Publicidad
Mundial de Fútbol Sub-20: barras bravas offside Opinión AgenciaUno

Mundial de Fútbol Sub-20: barras bravas offside

Publicidad
Héctor Ruiz Vargas
Por : Héctor Ruiz Vargas Abogado, presidente del Comité Nacional de Arbitraje Deportivo (CNAD).
Ver Más

El Mundial de Fútbol Sub-20 nos prestará prestigio por unas semanas, luego, el campeonato nacional y la participación internacional dirán si lo merecemos.


Chile nuevamente se ha puesto la camiseta de sede mundial, permitiéndonos ser testigos de antiguas costumbres: familias asistiendo a estadios, respeto al escuchar los himnos, promesas de fair play y prensa destacando orgullosamente nuestras fortalezas logísticas. En los mismos días, uno de los clubes más grandes del país obtiene una histórica clasificación continental, no obstante, juega sancionado y sin público por conductas violentas de parte de su entorno. Aquello es una perfecta dicotomía: fiesta deportiva, castigo intenso. Si eso no incomoda, es que nos encontramos en un peligroso proceso de normalización.

El Mundial de Fútbol Sub-20 ha ofrecido gratas imágenes, rivales intercambiando saludos y familias asistiendo con banderas y en total confianza. La otra cara, butacas vacías, multas y sanciones que terminan probando lo evidente: cuando la violencia se apropia de la actividad como una forma de “aliento”, el espectáculo se degrada y, finalmente, la cuenta la pagamos todos. 

La norma social se va construyendo en parte importante a través de la conferencia de prensa de la semana, los paneles de expertos, o vía el influencer de turno. Las insinuaciones de complots, el traspaso de culpas, la relativización de la autoridad, la monetización del agravio, constituyen elementos que viabilizan la actuación de la “barra brava”; lo que viene luego es historia conocida, ocupar, intimidar y condicionar los eventos con efectos tan duros como predecibles: sanciones, exigua asistencia, reputación dañada y familias que eligen la pantalla por sobre la grada.

La pregunta, por tanto, no es si “merecemos” ser sede de torneos importantes, es si podemos alinear el estándar de la actual vitrina internacional con la vida cotidiana de nuestros clubes y de los torneos en que se participa.

La solución no es simple ni rápida, sin embargo, los primeros actores de esta actividad deportiva tienen un deber que no pueden soslayar, pues el punto de prensa es una oportunidad para generar ambiente y no de catarsis, un “nos robaron” desplaza las fronteras y da juego a los peores.

Los jugadores, referentes para muchos, tienen la llave del tono educando a la tribuna, pues de lo contrario esa tribuna termina por devorar todo; los medios de comunicación e influencers deben competir por información cierta y verificable, no por alentar “incendios”.

Los sponsors y marcas  pueden exigir códigos de conducta comunicacional en canchas, pues pagar por odio debiera considerarse un pésimo negocio. 

Y la autoridad, no solo debe reaccionar ante la crisis, sino que debe generar un relato simple y ejecutable a través de reglas claras, consecuencias visibles y duras sanciones, ya que el silencio oficial o tenue comunicación, deviene en señales equivocadas de vacío de control.

Finalmente, la hinchada compuesta por las familias que desean ser parte de una fiesta deportiva, los históricos abonados y también la legítima barra organizada deben compartir un compromiso claro, fijando límites para aislar al violento, pues cuando esa actuación es permitida o celebrada, se captura el estadio.

El mismo estándar que hace posible un estadio lleno de familias debe regir el domingo siguiente, sin atajos ni héroes de cartón. La “barra brava offside” no es un eslogan, es el diagnóstico de un modelo que transfiere costo a terceros y destruye la base de la actividad.

El Mundial de Fútbol Sub-20 nos prestará prestigio por unas semanas, luego, el campeonato nacional y la participación internacional dirán si lo merecemos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad