Opinión
Retener a quienes ya enseñan: la urgencia detrás de la escasez docente
La pregunta, entonces, no es solo cómo atraer a más jóvenes a estudiar pedagogía, sino cómo lograr que quienes ya están en las aulas no quieran irse. Esa es la urgencia que tenemos hoy.
Por estos días, un informe de la Fundación Horizontal encendió las alarmas: cerca de 23 mil profesores jóvenes han abandonado la docencia en los primeros años de ejercicio profesional. Se trata de un 14% de una generación, una cifra que debería preocuparnos tanto como las vacantes sin cubrir en las aulas. La escasez de profesores no solo se explica porque haya menos jóvenes estudiando pedagogía, sino también porque quienes sí llegan a ejercer, se van demasiado pronto.
Y eso nos lleva a preguntarnos: ¿Qué apagó la llama de la vocación en los profesores que se retiran en sus primeros años?, ¿qué estamos haciendo para que los nuevos profesores quieran quedarse?
El informe revela que una parte importante de ellos obtuvo buenos puntajes de ingreso a la educación superior. Es decir, eran jóvenes motivados e interesados en educar. Pero algo pasa en el camino. El sistema, las dinámicas escolares, los contextos laborales —a veces incluso los propios equipos docentes— terminan apagando el entusiasmo con que llegaron.
En mi experiencia, he visto comunidades escolares capaces de acoger, guiar y entusiasmar a los nuevos profesores. Son espacios donde la colaboración y el apoyo hacen que los primeros años —siempre los más duros— se conviertan en una etapa de aprendizaje real. Pero también he visto lo contrario: entornos hostiles o indiferentes, donde los profesores jóvenes no reciben los acompañamientos adecuados y se desilusionan con la desesperanza de otros más experimentados que han perdido la convicción de sus primeros años. En esos contextos, no sorprende que muchos opten por marcharse.
Aprendemos a ser profesores junto a otros profesores. Por eso, los primeros años deben estar cuidadosamente acompañados, con procesos de inducción sólidos, retroalimentación desafiantes y comunidades educativas dispuestas a acoger y enseñar.
La pregunta, entonces, no es solo cómo atraer a más jóvenes a estudiar pedagogía, sino cómo lograr que quienes ya están en las aulas no quieran irse. Esa es la urgencia que tenemos hoy.
Por lo tanto, el llamado aquí es a entender que hoy día tenemos una oportunidad de mejorar la experiencia que están teniendo los profesores nuevos en nuestras comunidades escolares. Sostenedores, directivos de colegio, profesores de más años de experiencia, ¿qué estamos haciendo hoy día con quienes están entrando en el sistema? Porque de nosotros depende que estos profesores se motiven y los niños de Chile tengan los maestros que tanto necesitan.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Inscríbete en nuestro Newsletter El Mostrador Opinión, No te pierdas las columnas de opinión más destacadas de la semana en tu correo. Todos los domingos a las 10am.