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Carlos Peña : «La Iglesia seguirá alejándose de la sociedad hasta convertirse en una creencia de minorías»

El abogado y actual rector de la Universidad Diego Portales, analizó las palabras del recién electo Papa Francisco en su primera misa. Catalogó su discurso como una serie de infantilismos y puso en duda la realización de las reformas doctrinales que muchos vaticinan con el nuevo mandato del ex cardenal Jorge Mario Bergoglio, que ha sido calificado, de antemano, como revolucionario.


«¿Es verdad que con el nuevo Papa soplarán vientos de cambio? ¿Será cierto que con él la Iglesia estará menos preocupada de la sexualidad y más de la justicia?». Son las preguntas que se hizo el abogado Carlos Peña en su columna dominical de El Mercurio, ¿Cambios en la Iglesia?.

Para esos cuestionamientos, Peña tiene una respuesta tajante: «El reformismo doctrinal no llegará. Lo raro es que alguien piense que algo así hubiera podido ocurrir».

Tras escuchar la primera misa del actual Papa Francisco, al abogado le parece muy poco problable. Primero que todo, fue el mismo Papa quien recordó a todos los católicos la verdadera, y fundamental, labor de la Iglesia en la actualidad. «¿Remediar los males de este mundo, aminorar la injusticia, disminuir las fuentes del sufrimiento humano? No exactamente». En cambio, el Pontífice le atribuyó esas honorables acciones a las ONG’s, «a esos grupos de buenos ciudadanos que juntan fuerzas en pos del bien público», detalló Peña.

Entonces, ¿cuál es para el nuevo Papa la razón de la existencia de la Iglesia?, «la de transmitir el mensaje de Cristo, ser su esposa», insistió el Papa.

Peña explicó que, «esto último fue una cita a Pablo, el gran organizador de la Iglesia, quien reinterpretó así la relación conyugal del Viejo Testamento entre Dios y su pueblo».

Como segundo argumento, el rector de la UDP, enfatizó algo que le llama mucho la atención en el discurso de Francisco: «el empleo, por parte del Papa, de figuras que infantilizan a los fieles (o incluso a los cardenales, a quienes también habló del diablo) y que parecían abandonadas por el lenguaje eclesial. Resulta que ahora el universo se divide entre quienes adhieren al demonio y quienes, en cambio, adhieren a Cristo».

Como ejemplo, Peña rescató este fragmento del discurso: «El que no le reza al Señor -continuó-, le reza al diablo. Cuando no proclamamos a Jesucristo, proclamamos el estilo mundano del diablo, el estilo mundano del demonio (…) Cuando caminamos sin la cruz, cuando construimos sin la cruz y cuando proclamamos a Cristo sin la cruz, no somos discípulos del Señor».

«¿Podrán esperarse cambios genuinos por parte de quien se expresa con tamaño simplismo?, se preguntó Peña.

Según él, Francisco predica pero no da «mayores señas» de lo que los fieles deben hacer para evitar caer en lo que el mismo Pontífice llama «el estilo mundano del diablo». Sin embargo, Peña rescata algunos indicios «que permiten identificarlo y el resultado no es ni revolucionario ni reformista. Se trata, simplemente, de los viejos y antiguos temas de la Iglesia».

«La idea de que la riqueza material no es mala en sí misma si ella paga la hipoteca a favor de los pobres, una idea que ha convivido muy bien con el capitalismo rampante (Francisco da el ejemplo: viaja en micro, pide que los empresarios argentinos en vez de ir a Roma a celebrarlo, den el dinero del ticket a los menesterosos, etcétera); de los persistentes temas de moral sexual del Vaticano (desde la prohibición en el uso de anticonceptivos a la condena del matrimonio gay), y de la idea de lo sobrenatural (lo mundano como opuesto a lo celestial)», enunció el columnista.

Como conclusión, Carlos Peña postula que, la Iglesia Católica bajo el mando del Papa Francisco, pocoo nada va a cambiar. «Nada de eso va a pasar», insistió.

«La Iglesia Católica seguirá alejándose de la sociedad contemporánea, hasta convertirse, como ya ha ocurrido en muchos países, en una creencia de minorías (una contradicción desde que católico equivale a universal). Ello ocurrirá, ante todo, porque hoy día, gracias a la expansión de la autonomía personal la fe, se ha transformado poco a poco en una experiencia reflexiva e individual, algo a lo que las personas adhieren aspirando a una relación con Dios sin mediadores. Este fenómeno -que Peter Berger llamó la protestantización de la religión- se acentuará con una Iglesia más preocupada de defender la ortodoxia de la doctrina que valorar la experiencia de la fe».

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