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Calor distrital: la sinergia inteligente entre data centers y ciudades Opinión

Calor distrital: la sinergia inteligente entre data centers y ciudades

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Iván Muñoz Hernández
Por : Iván Muñoz Hernández Líder del Área de Energía Solar Fraunhofer Chile
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Este es el momento de fomentar un desarrollo que integre estas infraestructuras de manera inteligente al tejido urbano, transformando definitivamente sus desafíos en beneficios concretos para nuestras ciudades y sus habitantes.


En septiembre de este año, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación presentó la Guía de Inversión en Data Centers en Chile, documento que traza el camino del país para convertirse en un polo regional en este campo. La clave ahora es que este crecimiento sea sostenible, integrando tecnologías capaces de transformar los potenciales impactos de estas infraestructuras en un beneficio directo para las comunidades.

Chile avanza con decisión para consolidarse como un hub tecnológico regional, con una infraestructura de data centers que, según se proyecta, triplicará su capacidad en los próximos años. Sin embargo, este desarrollo conlleva un desafío crítico: el alto consumo de energía y agua necesarios para refrigerar los servidores. Este proceso genera enormes cantidades de calor residual que, en muchos casos, se disipa inútilmente en la atmósfera.

La buena noticia es que existen tecnologías capaces de convertir esta externalidad en un beneficio directo para la comunidad. Una de ellas es el calor distrital, un sistema en el que una planta central genera calor y lo distribuye mediante tuberías, como calefacción y agua caliente, hacia edificios, hospitales, escuelas o viviendas.

De esta forma, un data center puede convertirse en una fuente de energía térmica para su entorno a partir del calor residual de sus sistemas de refrigeración y tener un impacto positivo en las comunidades donde se insertan.

Los beneficios son dobles. Para los centros de datos, recuperar esta energía implica un menor consumo eléctrico en refrigeración y un uso más eficiente del agua, traduciéndose en ahorros operacionales. Para el territorio, significa acceder a calefacción más económica, segura y limpia, reduciendo las emisiones contaminantes de los sistemas individuales. Es decir, en economía circular aplicada a la energía, donde un residuo se convierte en un recurso valioso.

Para que esta sinergia sea posible, la planificación es fundamental. La ubicación de los nuevos proyectos debe considerar la proximidad a los centros de consumo. Un data center aislado, en una zona industrial, sin demanda de calor cercana, desperdicia por completo esta oportunidad. 

Por ello, la expansión de nuestra infraestructura digital debe ir de la mano de una planificación territorial y energética integrada, que incorpore la demanda térmica del entorno como una variable clave desde el inicio.

La experiencia internacional ya ha demostrado la viabilidad de este modelo. En Finlandia, por ejemplo, hay centros de datos que proveen calefacción a localidades enteras, equivalente al consumo de más de 2.500 hogares. Así también existen casos de éxito similares en Francia y Dinamarca, con modelos de negocio que facilitan esta conexión entre el data center y la red de calor distrital.

La recién lanzada Guía de Inversión para Data Centers del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación representa una oportunidad única para establecer estos lineamientos. Este es el momento de fomentar un desarrollo que integre estas infraestructuras de manera inteligente al tejido urbano, transformando definitivamente sus desafíos en beneficios concretos para nuestras ciudades y sus habitantes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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