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Chilenas líderes superan tasa nacional de nupcialidad y ruptura matrimonial

Mujeres líderes, que en 50.5% declaran estar casadas, tienen mayor tasa de nupcialidad que el conjunto de la sociedad. Pero, al mismo tiempo, 10.2% de ellas están separadas o anuladas, situación que duplica la tasa de separación y nulidades. Clarisa Hardy, directora de Fundación Chile 21, analiza el costo de ser una fémina realmente VIP y casi perecer en el intento.


Cada vez que aparecen denuncias sobre nepotismo, corrupción y amiguismo en el escenario político, se potencia con creces en la ciudadanía el prejuicio generalizado de que la vida de los políticos es un eterno Paraíso.



Craso error la generalización, porque más allá de que las denuncias expuestas sean o no ciertas, el rol de líder en el ámbito político social tiene importantes costos para quienes detentan esa posición. Sobre todo, como lo demuestra una encuesta de la Fundación Chile 21 -»Filiación política, características actuales y origen social de las mujeres líderes»-, cuando se trata de mujeres.



A través de la encuesta a 570 mujeres líderes del ámbito político (205, entre ministras, subsecretarias, directoras de servicios, intendentas, y gobernadoras y Seremis; una senadora, doce diputadas, 25 alcaldesas y 68 concejalas) y social (365, entre dirigentes sindicales, de gremios empresariales, colegios profesionales y estudiantiles), Chile 21 llegó a algunas conclusiones que espantarían a cualquier novato con un potenciado sentido de la practicidad en la vida.



Por ejemplo, en cuanto a las características que se detectaron de los liderazgos femeninos, se observa que »el patrón etario de las mujeres líderes es más envejecido que el de la población femenina del país», un factor que unido a que »las mujeres líderes tienen un mayor nivel de nupcialidad y de rupturas matrimoniales que las tasas femeninas nacionales», no resulta nada estimulante para las nuevas generaciones de líderes femeninas.



Otra característica que termina por hacer pensar casi en una falta de cordura en quienes se atreven a ingresar a estas malévolas aguas, es que estas mujeres »no sólo tienen pocos hijos, sino que también maternidades tardías, lo que convierte la predominancia de hijos de mayor edad en uno de los rasgos de las mujeres que se dedican a la vida pública».



Si bien las parejas en Chile »postergan cada vez más la edad de tener hijos, en el caso de las mujeres líderes ello es manifiesto: el 84.5% de las mujeres líderes menores de 30 años no tiene hijos, situación también presente en un quinto de aquéllas que tienen entre 30 y 44 años de edad. Esto cambia con las mujeres sobre los 45 años, que revelan una mayor tasa de fecundidad, puesto que en su etapa de edad fértil, con alta probabilidad, no se dedicaban a la cuestión pública. La variación de las tasas de fecundidad, según la edad de las mujeres que están actualmente en cargos de representación política o social, explica que, en su mayoría, los hijos de estas mujeres sean mayores de edad: más de la mitad de las actuales dirigentes femeninas tienen hijos mayores de 18 años, y menos de un quinto está en la etapa de criar hijos pequeños, en edades preescolares. Sin embargo, la explicación también radica, como se analizara previamente, en el hecho de que las mujeres logran acceder a altos cargos públicos a más avanzada edad», concluye la encuesta de Chile 21.



PPD, PS y RN se separan más



El patrón estario de las mujeres líderes en Chile es más envejecido que el de la población femenina del país. Es así como sólo el 7,3% de mujeres líderes tiene menos de 30 años y el grupo más numeroso (46,2%) está entre los 45 y 59 años de edad.



»Destaca el hecho que el 10,1% de las actuales mujeres líderes supera los 60 años y llega más allá de los 75 años de edad en el ejercicio de algunos cargos de representación popular. Este envejecimiento de los liderazgos femeninos se acentúa si dejamos fuera del análisis a las dirigentes estudiantiles, grupo en el que se concentran los liderazgos femeninos jóvenes con que cuenta el país. En efecto, sin considerar a las dirigentes de federaciones de estudiantes universitarios, resulta que el grupo de mujeres líderes, menores de 30 años, se reduce al 3,1% y, en cambio, el grupo de liderazgos femeninos entre 45 y 59 años crece al 48,2%. En todo caso, la distribución de los liderazgos por edades no es homogénea: mientras los organismos estudiantiles son los únicos en que todas sus dirigentes tienen menos de 30 años, en el parlamento se concentran las mujeres de mayor edad (un tercio de las congresistas tiene entre 60 y 74 años)», agrega el informe.



Clarisa Hardy, directora ejecutiva de Chile 21, a pesar de no calzar con el grupo encuestado -porque dirige un organismo no gubernamental, no ha sido elegida por voto popular ni tiene responsabilidad política-, sí podría haber sido, por selección sicográfica, una de las 570 elegidas. Debido a su trayectoria, conoce muy de cerca la realidad de quienes ostentan cargos políticos de importancia, así como a la nueva camada que ha ingresado a la Escuela de Líderes (Generación Bicentenario) que encabeza.



Hardy, para hacer más inhóspito el rol que cumplen las líderes chilenas, agrega que en cuanto a separaciones y nulidades, éstas triplican las tasa nacionales en ambas circunstancias. »Pero si esos datos los cruzas por partido político, llegas a la conclusión que se separan más mujeres del PS, PPD y Renovación Nacional, que de la UDI y la Democracia Cristiana», subraya.



La encuesta de Chile 21 arrojó que el 12,5% de las líderes concertacionistas reconocen el status de separación de hecho o nulidad matrimonial, situación presente sólo en el 5,6% de las dirigentes de la Alianza por Chile.



Si bien son las mujeres de la oficialismo las que presentan mayores niveles de separación y nulidad matrimonial, este fenómeno se explica especialmente por las líderes del polo de izquierda (PS, PPD y, en menor medida, PRSD), con una baja tasa de separaciones en el caso de las mujeres del PDC. Por otra parte, aunque las separaciones y nulidades son menores en la Alianza por Chile, es en el ala liberal de la derecha donde se presentan casos de separaciones (RN), no así en la derecha conservadora (UDI) cuyas dirigentes no presentan separaciones.



Matrimonios



En cuanto al estado civil, éste muestra variaciones dependiendo de la filiación política de las dirigentes mujeres. Mientras casi dos terceras partes de las militantes de los partidos de la derecha agrupadas en la Alianza por Chile están casadas, en el caso de las militantes de los partidos de la Concertación, el porcentaje de mujeres casadas baja a menos de la mitad.



»Lo inquietante de estos resultados es que nos presenta la urgencia de pensar cómo se debe preparar una sociedad para recibir, en igualdad de condiciones, a hombres y mujeres. Hoy me comentaron en el Sernam, a quienes les interesó mucho el tema de género, que estuvo de visita una ministra española. Y que ella contaba que en España son ocho ministros y ocho ministras. Pero los hombres sumados, daban 60 hijos. Las mujeres, nueve. Y eso está pasando incluso en un país que tiene tres veces nuestro ingreso per cápita y que está aplicando leyes de cuota en el Parlamento, y que ahora aplicaron la paridad», detalla Hardy.



La directora ejecutiva aclara que la maternidad no sólo está »penalizada en la vida pública, sino mucho antes, ya que empezó con la incorporación de la mujer al mercado del trabajo. Porque mientras no esté distribuida igualmente la carga doméstica, esto castiga a cualquier mujer que abandona los roles domésticos de la misma manera. En el mundo de la política esto es aún más severo, porque tienes horarios más incontrolables que en el mundo laboral. Por eso, mientras no se redefinan los roles de la mujer en el ámbito de lo privado, toda salida de la mujer del espacio doméstico-privado va a terminar penalizando la maternidad de la mujer».



-¿Por dónde pasa los desencuentros entre hombres que conviven que comparten sus vidas con mujeres líderes, autónomas?
-Si la mujer ejerce de manera directa el poder, es más fuere el contraste con la cultura que todavía no ha cambiado las reglas donde el hombre sigue siendo el proveedor. En conclusión, la mujer ha aprendido a convivir con otro que tiene autoridad; el hombre todavía no aprende a convivir con la independencia, la autonomía y la autoridad de la mujer.



-En el caso de la Concertación, ¿ya es un tema en su interior?
-Yo creo que se va a ir poniendo en la medida en que las mujeres vayan jugando un rol creciente. Está claro que todavía tienen una presencia escasa en el mundo de lo público, y menos en los del poder. Solamente el 20%. Pero se lo están planteando, más que por lo que pasa en el mundo de la política, por lo que ocurre en el mercado laboral. En mujeres bajo los 30 años, la tasa de participación es del 50%. A diferencia de la tasa de participación en política, en ese rango, que es del 27%. De modo que va a ser un pronto debate.



-El hecho que las mujeres no estén en cargos políticos de avanzada, no pasa por falta de capital humano, de interesadas. El mundo de la política no es el sacerdocio.
– En el estudio vimos que las cifras del comportamiento de inclusión política de las mujeres, varían según la decisión del Mandatario. Lo que ocurrió en el caso de los tres gobiernos de la Concertación. La inflexión se produce cuando llega Lagos a La Moneda, porque él había asumido el compromiso de que, a los menos, cinco de sus ministros serían mujeres. Eso generó un cambio, y aumentó el número de mujeres en subsecretarías, seremis, directoras de servicios… fue un gran salto a partir de 2006, fruto de la sola decisión de quien lidera la política de gobierno. Y con Bachelet, que lo más probable es que llegue a La Moneda, esto se debería potenciar, porque ella ha señalado que quiere paridad.



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