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Las cuentas millonarias que Arturo Martínez demoró cuatro años en aclarar

Una comisión formada hace años al interior de la multisindical objetó más de 150 millones en egresos sin ningún tipo de respaldo, durante el año 2002. El informe se conoció recién en 2004. En adelante, los integrantes denunciaron el desalojo de sus oficinas y durante dos años pidieron respuestas que no llegaron. Las cuentas recién se habrían aclarado en abril de este año. Es el estilo de Arturo Martínez, que va por su cuarto período como el obrero más poderoso de Chile apoyado por toda la máquina oficialista.    


Después de doce años al mando de la CUT, Arturo Martínez no se aburre y el próximo 28 de agosto va a la reelección. «Soy sindicalista hace cuarenta años y voy a morir tratando de hacer cosas por los trabajadores», dice.  En los comicios votarán cerca de 500 mil asociados.

El viernes, en un ambiente distendido y sin más prensa que los medios asociados a la izquierda «dura» se inscribieron siete listas, pero la pelea estará concentrada en dos frentes: el grupo de Martínez que va por su cuarto período y la lista de Jaime Gajardo que incluye a Cristián Cuevas en la vicepresidencia. Las elecciones coinciden con un buen momento para la Central, fortalecida después de las últimas movilizaciones sociales y gracias a que el «trabajo decente» y la «protección social» son los eslogans del momento. Extraoficialmente se dice que Martínez está «apadrinado» por La Moneda, y él reconoce que tiene una relación muy fluida con el ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade.  «Somos compañeros de partido. No me considero su amigo pero tengo un gran aprecio por él, es uno de los mejores ministros que ha habido en los cuatro gobiernos de la Concertación, pero  le falta apoyo para lo que quiere hacer».

Andrade también lo aprecia mucho. Lo suficiente para lograr que la Presidenta Michelle Bachelet incluyera en su última cuenta anual, una reforma constitucional que permita a los dirigentes sindicales postular al Congreso. Un traje a la medida de Martínez quien sólo en la última semana comunicó que iría a la reelección, con la misma directiva que lo acompaña actualmente. «Es muy difícil que yo vaya al Congreso. Hay que tener mucha plata para ser candidato a diputado y hay que tener un trabajo político en algún distrito. A mi esto es lo que me gusta hacer», dice.

Arturo Martínez sabe que tiene detractores, pero también que la disidencia no alcanza a socavar el poder que ha logrado construir en todo este tiempo. El año pasado se publicaron  en El Mercurio las criticas que hizo Jorge Pavez, en ese entonces presidente del Colegio de Profesores, sobre el destino poco claro de los US$ 2,6 millones que recibió la multisindical  por la devolución de sus bienes confiscados durante el gobierno de Pinochet.  Pésima maniobra si la intención era desestabilizar a Martínez. Hasta ahora, cualquier alusión al manejo irregular de los fondos en la CUT, hecha frente a los asociados se entiende como una «campaña orquestada por la derecha» y fin del asunto.

El desalojo

Pero hubo otra campaña «orquestada» desde la misma Central, que hasta ahora no ha tenido la misma difusión y que da cuenta del particular estilo de Martínez para manejar la organización. En agosto de 2003, durante el congreso refundacional, se formó una comisión revisora de cuentas, instruida para analizar la contabilidad del año anterior. El informe final se entregó al año siguiente, el 2 de agosto de 2004 y dio cuenta de $151.462.895, correspondientes a egresos hechos sin ningún tipo de respaldo entre los meses de enero y diciembre de ese año. A pesar de que la cifra es abultada, la reacción de la directiva no fue inmediata. El 7 de enero de 2005, casi un año después de entregado el informe, los integrantes de la comisión (Jorge Martínez, Juan Morales y Elsy Moreno) firmaron una carta para Hernán Bravo, vicepresidente de la CUT en ese momento.

«Hemos solicitado al Presidente y Tesorero de la Central que nos entreguen sus descargos al informe que permitan corregir todas las falencias, sin tener respuesta a la fecha», explica la misiva, y consigna que la comisión pidió al tesorero Guillermo Salinas (hoy secretario de comunicación) que entregara los antecedentes contables de los años siguientes. Salinas se comprometió a hacerlo. Las partes fijaron una reunión pero Salinas no asistió. «Ante estas circunstancias nos dirigimos a las oficinas de la comisión, ubicadas en el subterráneo y la hemos encontrado desocupada, sin computador, escritorio ni los documentos entregados bajo la responsabilidad de esta comisión», continúa la carta.

Los muebles fueron trasladados a la oficina de la Secretaría Internacional a cargo de Laura San Martín, que había renunciado a la comisión. «Cuando le solicitamos que nos explicara lo acontecido nos dijo que lo hizo por expresa autorización del Presidente de la Central, porque a su entender la comisión revisora de cuentas no existe y los documentos están en su poder».

Más de un año después, el 13 de febrero de 2006, la comisión envía otra carta, esta vez a José Ortiz, Secretario General de la  CUT, pidiendo una reunión urgente con la directiva para tratar el mismo tema. Pero no hubo respuesta.

Los divisionistas del magisterio

Según Arturo Martínez no hay nada que esconder, y está todo claro. Por cierto que el cronograma de la Central va a destiempo de cualquier organización similar. Las aclaraciones se hicieron recién en abril de este año, aunque en la lista de temas que se trataron (publicada en la web) no hay ninguna alusión al asunto financiero.

«Está todo a la vista, se acaba de constituir la nueva comisión revisora de cuentas, se entregaron los balances 2006, 2007. Es sucio buscar por el lado de las platas, porque eso es tratar a la gente de corrupta», dice Martínez y la versión de la campaña «mercurial orquestada por la derecha» es repetida con disciplina por el resto de los militantes. Jaime Gajardo lo describe sólo como un «dato de la causa» y  como un intento de un sector del Colegio de Profesores por dividir la organización. Aunque entre los que revisaron los antecedentes contables no hay nadie del Magisterio ni del movimiento Fuerza Social, vinculado a Jorge Pavez.

«Cuando alguien se plantea una lucha para cambiar la CUT se enfrenta a los cuatro partidos de la Concertación, Martínez está blindado por el gobierno, no creo que los cambios vengan con una lista nueva», dice un conocido sindicalista. Por eso, el nombre de la lista que encabeza Martínez «Autonomía Sindical», suena algo irónico para los que conocen por dentro la situación. En público las críticas son con guante blanco.

Cristián Cuevas no duda de la transparencia en la administración de los recursos pero admite que es necesario «neutralizar los elementos que intentan influir en el sindicalismo y hacernos relativizar las políticas sociales, necesitamos que la CUT deje de ser un mamut y se mueva más rápido».

                                                                          

 

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