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Diplomacia del poder mundial en el Indopacífico Opinión

Diplomacia del poder mundial en el Indopacífico

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Juan Pablo Glasinovic Vernon
Por : Juan Pablo Glasinovic Vernon Abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), magíster en Ciencia Política mención Relaciones Internacionales, PUC; Master of Arts in Area Studies (South East Asia), University of London.
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Durante estos días se desarrolló una intensa diplomacia en la región del Indopacífico que, sin dar lugar a grandes acuerdos o resultados, deja en evidencia la estrategia actual de las principales potencias y confirma que la competencia por la supremacía global se juega ahí.


Con ocasión de las cumbres de ASEAN en Malasia y de APEC en Corea del Sur, convergieron los líderes de las principales potencias a los encuentros, quienes además aprovecharon de desarrollar agendas bilaterales. Sin duda los protagonistas fueron Estados Unidos y China, pero también fue la ocasión para una intensa diplomacia de los gobiernos de la región para adecuarse al orden global en configuración.

¿Qué podemos destacar de estas actividades? Partamos por Estados Unidos. El presidente Trump había anticipado que el objetivo principal de su periplo era “equilibrar” las relaciones de su país con las contrapartes asiáticas, centrándose en el comercio, las inversiones y la seguridad. En términos concretos, eso implicaba suscribir acuerdos con concesiones para su país que pudiera exhibir ante su audiencia interna y, por supuesto, al resto del mundo.

En ese contexto, Trump estuvo 24 horas en la cumbre de ASEAN. En ese corto pero intenso plazo firmó acuerdos comerciales con Malasia, Tailandia, Camboya y Vietnam. En ellos, básicamente a cambio de reducir ciertos aranceles (aunque no eliminarlos) a las exportaciones de estos países, obtuvo diversas concesiones, como la exención de estos para los productos agrícolas estadounidenses y el compromiso de aumentar las compras de bienes norteamericanos. También se incluyeron cláusulas sobre minerales críticos para asegurar su suministro bilateral.

Pero lo más llamativo es la introducción, por parte de la administración Trump, de una cláusula contra terceros que busca impedir el desvío de productos estadounidenses (hacia China) a través del Sudeste Asiático. Esta medida apunta a frenar el uso de la región como canal de triangulación comercial. Esta cláusula se enmarca en una estrategia más amplia de “desacoplamiento” económico con China, buscando redirigir cadenas de suministro hacia países aliados, pero sin permitir que estos sirvan como intermediarios para eludir sanciones.

Esta disposición claramente impone condiciones que erosionan el rol de plaza neutral de ASEAN en la guerra comercial, con el consiguiente atractivo para las inversiones tanto chinas como estadounidenses para acceder así en mejores términos a los mercados de cada superpotencia.

Vale la pena reseñar que Trump ha introducido cambios significativos en las estructuras de los acuerdos comerciales. Ya en su primera administración renegoció el NAFTA y su nueva versión, el T-MEC, fue concebido con una vigencia de 16 años, con posibilidad de renovación cada 6 años mediante revisión conjunta.

Es decir, se reemplazó la lógica general de que un acuerdo es indefinido salvo que se le dé término por las causales establecidas, por un tratado con plazo de expiración. También se incluyó una cláusula de terminación anticipada si una de las partes firma un tratado de libre comercio con un país que no tenga una economía de libre mercado (por ejemplo, China). Esta misma lógica es la que ha estado aplicando en los nuevos instrumentos firmados en ASEAN.

Adicionalmente a esos acuerdos, Trump facilitó una tregua entre Tailandia y Camboya tras los enfrentamientos fronterizos que dejaron decenas de muertos. Ese arreglo, suscrito por ambos países, incluye la presencia de observadores regionales y la liberación de prisioneros de guerra.

Finalmente, Trump se reunió con el presidente Lula de Brasil, quien asistía a la cumbre. Ambos líderes, reunidos por primera vez durante el segundo mandato de Trump, acordaron iniciar negociaciones inmediatas para resolver disputas comerciales y levantar sanciones. Más allá de lo que vaya a suceder, fue un acercamiento importante que además fortalece la pretensión de Lula de constituir a Brasil como un actor global.

Por el lado de ASEAN, en esta cumbre se cumplió un nuevo hito para el bloque, con la incorporación de Timor Oriental como flamante nuevo miembro. Con eso ascienden a 11 los integrantes, cubriendo todo el sudeste asiático.

Tras esa breve estadía, viajó a Japón donde se reunió con la primera ministra Sanae Takaichi, encuentro muy esperado por sus resultados, especialmente por los japoneses. Para alivio de estos últimos, el presidente estadounidense salió muy contento del encuentro y de sus resultados. La reunión consolidó la alianza estratégica entre Japón y Estados Unidos, marcada por elogios mutuos, acuerdos comerciales, defensa, inversiones y una nominación al Premio Nobel de la Paz en favor de Trump por parte de los nipones.

En materia económica, Japón se comprometió a invertir 490 mil millones de dólares en Estados Unidos a cambio de pagar aranceles no superiores al 15% en el marco de un acuerdo comercial firmado en julio de 2025. También este país se comprometió a abrir su mercado para el arroz y la carne norteamericanos, en lo que constituye un gesto muy potente de voluntad de mantener y robustecer la alianza bilateral, por cuanto esta siempre fue una línea roja para los japoneses.

En materia de defensa, Takaichi anunció el alza del gasto al 2% del PIB, adelantando el objetivo en un par de años. Este anuncio incluye la llegada de los primeros F35 comprados a Estados Unidos, a lo que se suma el anuncio de la adquisición de hasta 1.200 misiles aire-aire AMRAAM para equiparlos.

En suma, tras esa visita, ambos gobiernos dieron una señal de unidad y de profundización de su alianza estratégica, lo que se buscaba (pero no estaba asegurado) antes de la reunión de líderes de APEC, para dar una señal a la región, pero especialmente a China.

Finalmente, Trump y Xi se reunieron en forma previa a la cumbre APEC, en Busan. El encuentro marca el primer cara a cara entre los dos desde el regreso del republicano a la Casa Blanca. Ambos líderes alcanzaron un consenso preliminar para resolver disputas arancelarias. Trump anunció que reducirá los aranceles impuestos a China por el fentanilo, mientras que China se comprometió a comprar soja estadounidense a granel y a levantar restricciones sobre tierras raras, esenciales para la industria tecnológica. También abordaron temas de seguridad.

Aunque nada de lo acordado es vinculante ni definitivo, el hecho de que se hayan reunido y la señal de distensión que han dado es algo positivo para la región y el mundo.

Mientras Estados Unidos se concentró en privilegiar sus objetivos desde una perspectiva bilateral, China ha mantenido una estrategia multilateral, mostrándose como el campeón de la institucionalidad regional y mundial. En esa línea, ha buscado aparecer como un país que privilegia un entorno favorable para todos.

Con ASEAN negoció y firmó una ampliación del tratado de libre comercio vigente, disminuyendo los aranceles y barreras.

Xi Jinping participó activamente en la cumbre de APEC, donde presentó una propuesta de cinco puntos para promover una globalización inclusiva y sostuvo reuniones clave con Donald Trump, Sanae Takaichi y Lee Jae Myung. También, a diferencia del primero, se quedó para la cumbre de líderes, recibiendo la posta de APEC para ser su anfitrión el 2026.

Xi presentó una visión estratégica para la región del Indopacífico basada en la defensa del sistema multilateral de comercio; la construcción de un entorno económico regional abierto y equitativo; la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro; la digitalización del comercio y el desarrollo inclusivo centrado en pymes y en la equidad social.

El presidente chino propuso también crear una Organización Mundial de Cooperación en Inteligencia Artificial, para coordinar normas y garantizar un uso seguro y equitativo de la IA.

Xi Jinping reafirmó que la región debe mantenerse como el motor del crecimiento global, defendiendo el libre comercio frente al proteccionismo. En ese sentido, su participación deja a China como la defensora del multilateralismo y la cooperación regional, en contraste con las políticas arancelarias de Estados Unidos.

Por último, debe relevarse la primera reunión entre los gobernantes de Japón y Corea del Sur en el contexto de APEC, la que fue vista como un paso hacia la consolidación de un eje Tokio-Seúl en temas tecnológicos y estratégicos, en paralelo a sus respectivas alianzas con Estados Unidos.

En suma, durante estos días se desarrolló una intensa diplomacia en la región del Indopacífico que, sin dar lugar a grandes acuerdos o resultados, deja en evidencia la estrategia actual de las principales potencias y confirma que la competencia por la supremacía global se juega ahí.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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