
Ucrania: un país resiliente
La reconstrucción brinda una oportunidad histórica para revertir esa tendencia y reconstruir también el tejido social. Ucrania demuestra que un país puede estar bajo fuego y, al mismo tiempo, planificar su futuro.
Ucrania vive hoy una paradoja histórica: en plena guerra, comienza ya su reconstrucción. Las bombas han convertido barrios en escombros y desplazado a millones, pero ni el Estado ni la sociedad han claudicado. La magnitud del daño es inmensa. Una evaluación rápida actualizada estima que los daños directos superan los 176 mil millones de dólares, mientras que el costo de recuperación y reconstrucción se proyecta en 524 mil millones de dólares, equivalentes a 2,8 veces el PIB nominal de Ucrania en 2024.
El sector más afectado es el habitacional: cerca del 13% del parque de viviendas ha sido destruido o dañado, lo que equivale a más de 2,5 millones de hogares, según el Banco Mundial y la Agencia Estatal para la Restauración y Desarrollo de Infraestructura de Ucrania. Los sectores de transporte, energía, comercio e industria, salud y educación también enfrentan pérdidas masivas.
El costo humano acompaña al material: más de 5.7 millones de ucranianos han buscado refugio fuera del país y 3.8 millones están desplazados internamente. Cabe destacar que hay un número considerable de retornados desde el extranjero: 1.1 millones de personas, y más de la mitad regresan a las zonas de primera línea para reunirse con sus familias, brindarles apoyo y cuidado.
Muchos han quedado fuera del mercado laboral formal y la migración ha debilitado seriamente la capacidad de reconstrucción local. Esta situación se agrava por la crisis demográfica que existía en Ucrania desde antes del conflicto, con una población en disminución y envejecimiento.
La Organización Internacional del Trabajo proyecta que para 2032 Ucrania necesitará incorporar 8.6 millones de nuevos trabajadores respecto a 2022 solo para sostener el crecimiento planificado. En el corto plazo, se estima que podrían requerirse 4.5 millones de trabajadores adicionales para ejecutar los proyectos de reconstrucción. Así, Ucrania enfrenta una ecuación compleja: una necesidad imperiosa de reconstrucción, pero no tiene suficiente mano de obra.
Resiliencia institucional y continuidad del Estado
Aun bajo bombardeos de la agresión rusa, y en medio del conflicto, Ucrania ha sostenido sus instituciones esenciales. El sistema educativo continúa funcionando, habilitando sótanos como refugios, mientras los hospitales se adaptan a los cortes de electricidad, realizando operaciones complejas con recursos limitados. El Gobierno mantiene sus funciones, incorporando cada vez más servicios digitales e introduciendo inteligencia artificial para una gestión más eficaz.
Además, se mantiene la comunicación con la ciudadanía: a través de diversas plataformas es posible participar en decisiones municipales, reportar daños a la infraestructura o, incluso, informar sobre avances de las tropas rusas y la presencia de grupos de sabotaje. Por otro lado, el sector bancario sigue funcionando con normalidad relativa, gracias a reformas previas al conflicto y una regulación prudente. En conjunto con el apoyo externo, esto ha permitido que el sistema financiero no colapse por completo.
En 2024, a pesar del contexto bélico, se proyectó un crecimiento del 3,4%, apoyado por la asistencia internacional y la reactivación parcial de sectores productivos. Para atraer inversión, generar confianza y fortalecer la transparencia en la reconstrucción, una innovación clave ha sido la digitalización. Destaca la plataforma DREAM (Digital Restoration Ecosystem for Accountable Management), impulsada por el Ministerio para el Desarrollo de Comunidades y Territorios, que centraliza proyectos de reconstrucción con detalles de cronograma, presupuesto, fuentes de financiamiento y estado de avance.
Del mismo modo, este sistema digital democratiza la supervisión ciudadana. La Unión Europea, a través del programa EU4Digital, ya evaluó la plataforma y confirmó su alineamiento con estándares internacionales. Hoy DREAM rastrea más de 7 mil proyectos y 1.300 entidades participantes. Este nivel de transparencia es esencial para una reconstrucción inclusiva y sostenible.
Reconstrucción y mejora las estructuras previas (Build back–build better)
La cooperación entre autoridades centrales, gobiernos locales y sociedad civil es clave. En este nuevo modelo, la reconstrucción se concibe como un proceso participativo, verde y digital. “Reconstruir Ucrania” no es solo reparar edificios: es rediseñar un país sostenible. Ya hay zonas donde la reconstrucción está avanzada. En la región de Kyiv, edificios destruidos han sido rehabilitados y repoblados.
En Járkiv, situada a 30 km de la frontera rusa y constantemente bombardeada, se están restaurando casi 100 edificios de apartamentos. En la región de Cherníhiv se están reconstruyendo aldeas devastadas por los primeros meses de la invasión. En Yahídne, de 150 casas dañadas y 16 destruidas, ya se han reconstruido 56, y las obras continúan. En Mykolaiv, se espera que este año entre en funcionamiento un nuevo sistema de suministro de agua, previsto para el otoño de 2025. La ciudad también restaura edificios residenciales y hospitales, construye nuevos colegios y habilita refugios. Además, ha inaugurado el mayor colegio preescolar subterráneo del país.
Obras viales, redes eléctricas y sistemas de agua están siendo restaurados en las ciudades más afectadas del país. Sin embargo, los proyectos actuales no solo buscan regresar al estado previo, sino reconstruir mejor, con normativas modernas, eficiencia energética y diseño urbano sostenible. La reconstrucción simboliza también una transición ecológica. Estudios recientes estiman un potencial de 238 GW en energía solar sobre techos urbanos, suficiente para cubrir gran parte del consumo eléctrico del país. Esto permitiría crear un sistema energético más descentralizado y resiliente. Paralelamente, Ucrania está reformando por completo sus políticas y legislación en materia de vivienda.
El Código de Vivienda vigente, de 1983, ya no cumple con los estándares modernos. La reforma busca incorporar prácticas y normas de la UE y garantizar mayor transparencia en la construcción y el alquiler. Mediante instrumentos como la vivienda social, la hipoteca asequible y el alquiler social municipal, el Estado pretende atender a las personas desplazadas internamente tras la invasión a gran escala, así como a quienes permanecen en situación de desplazamiento prolongado desde 2014, tras la anexión de Crimea y el conflicto en Donbás.
El necesario apoyo internacional
La magnitud de la tarea exige un compromiso global. La Unión Europea creó la Ukraine Facility, un instrumento financiero de 50 mil millones de euros (2024–2027) para modernización, reconstrucción y apoyo presupuestario. La UE coordina, además, la Ukraine Donor Platform, que alinea contribuciones multilaterales con las reformas estructurales requeridas para la futura adhesión del país. El Banco Mundial lidera la evaluación RDNA4 junto al Gobierno ucraniano y la UE, priorizando vivienda, transporte, energía, salud y educación.
En 2025, Ucrania destinó 7 mil millones de dólares a proyectos prioritarios, pero aún enfrenta un déficit de 10 mil millones. También impulsa mecanismos para atraer inversión privada a la reconstrucción, pues el presupuesto público no es suficiente. Las Naciones Unidas y sus agencias participan en energía, salud, reconstrucción de servicios esenciales y apoyo humanitario, coordinando esfuerzos para evitar duplicidades. La plataforma United24, creada por el Gobierno, canaliza donaciones internacionales y publica informes transparentes de su uso.
El Gobierno también busca el apoyo de la diáspora ucraniana, promoviendo proyectos de cooperación, asesoría, inversión y atracción de talento. Entre estos instrumentos sobresalen Unity Hubs y la plataforma Diaspora Alliance, presentada en la Ukraine Recovery Conference, que busca unir ONG ucranianas, organizaciones de la diáspora y el Gobierno para facilitar la colaboración y recaudar fondos.
La cooperación internacional y de la diáspora ha sido clave para evitar el colapso institucional, y su continuidad será esencial para reconstruir el país sobre bases democráticas y sostenibles.
El retorno de los emigrados a su tierra natal
El futuro de Ucrania depende en gran medida de que la población, que actualmente vive principalmente en Europa, comience a regresar al país. La mayoría de los ucranianos refugiados desean hacerlo, pero lo harán si son capaces de encontrar empleo, oportunidades educativas, y, sobre todo, tener un país seguro, que esté resguardado de futuras agresiones imperialistas rusas.
Actualmente, Rusia controla aproximadamente el 20% del territorio de Ucrania, incluyendo Crimea y las áreas de Donetsk y Luhansk, ocupadas desde 2014. Cabe subrayar que, desde noviembre de 2022, cuando pasó el efecto sorpresa de su invasión, las fuerzas rusas solo han logrado apoderarse de un 1% adicional.
Este limitado progreso evidencia un estancamiento en el frente y subraya que la dedicación de los ucranianos sumada al apoyo internacional seguirá siendo decisiva para contener la agresión y posibilitar la recuperación de los territorios por vías diplomáticas, así como el establecimiento de la paz duradera y garantías para la población.
Para promover el retorno, debe articularse una red de subsidios para vivienda y programas de reinserción laboral, además de reconocer competencias adquiridas en el extranjero. La automatización, la formación técnica y la cooperación internacional pueden reducir las desventajas de la escasez de mano de obra.
Aun antes de la guerra, el país ya enfrentaba envejecimiento y migración masiva. La reconstrucción brinda una oportunidad histórica para revertir esa tendencia y reconstruir también el tejido social. Ucrania demuestra que un país puede estar bajo fuego y, al mismo tiempo, planificar su futuro. La resiliencia no se mide solo en resistencia, sino también en visión: en la capacidad de mantener el Estado operativo, de innovar en plena guerra y de reconstruir con dignidad.
El desafío será atraer a su diáspora, modernizar sus estructuras e institucionalizar la cooperación global. Si lo logra, Ucrania no solo se levantará: inspirará al mundo con un modelo de reconstrucción cívica, digital y transparente. Cuando finalmente suenen las campanas en sus ciudades liberadas, será el eco de un pueblo que decidió reconstruirse a sí mismo, con coraje, inteligencia y esperanza.
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