Opinión
TVN: “El modelo no da más… pero ¿y la visión?”
El desafío de Gazmuri –y de todos quienes piensan la comunicación como bien común– no es solo salvar un canal. Es reencantar la idea misma de televisión pública como espacio de encuentro y de imaginación compartida.
La reciente asunción de Jaime Gazmuri como presidente del Directorio de Televisión Nacional de Chile (TVN), tras la intempestiva renuncia de Francisco Vidal, marca un nuevo capítulo en la larga y compleja historia del canal público. No es un cambio menor: TVN encarna una de las instituciones simbólicas más significativas del ecosistema comunicacional chileno, y cada relevo en su conducción reabre la pregunta sobre su sentido y futuro.
Francisco Vidal, en sus múltiples declaraciones, fue claro en señalar que el modelo de financiamiento de TVN “no da para más”. Un diagnóstico que, lamentablemente, todos conocemos hace años. Vidal advirtió que las arcas del canal permiten sostener la operación por un tiempo limitado. Sin embargo, más allá de esa constatación –cierta pero ya reiterada–, echamos de menos una reflexión más profunda sobre el tipo de pantalla pública que el país necesita.
Porque el problema de TVN no es solo económico, sino también de proyecto comunicacional. ¿Qué televisión pública queremos en tiempos de plataformas digitales, fragmentación de audiencias y sobreabundancia informativa? ¿Qué narrativa compartida puede ofrecer un medio estatal en una sociedad donde la identidad se dispersa en miles de micropantallas?
El Gobierno, por su parte, presentó hace un tiempo un proyecto de ley para reformular el financiamiento de TVN. Se trata de una iniciativa valiosa, que podría dotar de mayor estabilidad a la institución. Pero esa propuesta duerme en el Congreso, sin el impulso político ni ciudadano que requiere. Y hoy, al escuchar a Jaime Gazmuri reiterar que “el modelo no da más”, surge inevitablemente la pregunta: ¿no hay algo nuevo que decir, proponer o inspirar desde la presidencia del Directorio?
Más que insistir en lo evidente, se necesita una visión renovadora que reconecte a TVN con su sentido público, entendido no solo como servicio estatal, sino como espacio común, simbólico y emocional, donde los chilenos y chilenas podamos reconocernos en nuestra diversidad y complejidad. Un lugar donde converjan nuestras diferencias, nuestras memorias y nuestros futuros posibles.
Sin embargo, afirmar el carácter público de TVN no significa volverlo acartonado. La televisión pública no puede ser una vitrina solemne o pedagógica al viejo estilo, encerrada en la rigidez del deber ser. Por el contrario, su espíritu audiovisual debe abrirse al juego y a la vitalidad de la modernidad, a la imaginación creadora, a la entretención inteligente, al asombro y a la chispa de lo inesperado.
Solo en ese cruce entre cultura y gozo, entre reflexión y placer estético, puede florecer una televisión pública verdaderamente contemporánea: una que contribuya no solo a informar, sino a enriquecer la sensibilidad de un país, a hacerlo más culto, más diverso y, sobre todo, más vivo.
El desafío de Gazmuri –y de todos quienes piensan la comunicación como bien común– no es solo salvar un canal. Es reencantar la idea misma de televisión pública como espacio de encuentro y de imaginación compartida.
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