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Los flancos que abre Piñera con embajador pinochetista en la ONU

Felipe Saleh
Por : Felipe Saleh Periodista El Mostrador
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El Presidente dijo en campaña que nadie vinculado a la dictadura ocuparía un cargo de primera línea. Aunque un embajador no integra el Comité Político, el representante en Naciones Unidas será la cara de Chile cuando el gobierno defienda su postura de defensa de los Derechos Humanos y deba negociar distintas resoluciones. Estos son los problemas y ventajas de un nombramiento polémico.


A mediados de los 70 Octavio Errázuriz Guilisasti, actual asesor de la presidencia de Copesa, fue secretario de la embajada en Washington. Chile era un tema ineludible en la agenda internacional: en octubre de 1975 Sergio Diez, representante de Pinochet en la ONU, negaba  oficialmente que  hubieran detenidos desaparecidos. Errázuriz fue secretario de la embajada. Un año después muere Orlando Letelier víctima de  un auto bomba y Estados Unidos aprueba la “enmienda Kennedy” para cortar el suministro de armas a Chile.

El analista y ex diplomático José Rodríguez Elizondo explica la realidad del Servicio Exterior en los años de plena Guerra Fría: “En la época de Pinochet la única alternativa real para un diplomático no comprometido con la dictadura era acatar su destinación, con mayor o menor entusiasmo. La alternativa idealista o utópica, habría sido renunciar al servicio  ejerciendo una peligrosa transparencia (‘no quiero ser embajador de un dictador’) o aduciendo un motivo menos peligroso para su salud. Obviamente, tal conducta se hizo impensable tras las ‘depuraciones’ masivas en el Servicio Exterior, que dispuso el gobernante por simples sospechas ideológicas”.

Entre el embajador y la agenda

Errázuriz  se mantuvo en el cuerpo diplomático hasta el gobierno de Frei Ruíz – Tagle. Más de 30 años después vuelve a la ONU. Y si en los 80 su gran amigo fue James D. Therebege, el embajador de Ronald Reagan en Nicaragua y en Chile entre el ’82 y el ’85, hoy Errázuriz llega armado con las excelentes redes que cultivó en los países del Asia Pacífico donde estuvo destinado en los 90. Países en los que Chile tiene clientes de cobre y proveedores de  gas entre otros muchos negocios, a los que están vinculados importantes empresarios como el clan Luksic

[cita]A la hora de las negociaciones de resoluciones en las que Chile esté metido, las relaciones personales y el respeto mutuo entre los embajadores sí importa.[/cita]

Juan Emilio Cheyre, director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica, cree que estos vínculos son su principal ventaja para encabezar la misión en la ONU. “Es especialista en asuntos del Lejano Oriente, donde la comunidad Internacional ha puesto un importante foco y además es un diplomático de carrera muy profesional. Lo demás me parece una caricatura ideologizada que no corresponde”, dice.

El mando en la misión Chilena ante Naciones Unidas fue conferido después de que la Cancillería descartara a tiempo su nombramiento en Brasil, y así evitar un ceño fruncido en el gobierno de Lula, que pudiera negarle el agreement debido a sus credenciales anteriores.

Pero en la ONU, donde no se necesita una carta de aprobación, los códigos de la diplomacia igual funcionan y el pasado del embajador  chileno al servicio de un gobierno que violó los derechos humanos, puede ser una buena plataforma de críticas para países como Cuba y Venezuela, atentos a la posición del gobierno de Piñera desde que éste tomara una postura muy clara frente a los Derechos Humanos en la Isla.

A mediados de marzo, Piñera junto a un grupo de senadores de la  DC se pronunció respecto de Cuba: “El Gobierno de Chile va hacer lo que esté a su alcance para contribuir a que en Cuba se produzca un proceso de recuperación pacífica de la democracia y un pleno restablecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades individuales”, fue la declaración oficial.

El imperio de las formas

Para un ex funcionario de la misión chilena en la ONU, una declaración como esta y la designación de Errázuriz representan una contradicción: “Si el embajador de Chile ante la ONU apoyó el régimen de Pinochet, en el cual se violaron los derechos humanos, la política de nuestro país en defensa de los derechos humanos sería criticada por el hecho de tener a un embajador de este tipo en el organismo. ¿Cómo defenderemos los derechos humanos en la ONU y ante el resto de países de América Latina, si nuestro representante no tiene un fuerte compromiso con ellos? Aunque hoy los tenga, el gobierno se abre un flanco de críticas”, asegura.

En diplomacia importan mucho los gestos, y las expresiones públicas de cada país aunque algunas veces no tengan relevancia política.  Lagos consiguió prestigio internacional para Chile negándose a apoyar la invasión de Estados Unidos a Irak. Hoy nuestro representante en la ONU no tiene el mismo aval. “A la hora de las negociaciones de resoluciones en las que Chile esté metido, las relaciones personales y el respeto mutuo entre los embajadores sí importa. Aunque uno cree que la política exterior de los Estados es sólo una proyección directa del país, los individuos pueden marcar una gran diferencia a la hora de las negociaciones, haciéndolas fáciles o difíciles”, asegura un ex funcionario de la Cancillería.

Además, durante los próximos dos años Chile preside el Grupo de Río, que funciona como un sub-grupo dentro de la ONU y al que acaba de ingresar Cuba el año pasado. El país que preside actúa como coordinador de los documentos que los miembros deciden sacar ante eventos relevantes, dentro de los cuales podría estar la situación del disidente cubano Guillermo Fariña. Está por verse cómo actuará Chile para levantar una postura sin que las fricciones obvias puedan dañar las relaciones con los países que conforman el grupo.

Todos son escenarios posibles en una misión que Octavio Errázuriz acaba de empezar. Por lo mismo José Rodríguez Elizondo sugiere cautela. “Mientras no se demuestre que el Sr. Errázuriz fue responsable directo de actos atentatorios contra los Derechos Humanos, debo mantenerle el mismo respeto que a los demás diplomáticos de carrera, que sirvieron en el contexto de la dictadura”.

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