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Países ricos optan por el proteccionismo en medio de crisis alimentaria

Nuevamente, las potencias comerciales no llegaron a un acuerdo sobre cómo y cuándo abrir sus mercados agrícolas e industriales. Mientras India demanda elevar los aranceles de forma inmediata y China propone proteger productos como el arroz, el azúcar y el algodón, EEUU califica las reivindicaciones como «injustas´´. Un duro golpe para las pretensiones brasileñas y un claro revés para la diplomacia ofrecida por Chile.


Otra vez las sillas quedaron vacías en Ginebra. La noticia que fue dada a conocer por la representante de Comercio de Estados Unidos, Susan Schwab, confirmó lo que todo el orbe sabía de antemano. Después de 7 años de negociaciones, las divergencias entre la Unión Europea, Estados Unidos y los países emergentes fueron más fuertes que los simples anhelos políticos.



La idea de liberalizar el comercio mundial – objetivo primordial del encuentro- claramente choca con las murallas creadas por el proteccionismo impuesto por las naciones más desarrolladas, que se ven amenazadas hoy por hoy por la turbulencia financiera internacional.



Lo cierto, es que el colapso de las tratativas se debió, según declararon distintas agencias de noticias, a un desacuerdo entre China, India y Estados Unidos sobre los subsidios agrícolas.



«Si bloquear significa no aceptar cualquier cosa que digan los países desarrollados, que así sea», dijo el ministro indio de Comercio Kamal Nath antes de una reunión con Estados Unidos.



India exige el establecimiento del mecanismo MSE por el cual se elevarían los aranceles de forma inmediata en caso de que hubiera una entrada masiva de productos agrícolas.



Mientras tanto China, abogó por la protección algunos productos como el arroz, el azúcar y el algodón.



Demandas que fueron duramente criticadas por Estados Unidos, calificándolas de "injustas» y que «ponen en peligro siete años de negociaciones».



Voces disidentes al acuerdo señalan que la solución no está en profundizar la desregulación de la producción y el comercio de alimentos y advierten que los objetivos verdaderos de la Ronda de Doha son volatilizar aún más los precios de los alimentos, incrementando la dependencia de los países en desarrollo en las importaciones, y fortaleciendo el poder del agro negocios multinacionales en los mercados agropecuarios y alimentarios.



Demandas de la región



Las diferencias también se da entre las llamadas economías emergentes.



Mientras Colombia, Perú y Chile pidieron a la OMC presentar un texto para salvar la Ronda de Doha, las delegaciones de Venezuela, Bolivia y Cuba rechazaron tal iniciativa y dijeron que las tratativas deben basarse indiscutiblemente en los textos que están sobre la mesa en agricultura y apertura de mercados industriales.



De hecho, el ministro de Relaciones Exteriores, Alejandro Foxley, viajó hasta Ginebra con la determinación de destrabar las negociaciones.



Chuchillazo en la espalda



Donde también hay divergencias es entre los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Cristina Fernández. La postura de Brasil de aceptar la propuesta de la dirección de la Organización Mundial del Comercio para alcanzar un acuerdo en la Ronda Doha, fue duramente criticada por los medios de ese país.



Un prestigioso analista político del diario brasileño Folha de Sí£o Paulo tildó de «cuchillazo por la espalda» a Argentina la decisión del gobierno de Lula.



Argentina se opone a la posición brasileña que contempla, entre otras cosas, un recorte promedio del 54 por ciento en las tarifas aduaneras en la mitad de los productos industriales que importan los países emergentes.

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