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Sueño, acoplamiento estructural y lenguaje en la era de la inteligencia artificial Opinión

Sueño, acoplamiento estructural y lenguaje en la era de la inteligencia artificial

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Juan Carrillo Azócar
Por : Juan Carrillo Azócar Médico - cirujano por la Universidad de Concepción. Director Departamento de Sueño, Asociación Latino Americana de Tórax (ALAT). Máster en Medicina y Fisiología del Sueño. Magister (c) en Salud Pública.
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Este acoplamiento está dando lugar a nuevas formas de colaboración y de generación de conocimientos sobre el mundo y el propio ser humano, en una escala nunca vista.


En esta columna exploramos la relación entre el sueño, el acoplamiento estructural y el lenguaje desde la perspectiva de la teoría de la autopoiesis, formulada por Maturana y Varela. Proponemos que el sueño no solo es un proceso esencial para la viabilidad del organismo y su sistema nervioso, sino también un fenómeno biológico que posibilita el acoplamiento estructural del organismo con su entorno físico y sociolingüístico. El surgimiento de la inteligencia artificial (IA) abre posibilidades nunca vistas y plantea desafíos significativos para la sociedad humana.

El concepto de acoplamiento estructural se refiere a la relación dinámica y recursiva entre un sistema autopoiético y su entorno. En los seres humanos, el sueño y el lenguaje son los principales mecanismos de acoplamiento estructural, que posibilitan la autonomía a través de la autoorganización y el cierre operacional, a nivel biológico, y la coordinación de acciones, la construcción de significados compartidos y la emergencia de realidades consensuales, a nivel societal, respectivamente.

El sueño es la clave del acoplamiento estructural, por las siguientes razones:

  1. Regulación biológica y adaptación al entorno físico: el sueño es crucial para la homeostasis, permitiendo procesos como la reparación celular, la regulación metabólica y la consolidación de la memoria. Estos procesos son esenciales para la adaptación a las demandas físicas del entorno. La alternancia entre vigilia y sueño está sincronizada con ciclos ambientales, como el día y la noche, reflejando un acoplamiento estructural con los ritmos naturales.
  2. Integración de experiencias y aprendizaje: durante el sueño, especialmente en las fases REM, se procesan y consolidan las experiencias vividas durante la vigilia. Este proceso permite integrar nueva información y adaptarse mejor al entorno social y cultural. Desde esta perspectiva, el sueño facilita la reorganización de redes neuronales, contribuyendo a la plasticidad cerebral y a la capacidad de responder de modo flexible a los cambios ambientales.
  3. Interacción social y emocional: el sueño juega un papel crucial en la regulación emocional y la interacción social. La falta de sueño o los trastornos del sueño afectan negativamente la empatía, la toma de decisiones y la comunicación, sugiriendo que el sueño es fundamental para mantener un acoplamiento estructural efectivo con el entorno social. 

De esta manera, el sueño puede ser concebido como una interfaz entre lo biológico y lo social, lo que une o articula dos dominios disjuntos, y la herramienta que lo posibilita es el lenguaje, el cual puede ser considerado como un mecanismo clave para el acoplamiento estructural, en el sentido de Luhmann, en tanto:

  1. Permite a los seres humanos coordinar sus acciones y construir realidades compartidas. A través de las conversaciones, se generan dominios consensuales, espacios de significados que dan forma a lo que Maturana y Varela denominaban la experiencia del mundo. 
  2. El lenguaje no solo es una herramienta de comunicación, sino también un medio para pensar, reflexionar y resolver problemas. Desde esta perspectiva, está íntimamente ligado a la cognición humana, permitiendo el pensamiento abstracto y la planificación a largo plazo, según Varela.
  3. A través del lenguaje los individuos construyen y mantienen sus identidades personales y colectivas. De este modo las narrativas compartidas (historias, mitos, tradiciones) son esenciales para la cohesión social, según Maturana.

En abril del 2023, The Economist publicó un artículo titulado “La capacidad de los grandes modelos de lenguaje para generar texto también les permite planificar y razonar”. Y se preguntaba: “¿Qué vendrá después?”. La verdad es que los sistemas de IA adquieren cada vez mejores capacidades para entender y generar lenguaje humano, participando de esta manera en la construcción de significados compartidos. Pero para que la IA sea efectiva en entornos sociales, debería poder acoplarse estructuralmente a los seres humanos, entendiendo no solo el lenguaje, sino también las emociones, intenciones y contextos culturales.

Si consideramos que el lenguaje refleja y refuerza valores, prejuicios y estructuras de poder, los sistemas de IA que aprenden de datos lingüísticos pueden perpetuar o amplificar estos sesgos, lo que plantea, según Bender, desafíos éticos significativos.

Este acoplamiento está dando lugar a nuevas formas de colaboración y de generación de conocimientos sobre el mundo y el propio ser humano, en una escala nunca vista. Esto plantea preguntas sobre la autoría, la creatividad y el control, pero lo más relevante, es que estamos entrando en una nueva era, la cual por su profundidad, rapidez y alcance podría acelerar la evolución de la especia humana.

Esta sola posibilidad hace necesario abordar los desafíos éticos y societales implicados, para lograr que este salto evolutivo beneficie a la humanidad en su conjunto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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