolescentes y jóvenes en residencias, entre otros grupos–, que suelen enfrentar mayores riesgos de vulneración y exclusión en el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva.
En el monitoreo del Comité para la Prevención de la Tortura de Chile (CPT) hemos constatado que la institucionalización, muchas veces, genera contextos donde la voz y las necesidades de las personas quedan relegadas, y donde los derechos pueden ser vistos como secundarios frente a las rutinas del cuidado.
Reconocer la salud sexual como un derecho en estos espacios implica prevenir malos tratos, pues no garantizar información, acompañamiento, acceso a métodos de protección, espacios de intimidad y respeto por la autonomía corporal constituye una forma de violencia estructural. Por ello, la conmemoración de este año nos interpela a preguntarnos cuánto estamos haciendo, como instituciones y como sociedad, para avanzar hacia la justicia social desde la salud sexual.
Las obligaciones del Estado son claras: asegurar condiciones dignas, libres de discriminación y con un enfoque de derechos humanos. Esto supone formación especializada del personal, protocolos claros de prevención y denuncia, y mecanismos efectivos para garantizar que las personas puedan ejercer decisiones informadas sobre sus cuerpos y su sexualidad. En este sentido, la salud sexual no solo protege la integridad individual, sino que también fortalece la cohesión social y el respeto mutuo.
El Día Mundial de la Salud Sexual nos recuerda que hablar de sexualidad es hablar de igualdad, dignidad y libertad. Avanzar hacia la justicia sexual exige compromiso de toda la sociedad, especialmente con quienes dependen del cuidado público. Porque solo asegurando que cada persona, sin distinción, pueda vivir su salud sexual en condiciones de respeto y autonomía, podremos construir una comunidad verdaderamente justa e inclusiva.
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