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La bestia negra de Nicolás Ibáñez

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El empresario recurrió al Colegio de Abogados para denunciar las faltas a la ética que, a su juicio, cometió el patrocinante de su esposa, Jorge Gompertz, por mezclar los negocios con su vida privada. Lo anterior, debido a que el profesional envió una carta a DyS para conocer su patrimonio y lograr así que la mujer -quien lo acusó de violencia intrafamiliar- recibiera una compensación por los 18 años que estuvieron casados. El juicio fue rápido y viciado, pero la Suprema ordenó el viernes último que todo volviera a fojas cero en la entidad gremial, por lo que el empresario, si quiere seguir adelante, tendría que testificar para dar cuenta de sus dichos.


El abogado Jorge Gompertz se convirtió hace pocos días en la “bestia negra” del exitoso empresario del retail Nicolás Ibáñez.

Representado por su colega Cristián Arias, logró que la Segunda Sala (Penal) de la Corte Suprema, volviera a fojas cero un proceso que se inició en el Colegio de Abogados, reflotando la última arista del divorcio del hombre de negocios con María Carolina Valera, donde hubo incluso acusaciones de violencia intrafamiliar.

La historia de esta batalla judicial se inició en 2002, cuando La Nación Domingo publicó un amplio reportaje sobre las agresiones físicas y sicológicas que Ibáñez propinaba a Varela.

El empresario ordenó a sus empleados de la red de distribución del supermercado Líder que compraran todos los ejemplares que eran vendidos en los quioscos. La acción le echó bencina al fuego y el periódico -recientemente cerrado por el gobierno- sacó una edición para que los lectores conocieran la información.

Juicio adelante

Luego vino lo de siempre en los juicios de divorcio: audiencias, notificaciones, escritos que iban y venían.

Gompertz, quien patrocinaba hasta ese momento a la esposa de Ibáñez, buscaba que la mujer recibiera una pensión y una compensación económica por los 18 años que estuvieron juntos.

[cita]El viernes 28 de enero la Segunda Sala Penal del máximo tribunal acreditó que el proceso iniciado por Ibáñez contra Gompertz en el Colegio de Abogados era nulo y debía retrotraerse a la etapa donde el empresario debió prestar testimonio. Ahora deberá decidir si quiere seguir adelante con el juicio y traer al presente su divorcio o bien si desiste y todo queda en nada.[/cita]

Por esta razón, el abogado emprendió una estrategia judicial tendiente a establecer la fortuna real de Ibáñez para que el tribunal a cargo del divorcio determinara la cantidad de plata que recibiría la ahora ex esposa.

Ibáñez, decidido a proteger su secreto mejor guardado, es decir su patrimonio, contrató los servicios de los más renombrados estudios de abogados. Pese a lo anterior, Gompertz siguió en la batalla judicial y envió una carta al directorio de DyS para conocer cuánto dinero tenía el empresario. Y lo hizo, debido a que la esposa era accionista minoritaria del conglomerado.

La ira de Dios

Ibáñez no toleró la solicitud y contrató al abogado Carlos Balbontín para denunciar a Gompertz ante el Colegio de Abogados, ya que a su juicio se había intentado mezclar su vida personal con los negocios, apuntando a una falta a la ética profesional.

El hombre de negocios buscaba una sanción simbólica, ya que la tuición de los colegios profesionales no tiene validez legal, salvo la publicación del fallo en la revista de la instancia gremial.

La presentación de Ibáñez fue acogida, se inició el juicio ético, comenzó la recolección de antecedentes y en una rápida votación, que luego sería impugnada, Gompertz fue castigado por faltas a la ética.

El Colegio de Abogados por ese entonces era presidido por Enrique Barros, cuyo estudio también representaba a Ibáñez en otras materias, aunque se inhabilitó en la vista de este caso.

Gompertz, con el fallo en la mano, sólo tenía una chance para anular la sanción: recurrir ante la Corte de Apelaciones de Santiago. Y así lo hizo. Su patrocinante Cristián Arias alegó falta de debido proceso, que implica una vulneración de los derechos constitucionales. Dentro de los argumentos apuntó que el Colegio de Abogados no le permitió –en el período probatorio- que Ibáñez testificara para que diera cuenta de sus dichos.

En  agosto de 2008 Gompertz perdió con un fallo contrario de 215 caracteres, aunque el voto de minoría, justificó su rechazo a la mayoría con 9.319 caracteres, sosteniendo que no había razón alguna para sancionar el profesional.

Golpe mortal

Pues bien, la Suprema revisó esta resolución y en agosto de 2010 emitió otra, anulándola. El hecho fue una señal de que Ibáñez no sólo no tenía la razón, sino que el peor golpe podía venir.

Y así sucedió: el viernes de la semana pasada la Segunda Sala (Penal) con un fallo unánime emitido por los cinco ministros, acreditó que el proceso iniciado por Ibáñez contra Gompertz en el Colegio de Abogados era nulo y debía retrotraerse a la etapa donde el empresario debió prestar testimonio (ver fallo adjunto).

En esta etapa, Ibáñez deberá decidir si quiere seguir adelante con el juicio y traer al presente su divorcio o bien si desiste y todo queda en nada.

En el caso de Gompertz sucede lo mismo, pero hay un detalle no menor: el fallo de la Suprema establece que los consejeros de la asociación que deben participar en esta nueva revisión no deben estar inhabilitados. El problema se produce porque todos emitieron su opinión y conocieron de los antecedentes. En otras palabras, se produce una suerte de vacío para resolver. La suerte, entonces, está echada. ¿Ibáñez y Gompertz enfrentados otra vez? Sólo en marzo habrá una respuesta.

Este diario se contactó con el abogado Balbontín, pero declinó hacer comentarios.

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