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Los posibles escenarios para las mujeres y las diversidades si gana Kast Opinión Archivo

Los posibles escenarios para las mujeres y las diversidades si gana Kast

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Silvia Lamadrid
Por : Silvia Lamadrid Laboratorio de Análisis de Coyuntura Social (LACOS) Departamento de Sociología . Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Chile
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Kast sabe muy bien el poder de que dispondrá para tomar medidas consecuentes con su ideario patriarcal. Y ni siquiera necesita contar con el apoyo del Congreso para hacer cambios que pueden modificar nuestras vidas y limitar los (pocos) avances que mujeres y diversidades hemos logrado.


Faltando menos de dos meses para las elecciones presidenciales, no cabe duda de que uno de los contendores con más posibilidades de ganar la Presidencia es José Antonio Kast.

Derrotado en las anteriores presidenciales, aprendió muy bien que su explícita agenda conservadora y antimujeres y diversidades le había costado votos. Ya no habla de la eliminación o reducción del Ministerio de la Mujer o de reservar los beneficios y subsidios estatales para las mujeres casadas, sino priorizar a las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar o que no estén recibiendo las pensiones alimenticias de los padres de sus hijos.

Como muestra de lo que han aprendido sus asesores, ahora se enfoca en problemas redistributivos que afectan de diversas formas a las mujeres. Y no habla de diversidades (a veces es mejor no hablar de ciertas cosas). Por ejemplo, propone mejorar las remuneraciones femeninas mediante reformas laborales, capacitación digital –especialmente en el emprendimiento tecnológico e inclusión en STEM, es decir, matemáticas y tecnologías– para darles mayores oportunidades en el mercado laboral.

En salud, tiene propuestas para problemas específicos de salud de las mujeres, como duplicar el presupuesto público para tecnologías de detección y tratamiento del cáncer de mama, e implementar un programa especial de apoyo a la salud mental para mujeres afectadas por estrés derivado de injusticias o abusos, con accesos presenciales y remotos.

Ha reconocido el problema del incumplimiento de pensiones alimenticias y se ha comprometido a usar todas las herramientas sancionatorias para garantizar el cumplimiento.

Algunas de sus propuestas novedosas tienen un indudable sesgo natalista y las lanzó cuando los resultados del Censo 2024 mostraron nuestra baja tasa de fecundidad, pero apuntan a necesidades básicas de la mayoría de las mujeres que tienen la osadía de llevar a término su preñez, pese a la enorme carga que eso significa para sus vidas, como es la asignación económica por nacimiento: 1 millón de pesos para la madre al nacer y otro millón en una cuenta de ahorro para el hijo. Lo mismo la promesa de estudiar exenciones tributarias escalonadas según número de hijos e ingresos familiares, y de reestructurar bonos existentes y priorizar la primera infancia, incluyendo avanzar en la sala cuna universal y reasignar recursos hacia la educación temprana.

En cambio, ha guardado silencio respecto de otros temas que abordó en el 2021, como su interés en derogar la Ley de Aborto en tres causales y la promoción de la objeción de conciencia para instituciones que se opongan al aborto, así como su anterior oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo, afirmando que el matrimonio es exclusivamente heterosexual, o su rechazo a expresiones públicas de identidad de género, como el uso de la bandera LGBT en Providencia, y el uso del lenguaje inclusivo. Claramente él se opone a lo que él llama “ideología de género”.

Pero el silencio de Kast no necesariamente otorga. El abandono de la retórica más dura contra las feministas y las diversidades sexuales no tiene por qué implicar que ha modificado sustancialmente sus convicciones de toda una vida, y que ha practicado consecuentemente en su propia familia. Sabemos, porque no lo ocultó en la campaña anterior, que su visión de las relaciones de género es eminentemente patriarcal, y en ella el papel de las mujeres es la crianza y el cuidado de otros, renunciando a su propio proyecto de vida. El proyecto de vida de las mujeres, para él, es el de su legítimo esposo. Y el de las diversidades, integrarse a la heterosexualidad obligatoria o, al menos, guardar sus diferencias en el clóset.

El candidato y su equipo saben que la mayor parte de las propuestas hechas en esta campaña le pueden atraer votos entre sectores conservadores, rurales y de clase media-baja, donde la maternidad y la familia son valores centrales… pero probablemente ya los tiene. Cualquier cuestionamiento hacia la Ley de Aborto o la “ideología de género”, en cambio, sabe que le resta votación entre mujeres jóvenes, urbanas y con educación superior.

Queda la impresión de que, como buen hombre de campo, JAK ha evitado meterse en las patas de los caballos. Y que sus convicciones patriarcales están intactas, esperando solo el momento correcto para poder implementarlas. Además de la presión de sus alianzas nacionales e internacionales. No olvidemos que Kast lidera la Political Network for Values, una plataforma ultraconservadora global promotora de la agenda antiaborto y “pro familia tradicional”. Y que su mayor apoyo está en su núcleo duro evangélico y católico conservador, crucial para su identidad política.

La pregunta es si mantendrá esta prescindencia estratégica respecto a los temas de género en el caso de ser elegido en segunda vuelta (dudamos que se defina en la primera). No se necesita ser muy desconfiada para pensar que no.

Las revelaciones del programa “Quiénes actúan en las sombras de las redes sociales”, emitido por Chilevisión el 3 de septiembre, mostraron la existencia de una red de bots destinada a desprestigiar a las dos mujeres candidatas: Evelyn Matthei (derecha tradicional) y Jeannette Jara (izquierda). Ya habían tenido como precedente las denuncias desde julio de la existencia de una campaña de desinformación que incluía rumores sobre su salud mental (como que tenía alzhéimer), calificada por la candidata como “campaña asquerosa”.

Estas campañas ya han ocurrido en nuestro continente contra políticas mujeres, quienes suelen sufrir violencia digital intensa, apuntando a temas e insultos personales para silenciarlas y sacarlas del espacio público. Y la reacción del candidato y su comando fue en esa línea, al tratar de involucrar al hermano de Jeannette Jara, periodista de otra sección de Chilevisión, en la producción del reportaje.

La guerra sucia digital en la política chilena, tan cerca de las elecciones, debería impactar en las decisiones del electorado, porque demuestra la capacidad de algunos sectores para usar todos los medios a su alcance para ganar la competencia. Y, por cierto, ilustra sobre la posibilidad de tomar medidas, si son gobierno, que no fueron explicitadas durante las campañas, en el sentido de reafirmar su agenda conservadora, sosteniéndose en la promesa de seguridad y protección ante la delincuencia, demandas clave en esta elección.

Pero tras esas promesas está el más que sospechoso silencio sobre los temas valóricos. Vale la pena recordar que, hace pocas semanas, el candidato, en el XXI Seminario Moneda Patria Investments 2025, afirmó: “El Congreso es importante, pero no es tan relevante como ustedes se imaginan”. “No necesitamos más leyes para aplicar la ley”. Explicitó que piensa gobernar con “voluntad y carácter” y que, para eso, bastaría con aplicar la legislación vigente sin necesitar negociar con el Poder Legislativo.

La deriva autoritaria que ello contiene es bien clara, como lo han señalado no solo desde las actuales fuerzas gobernantes, sino también la candidata Matthei, que consideró estas afirmaciones como típicas de modelos autoritarios y poco republicanas.

¿Puede hacerlo? En realidad, la institucionalidad política chilena da importantes poderes al Ejecutivo, dado su presidencialismo. Incluso sin recurrir a Decretos con Fuerza de Ley (DFL) o Estados de Excepción Constitucional, el Ejecutivo tiene un amplio margen de acción, como reglamentos y decretos supremos, en que el Presidente dicta normas administrativas para aplicar las leyes ya vigentes; instrucciones y circulares, en que los ministerios y servicios pueden fijar criterios de interpretación o ejecución; y potestad reglamentaria autónoma, que permite al Ejecutivo regular materias que no estén reservadas por ley, pero siempre dentro de los márgenes constitucionales.

Si durante su Gobierno Kast tiene voluntad política, puede cambiar prioridades, intensificar políticas públicas o reinterpretar normas existentes. Solo para crear delitos, modificar impuestos, restringir derechos o asignar nuevos gastos permanentes necesita la anuencia del Congreso.

Puede incluso reorganizar servicios públicos dentro de las facultades legales ya otorgadas (como Sernameg, Prodemu, y otros). También tiene potestad para endurecer los controles migratorios, aplicando la ley vigente. Dentro de los márgenes legales, puede reorientar recursos del Presupuesto aprobado, dentro de márgenes legales, retirando, por ejemplo, recursos destinados a atender los derechos sexuales y reproductivos. Y, tal como lo ha hecho el actual Gobierno en la Región de La Araucanía, puede usar Estados de Excepción (por ejemplo, en seguridad pública) para desplegar FF.AA. en determinadas zonas, aunque esto sujeto a control del Congreso.

Así que démonos por avisadas, avisados y avisades. El candidato Kast sabe muy bien el poder de que dispondrá para tomar medidas consecuentes con su ideario patriarcal. Y ni siquiera necesita contar con el apoyo del Congreso para hacer cambios que pueden modificar nuestras vidas y limitar los (pocos) avances que mujeres y diversidades hemos logrado en los últimos años.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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