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«Desde el punto de vista de Imagen País, el conflicto mapuche no es bueno»

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
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Aunque está convencido que los conflictos étnicos son parte de la realidad de América Latina, estima que la huelga de los comuneros mapuche puede acarrear consecuencias para Chile. No obstante, desestima que estos hechos puedan provocar la fuga de inversionistas de nuestro país.


El director ejecutivo de la Fundación Imagen País, no es cualquier persona en el ámbito de las relaciones internacionales. Por el contrario, sabe de lo que habla, no por nada fue canciller durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y, como diplomático ha cumplido importantes misiones en representación de nuestro país. Es por eso que Juan Gabriel Valdés, desde su actual cargo, observa el devenir del conflicto mapuche con cautela y preocupación por los efectos que pudiera llegar a tener en al imagen de Chile, en el exterior.

Tiene la convicción de que este problema se viene arrastrando desde hace muchísimos años. Y que todos los chilenos somos responsables de que se haya llegado al punto en que los comuneros en huelga de hambre tienen en vilo a todos los poderes del Estado. A su juicio, “es evidente que la relación entre miembros de este grupo étnico y terrorismo constituye un factor que no es digerible para una parte muy importante del mundo que nos mira”.

En entrevista con El Mostrador hace un análisis de las eventuales consecuencias de este conflicto. Pero de alargarse un tiempo más, Valdés no verá su definición en Chile, porque dentro de unos días viajará a Paris por tres meses para cumplir con un compromiso que viene postergando hace varios años y que sus numerosas responsabilidades le habían impedido cumplir. En reemplazo hasta su regreso, y en calidad de subrogante, asumirá su cargo en Imagen País, el actual vicepresidente de la Fundación, René Merino Blanco.

-¿Cómo fundación han monitoreado la huelga mapuche?

-Por supuesto. La estamos siguiendo, en el sentido de que tenemos una Dirección de Comunicaciones que sigue todas aquellas noticias que generen interés en el exterior. De tal manera de poder, eventualmente, medir cuál es el impacto que esa noticia podría tener sobre la manera como nos ven quienes siguen estos temas. Le hemos hecho un seguimiento, por ejemplo, al tema de los mineros. Y hemos visto la cantidad de publicaciones que se han hecho en el exterior; hemos calculado el número de intervenciones en internet, en twitter…Nos damos cuenta que la situación de los mineros constituye la noticia más relevante, desde el punto de vista de la citación del nombre de Chile en el exterior, probablemente –pienso, no hago una comparación científica, porque no podría-, desde el arresto de Pinochet en Londres, en término de artículos publicados en diarios extranjeros. Por lo tanto, seguimos estos temas y, naturalmente, estamos recopilando información sobre lo que se está publicando afuera en relación al tema mapuche.

[cita]“Conflictos con pueblos nativos existen en casi toda América Latina. No me cabe la menor duda de que un país que está en medio de la celebración de su bicentenario y que proyecta una idea de que las cosas van bien -y que la gente acepta que esas cosas van bien-, naturalmente que produce una sensación de desconcierto ante un cuadro como el que se está viviendo con los mapuches. Desde el punto de vista de la imagen del país, claramente no es bueno.” [/cita]

-Usted ha dicho que una labor similar han efectuado con el tema de los mineros, en comparación ¿cómo se ve el tema mapuche desde  fuera?

-Con respecto a los mineros, probablemente es la primera vez que en el mundo moderno de las comunicaciones, el mundo chileno popular es visto desde el exterior. Un argentino popular tiene inmediatamente un reconocimiento por el tango; un mexicano popular es visto como un fenómeno propio de los bigotes y de la revolución mexicana, etc. No diré un peruano o un boliviano, que son claramente tipos indígenas, pero no es fácil describir a un chileno. La idea del minero, y sobre todo lo que se ha visto por televisión, porque esto se ha visto en todo el planeta, ha generado una idea de una persona resiliente, con capacidad de resistencia, con sentido del humor, coraje y capacidad de organización y disciplina y eso es algo muy fuerte desde el punto de vista de la percepción. Porque no todos los países logran introducir imágenes que produzcan fenómenos afectivos, en una audiencia global. Con respecto a los mapuches, el fenómeno es, primero, menos notorio y, segundo, claramente negativo. Es menos notorio, simplemente porque fenómenos de situaciones de conflicto con minorías es algo bastante expandido en el mundo, desgraciadamente. Y quiero dejar en claro que ninguno de mis comentarios tiene un sesgo de valoración, estoy respondiendo una pregunta sobre impacto de imágenes y de información. Es evidente que lo que está haciendo el Presidente Nicolás Sarkozy con los gitanos tiene un impacto extraordinariamente negativo para Francia, por ejemplo.

-¿Cuánto afectan situaciones como ésta la imagen de un país?

-Ahí es donde las cosas son más complejas de analizar. Voy a usar el argumento inglés, del brasileño que fue muerto por la policía británica en el metro de Londres, hace unos años. Causó un escándalo con justa razón, porque ese hombre era inocente de todo y lo acribillaron a tiros pensando que era un delincuente o un terrorista sin ni siquiera preguntarle como se llamaba. Esos factores sin duda que produjeron, en Brasil, un impacto tremendo de mala imagen del gobierno británico, de la policía británica…, pero yo no diría que Inglaterra como tal cambió su imagen. En el sentido de que hay una idea asentada de lo que es un país como Inglaterra. Tampoco creo que la idea de Francia cambie por la política de Sarkozy respecto de los gitanos. En el caso nuestro es más complejo, porque las ideas que se proyectan sobre Chile son más confusas. Hay una identidad menos perfilada. Estas cosas van componiendo un discurso que la gente construye en la cabeza acerca de qué es lo que es ese país. Conflictos con pueblos nativos existen en casi toda América Latina. Por lo tanto, no constituye una novedad, pero no me cabe la menor duda de que un país que está en medio de la celebración de su bicentenario y que proyecta una idea de que las cosas van bien -y que la gente acepta que esas cosas van bien-, naturalmente que produce una sensación de desconcierto ante un cuadro como el que se está viviendo con los mapuches. Desde el punto de vista de la imagen del país, claramente no es bueno.

-¿Y esa mala imagen podría afectar la inversión?

-Honestamente, no lo creo para nada. Quienes hacen cálculos de inversiones en esta materia, lo hacen en países que son bastante más conflictivos y tienen situaciones muchísimo más difíciles que la de Chile. Por lo tanto, no veo por qué tendrían que tomar una decisión por eso.

-¿Entonces, tampoco afectaría la colocación de productos chilenos en el extranjero?

-Hay situaciones que si se plasman en el mundo exterior con una determinada lectura y esa lectura persiste…en que la idea de injusticia es la idea que la resume y esa injusticia persiste en el tiempo, creo que obviamente hay riesgo para todas las actividades externas.

“Una pobreza inaceptable”

-¿Cómo diría que ha enfrentado este conflicto el actual gobierno?
-Creo que todos los chilenos nos hemos equivocado durante más de cien años en materia de tratamiento al tema indígena y de los pueblos originarios. La aceptación de la diversidad, en este país, es extraordinariamente difícil, porque tiene una tendencia cultural hacia el monolitismo. A la gente le gusta estar de acuerdo, le parece que no estarlo constituye algo grave. Porque la diversidad es algo complejo de administrar. Por lo tanto, hemos tenido una mirada sobre nuestra sociedad en que es muy difícil incorporar lo diverso. Siento que estos errores se transmitieron también durante los períodos de la Concertación. Por lo que no voy a hacer responsable a este gobierno de una situación de esta naturaleza. Tampoco voy a justificar a grupos que usan la violencia, cuando la mayor parte del pueblo mapuche está en otra cosa. Lo que me preocupa es que esa otra cosa es una pobreza inaceptable. El tema de fondo es cómo todos hemos permitido que se mantenga en la pobreza y marginalidad a una parte importante de este grupo étnico. Por otro lado, hemos tendido muchas veces a adoptar una postura de acusación, de criminalización, a gente que está reaccionando, a lo mejor de una pésima manera, ante esta situación en que está.

Hoy día hay que cambiar esta legislación antiterrorista, que es inaceptable. Estoy totalmente de acuerdo con quienes han dicho que la idea del terrorista del mundo exterior está vinculada a Al Qaeda, a las Torres Gemelas. Entonces, es evidente que la relación entre miembros de este grupo étnico y terrorismo constituye un factor que no es digerible para una parte muy importante del mundo que nos mira. Y si ya en sí no es digerible la situación de los mapuche históricamente, es indigerible el que sigamos aplicando legislación en la que hay Tribunales Militares. Me alegro de los cambios que se están proponiendo. (Pero) es posible que no sean suficientes, porque lo suficiente va a ser un tipo totalmente distinto de aproximación al problema. Y eso implica cambios de mentalidad y de cultura, en el país.

-De lo que ha dicho se desprende que la Concertación tampoco lo manejó  bien.

-Yo no quiero hacer un juicio acerca de si este gobierno se está equivocando o no. Lo que estoy diciendo es que ha habido una equivocación colectiva de la sociedad chilena frente al tema de los mapuche y eso se ha expresado a nivel político en todos los gobiernos anteriores. La pregunta, aunque no tengo la respuesta, es si las transformaciones que está pidiendo este gobierno hoy día son suficientes o no. A mí me da la impresión de que al asunto le falta mucho todavía para ser resuelto. No deja de preocuparme seriamente que una situación trágica en esta materia pueda generar un costo muy grande, desde el punto de vista de los organismos internacionales; de nuestro prestigio en los organismos internacionales, en Naciones Unidas y en la manera que Chile tiene que encarar estos problemas internacionales.

-¿Si se muriera uno de los huelguistas cambiaría en algo el análisis de la situación?

-Sería una cosa terrible, por supuesto. Ahí no entraría necesariamente el criterio del fenómeno étnico, sino el hecho de que hay una situación durísima en materia de derechos humanos. Esa es una cuestión difícil de manejar. Huelgas de hambre en que ha muerto gente (…) son situaciones que afectan en el mundo entero. Por lo tanto, espero que la Iglesia Católica pueda tener éxito en convencer a estos comuneros de que desistan de la huelga, pero también que exista algo que vaya más allá de la simple reforma del Código y que se busque una fórmula de diálogo que permita que esto se resuelva de alguna forma.

-¿Cómo influye el que un grupo de diputados se sumara a la huelga de hambre?

-Aumenta la visibilidad del problema, claramente. El hecho de que sean parlamentarios aumenta la visibilidad del asunto, no son cualesquiera persona. Aquí estamos hablando de comunicaciones y, desde este punto de vista, no cabe duda que la presencia de los parlamentarios le aumenta la visibilidad a un drama que tiene repercusiones desde el punto de vista de la imagen internacional del país. Su participación en la huelga podría acelerar la discusión legislativa.

Sin embargo, los diputados fueron desalojados anoche de la Cárcel de Temuco. Con lo que su participación en la huelga seguirá siendo sólo en términos de su trabajo legislativo.

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