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Promiscuidad concertacionista

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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La tesis de la mayoría de la Concertación está en jaque. Severo, serio, casi definitivo. Su electorado se ha vuelto promiscuo. Ha perdido la fidelidad. Si ya se estaba evidenciando imposible traspasar la popularidad de la Presidenta al candidato oficialista, estos nuevos datos revelan que el problema es bastante más complejo. Ya no es tan obvio tomar una calculadora y sumarle a Frei los votos de Enríquez-Ominami.


En esta misma fecha, pero el año 2005, el CEP dio a conocer su encuesta presidencial. Michelle Bachelet marcaba 45 puntos, y la suma de Lavín y Piñera alcanzaba los 37 puntos. En cualquier escenario de segunda vuelta la actual Presidenta superaba la mitad más uno. Cuatro años después, la última encuesta CEP arroja una interesante similitud: los votos de Frei y Enríquez-Ominami suman el 45% de las preferencias, mientras Piñera sigue concentrando el 37% que tenía entonces su sector. Si nos quedáramos con este dato, podríamos proyectar que el caudal electoral de la Concertación sigue incólume y que su victoria en segunda vuelta es predecible, independiente del candidato. Pero esta vez es el candidato de centroderecha quien lidera cualquier enfrentamiento en el ballotage (supera por 10 puntos a Enríquez-Ominami y por 3 a Frei). Si la elección fuera este domingo, considerando sufragios válidamente emitidos, Sebastián Piñera sería el presidente electo.

La respuesta a esta curiosidad es sencilla: no se produce un trasvasije directo entre los votos del candidato oficial de la Concertación y los del candidato díscolo proveniente de ella. La fuga es enorme, mucho mayor que la que sufrió Piñera en 2006 respecto de los votos de Lavín. Casi un tercio de la votación del senador DC, si llegara a quedar en el camino, pasaría al empresario RN en una eventual segunda vuelta frente a Marco. Y si fuera éste quien llegara tercero en diciembre, poco menos de la mitad de sus votos beneficiarían a Piñera en desmedro de Frei. La tesis de la mayoría de la Concertación está en jaque. Severo, serio, casi definitivo. Su electorado se ha vuelto promiscuo. Ha perdido la fidelidad. Si ya se estaba evidenciando imposible traspasar la popularidad de la Presidenta al candidato oficialista, estos nuevos datos revelan que el problema es bastante más complejo. Ya no es tan obvio tomar una calculadora y sumarle a Frei los votos de Enríquez-Ominami. El «nuevo Chile» que respalda a Marco no es objeto de endoso unilateral ni ideológico, básicamente porque parte importante de él cree que en esta pasada Piñera está más cerca de lo que aspiran. Ni las señales de Lagos sirven en esta encrucijada. Esa es la bendición de la transversalidad y la maldición de la diversidad que representa la candidatura de Enríquez-Ominami.

Lo que viene ahora complica más las cosas. El fenómeno MEO es el único que se anota un alza significativa en esta medición. Le roba 2 puntos a Frei (que baja la frontera de los 30 puntos) y rescata 2 de los indecisos. A medida que se acerca la elección este último grupo debería achicarse más (hoy llega al 14%), y me atrevería a apostar que lo hará robusteciendo la opción no tradicional, es decir, la de Marco. Esto lo pone a las puertas de los 20 puntos, superando con creces el honroso tercer lugar de Francisco Javier Errázuriz allá por 1989 y constituyéndose, aún sin pasar a segunda vuelta, en la anomalía política más relevante desde el retorno de la democracia. Las expectativas, eso sí, cambian sobre ese umbral. La pregunta «¿Y con quien va a gobernar?» se repetirá en miles de conversaciones. Para ella todavía no existe una respuesta aceitada y consistente.

Piñera, en cambio, puede navegar con relativa calma. Son sus socios de la UDI los que deberían a estas alturas, honestidad intelectual obliga, reconocer el tremendo error político que significó trabar una y otra vez la inscripción automática para ventilar el padrón. El candidato de la Coalición por el Cambio sigue arrasando en la juventud (especialmente no inscritos), donde incluso Enríquez-Ominami relega a Frei al tercer puesto. Quizás puedan pagar el daño liberando a Piñera para hacer gestos decididos hacia el electorado de Marco con miras a una probable segunda vuelta, porque sin esa porción de voluntades no llega a La Moneda.  

*Cristóbal Bellolio B, Escuela de Gobierno Universidad Adolfo Ibáñez, Independientes en Red.

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