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ME-O a Bachelet: “Propongo lista parlamentaria única con un mínimo común: fin al binominal” Candidato del PRO revela las claves de su campaña presidencial

ME-O a Bachelet: “Propongo lista parlamentaria única con un mínimo común: fin al binominal”

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
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Parece estar tomando aire para subir “por el Himalaya, la parte norte, en invierno”, como denomina lo que pretende hacer de aquí a noviembre. Pero en medio del trabajo en terreno ha tenido que enfrentar la acusación de que su joven partido habría estado afiliando militantes de manera irregular. Analiza el escenario post primarias y desmitifica la sobrevaloración que se ha hecho del centro político.


Confiado en que en esta elección puede irle mejor que el 2009 si —como ocurrió en la reciente primaria—, va mucha gente a votar, Marco no quiere parecer ansioso. Pero, como hace cinco años, se debate entre decir de una vez todo lo que quiere, en lo que está pensando, que se entienda a lo que aspira para un Chile que no parece entenderlo aún, y hacer que se note que ya llegó a los 40. Que está calmado, más maduro, pero sigue siendo ‘pro’. Que su relato de campaña es “simplemente de sentido común” y que esta dispuesto a “un acuerdo amplio” para terminar de una vez por todas con el sistema binominal y devolverle al Presidente de la República la facultad de llamar a plebiscito.

Cargado a las ironías, a las onomatopeyas y a las inflexiones de voz, intenta dar un ritmo a la conversación. Para que se entienda lo de verdad importante y, si es necesario, lo dice abiertamente, pero con amabilidad. Así, mientras bebe su café desde un vaso térmico, evalúa el proceso de primarias; propone un acuerdo amplio que incluya a todos los que han manifestado su inquietud por cambiar el sistema electoral, también RN; le responde a Franco Parisi y Pablo Longueira; y, explica, las veces que sea necesario, lo central de su proyecto para llegar a La Moneda.

En él la educación tiene un sitial preponderante. Y por ahí pasan las principales críticas a la Concertación —pese a que fue diputado un período por el Partido Socialista— y a los candidatos “de la derecha”: Longueira y Parisi. Sobre estos últimos advierte que “tienen una particularidad: uno de ellos compra colegios y el otro impidió la gran reforma más importante en la educación que fue prohibir la selección de alumnos hasta cuatro medio, la LEGE. Uno compra colegios en un modelo que permite discriminar y el otro se preocupa de que exista discriminación. Uno lucra con esa ley y el otro la hace. Los dos son ingenieros, son dos visiones y ambos están en la derecha”. Pero también acusa a los candidatos de RN, Andrés Allamand, y de la DC, Claudio Orrego, de “doble estándar”.

[cita]Después de 24 años, viéndolos hacer la ley anti díscolos, privatizando sanitarias, de verlos defendiendo a Pinochet en Londres, tengo suficientes elementos —habiendo sido diputado, además— para decir ‘yo no doy un cheque en blanco’. Y nuestras ideas van a estar en primera vuelta. Y cada persona que vote por nosotros sabrá exactamente qué proponemos. Lo repito hoy día: asamblea constituyente; reforma tributaria de cinco puntos del PIB; educación gratuita de las universidades estatales públicas.[/cita]

Y, entre otras cosas, enfrenta las acusaciones que han surgido en contra de su partido por supuesta afiliación sin consentimiento de militantes al Partido Progresista. Al respecto, explica que, “primero, no somos el partido con más problemas. Segundo, la información que está es pre primarias, post primarias va a haber sorpresas. (…) Porque el domingo le pasó a mucha gente que se enteró que está inscrita en la derecha o en la Concertación… afiliaciones irregulares. Este es un tema que nos preocupa y ocupa, pero ¿sabes de cuánto estamos hablando? De cinco mil personas pidieron desafiliaciones a todos los partidos, 450 son del Partido Progresista. De esas, 19 personas dicen haber firmado el 2009, 19 personas dicen que sus firmas fueron falsificadas, suponen. Sólo un caso hasta ahora, pueden ser más, ha dicho que su firma no se parece a la otra”.

-¿Cuál es su evaluación del reciente proceso de primarias, además del resultado?
-Valoro la alta participación. Dicho este reconocimiento, llama la atención. Que ningún chileno haya podido votar en primarias parlamentarias. Ups, sólo al pasar, porque ese es el corazón de la democracia. Es irrelevante! Aunque es ni más ni menos que el centro del problema.

-Pero RN hizo 10…
-Internas. Cuidado con el lenguaje, porque se está transformando todo en una banalización. Una interna no es una primaria. Una cosa es que la ley de primarias acoja las internas, (pero) una primaria es entre partidos distintos e independientes. Todo se banaliza al servicio de mostrar un poco de gatopardismo, sin que nada cambie. Se hace una primaria presidencial, pero no tocas el corazón.

-¿Pero las primarias no son finalmente una especie de sucedáneo de lo realmente esencial que es cambiar el binominal?
-Por lo mismo, eso es lo hipócrita. Esa es la prueba de que no quieren cambiar el binominal. Si lo querían cambiar, por qué no hicieron primarias parlamentarias. La mejor manera de esquilmarte el binominal, entes de cambiarlo, eran las primarias. Son proporcionales, tienen un principio básico: salen las dos primeras mayorías, no hay binominal. Por qué no hicieron una primaria de toda la centro izquierda, de toda la oposición parlamentaria.

-¿Entonces que habría que hacer?
-Yo sigo creyendo que hay que derrotar el binominal. Nosotros estamos dispuestos, por ejemplo, a explorar la posibilidad de una lista única contra el binominal. Un Parlamento que dure un año.

-¿Cómo así?
-Que elijamos una lista que dé mayoría para botar el binominal, que se disuelva el binominal al tiro, y hagamos otra elección.

-¿Para las elecciones de noviembre?
-Ahora. Como los dirigentes de los partidos están preocupados de su patrimonio y el tiempo no les alcanza, para que les alcance el tiempo: hoy 5 de julio —o sea 43 días antes de la inscripción—, por El Mostrador, propongo una lista única parlamentaria con un mínimo común programático: fin al binominal. Ese Parlamento va a durar, ojalá, el menor tiempo posible. Con un segundo compromiso: aprobar una reforma constitucional que le devuelva al Presidente la facultad de convocar a un plebiscito. El mínimo de lo mínimo.

-Eso tendría el problema de dos elecciones parlamentarias prácticamente consecutivas.
-Probablemente. Pero más problema es el binominal. De eso es de lo que me han querido convencer desde hace 24 años y estoy en rebeldía. Todo es un problema, pero para defender a Pinochet en Londres no fue un problema. Mandaron un avión de la Fach durante un año a costo Fiscal. ¿Fue un problema privatizar las sanitarias? ¿Fue un problema hacer la LEGE, coludirse con Carlos Larraín? ¿El estómago alcanzó o les dolió la guata? ¿Al levantar los brazos alguien se desmayó en La Moneda? Para eso no hubo problema, no veo por qué no puedan llegar a un acuerdo con nosotros. Si con Carlos Larraín nadie tuvo que tomar antiácido y levantar los brazos jocosos, supongo que con nosotros podrán llegar a un acuerdo. Y yo no maté a nadie y no fui cómplice de la dictadura. Supongo…

-Dicho todo eso ¿Cómo ve el proceso de las primarias en el marco del triunfo de Bachelet? ¿Cómo queda el escenario para los que ahora van a la primera vuelta? Se dice que hay un centro político que quedó huérfano…
-Es una mirada que no me interesa y no me convoca nada. Siempre veo que discutir sobre los tributos nos sitúa frente a la derecha. Pero, salvo otro par de carpetas, creo que la izquierda y la derecha en Chile son términos del siglo XX, no del siglo XXI. Por tanto, ante esta discusión que no es nueva: yo no creo en esa geometría infantil. Es el negocio de (Pablo) Longueira y (Michelle) Bachelet, hacernos creer que la derecha y la izquierda son cosas distintas. Salvo el problema ético y moral, para efectos sustantivos, pienso en educación, energía, medio ambiente, recursos naturales, son lo mismo. Pero sácame el elemento ético y moral, que para mi es relevante —mis reparos con Longueira son éticos, biográficos—, no me vengan a convencer que la ley de educación la hicieron los extraterrestres. La discusión sobre el centro no me interpela para nada. La idea de ‘¿vas a ir por el voto de Velasco?’. ¡Guau! No la logro captar.

“El doble estándar (de RN y la DC) no es posible”

-Dada esa tesis ¿el centro estuvo sobrevalorado en estas primarias?
-Lo diría de otra manera: la Democracia Cristiana intentó convencer al país durante los últimos 10 años que tenía el monopolio de la serenidad, de la sensatez… Y dos partidos que tenían doble estándar fueron castigados (por eso): RN y la DC. La derrota de (Claudio) Orrego y (Andrés) Allamand tiene algo en común, un cierto doble estándar.

-¿En qué sentido específicamente?
-RN nos trató de explicar durante 20 años que era un partido más liberal que la UDI y lo preside un arzobispo, Carlos Larraín, perdón la caricatura. Y su candidato, que supuestamente había sido el hombre más abierto que había defendido y votado por Pinochet, en su campaña fue el vocero del Vaticano. Van al debate presidencial y los dos dicen ‘somos lo mismo’. Entonces ¿cómo? ¡qué estafa más grande, esto es para un Sernac! Yo, como consumidor de contenidos, había escuchado que Allamand y Longuiera no eran lo mismo y, para efectos de una primaria, RN retrocede. Será el rol de Larraín, al interior del partido probablemente, alguien produjo una involución. Ese doble estándar no es posible. Sobre la DC, perdón que lo recuerde pero mi abuelo Rafael Gumucio fue el primer presidente, por lo cual puedo hablar con cierta propiedad. No me van a contar cuentos, viví 10 años con él exiliado en 30 metros cuadrados, conozco el alma de uno de sus fundadores. Ese viejo, era un viejo progresista, no era marxista…la DC rompió con el Partido Conservador; la DC estaba a favor del aborto terapéutico; la DC hablaba de la clase media como el progreso; la DC era profundamente respetuosa de la separación del Estado y la Iglesia, creía en la teología de la liberación, estaba con los curas del pueblo; la DC produjo una cantidad de intelectuales muy sofisticados, de ahí viene la gente del Mapu y de la Izquierda Cristiana, y ahora algunos de sus dirigentes secuestran un ethos demócrata cristiano, que tenía que ver con la reforma agraria y con las peleas que dio Frei Montalva.

No es para nada de mi gusto, tengo juicios durísimos respecto de él, pero en su gobierno, Frei Montalva estaba a la izquierda de esta DC.

Entonces, fue un castigo electoral. Más allá de los valores que ellos tengan que son súper legítimos, yo hablo del doble estándar, no estoy haciendo juicios de valor acerca de sus contenidos. Digo, no calza. El oportunismo político tiene un límite. No puedes decir que eres un partido Demócrata Cristiano y ser un partido de derecha, pero evidentemente de derecha. Si estás bloqueando todo. Bloqueas el plebiscito, los derechos civiles… A mí me tocó y me toca ver cómo todos los días extorsionan al país diciendo que si ellos no están se acaba la democracia. Lo dicen así, si el centro político no está, se acabó la democracia chilena. En la primaria acaba de ocurrir un dato: no son el centro de la democracia chilena. Era una primaria intrafamiliar, en la catedral de la Concertación, son los terceros. Vengo desde el 2009 hablando de esto. No creas que es una reflexión de hoy. Hoy día se cumplió una evidencia más de algo que yo vengo diciendo hace mucho rato y, por eso, me fui de la Concertación. Ahí está la controversia fundamental: la relación de tuición moral, de monopolio moral de la DC sobre la izquierda, es inaceptable. Es un veto demócrata cristiano a todos los temas y lo viví en carne propia y lo sigo observando.

-¿En su diseño mental que ya ha planteado sobre los partidos políticos cuál es su proyecto para enfrentar la primera vuelta?
-Lo mío no es una revolución, es simplemente de sentido común. Yo creo anormal el sistema de Isapres; anormal que una mujer como tú, a los 65 años va a llegar empobrecida, con una salud en que las Isapres te van a cobrar más caro y con mala jubilación. Anormal… ¡punto! Los anormales son los que crearon este sistema y lo han administrado, ellos son los anormales. Eso vale para algunos empresarios, para la Concertación y la derecha. El mensaje es uno solo: NOR-MAL. Vamos a hacer propuestas de sentido común.

Propuestas de “sentido común”

-En el contexto de sus propuestas de “sentido común” ¿cómo diseña su camino de aquí a noviembre?
-Por el Himalaya, la parte norte, en invierno.

-¿Por qué siento que ya escuché eso?
-Porque lo acabo de decir el domingo, porque es la figura que representa mi candidatura. La parte norte del Himalaya es la más difícil. No aflojar en esta entrevista la discusión de fondo, tratar de no caer en la cuña. El problema de Chile es que los economistas nos han querido convencer que la educación es un problema de gestión, Simce; el ranking de los colegios es competencia. Un niño que compite aprende a ganar y a perder, y yo no quiero que mi hija aprenda a ganar o a perder, quiero que aprenda a colaborar. La visión de la sociedad es un problema con la economía. Lo nuestro es otra cosa. Me comprometo en esta entrevista a no nombrar la palabra duopolio, porque ya la agoté. A propósito de giro estratégico, voy a hablar de lo que sueño, que quiero. Los niños en Chile aprenden a competir, los diarios publican el ranking de los colegios. Cuando hay un ranking alguien gana y alguien pierde, cómo queda la autoestima del que está abajo, cómo estudia si tiene la autoestima destruida. Mal. Es la economía la que se ha apropiado del debate chileno, por eso están los Chicago Boys, los ministros de educación son economistas, por eso los candidatos presidenciales son economistas. No sé si te suena conocido. Por qué al final del día nos quieren decir que el tema es cuánto cuesta la felicidad al menor costo. Entonces, la parte norte del Himalaya es tratar en las entrevistas de explicar que hay que desarmar ciertos nudos teóricos. Donde el socialismo no aporta respuesta, para hablar directamente; donde la UDI por supuesto bloquea este debate; donde la DC bloquea ese debate…Entonces, nosotros proponemos un camino que es el progresismo, que es el progreso. Si para eso requiero derrotar a la derecha, bien. Pero en la idea del monopolio moral la posición de los diablos y los monstruos tiene algo de camuflaje moral. Como si tú no hubieses sido parte de todo lo que pasó en estos 24 años, tú gobernaste 20 años…

-Usted también fue parte.
-Claro, fui diputado, y por eso me fui. Sí, fui, pero me fui. Un pequeño detalle en la entrevista, porque esto es un principio re importante. Es gravísima la afirmación que tú haces: yo me fui, porque los conozco. Entonces, te lo doy vuelta, claro que fui diputado y, como a ti te consta, se me rotuló de díscolo, porque traté de explicar, probablemente con menos nitidez que hoy

-Más allá de eso ¿Cómo se ve en la competencia del 17 de noviembre?
-Con una visión social distinta. Mi problema no son ellos, porque son todos distintos. Bachelet fue ministra de Defensa, de Salud y Presidenta de la República, por tanto, por ejemplo, en materia de salud tiene que hacerse cargo del sistema de salud que tenemos. No va a decir que porque fui diputado yo hice el sistema de salud, me concederás que ella ha sido Presidenta de la República y ministra de Salud, podemos conversar de eso ¿no? En términos de que tendrá que explicarnos por qué se tomaron estas decisiones. Por otra parte, Longueira no nos va a decir que Chile es injusto y él quiere ser justo, si el fue diputado, senador y ministro de Economía, en el país más desigual de América Latina, según la OCDE. Hay que hacerse cargo de que hicieron cosas y me proponen exactamente lo mismo que antes, cuando fueron candidatos. Los mismos eslógans: el 2005 ‘estoy contigo’, ahora ‘yo quiero a Chile’. Ya tuvieron su oportunidad, creo que en 10 años, en el caso de Bachelet, y 20 en el de Longueira, es tiempo.

-¿Y no le parece llamativo que dado ese escenario que describe tan gráficamente, Bachelet haya ganado la primaria de La Nueva Mayoría con un porcentaje tan alto? ¿A qué lo atribuye?
-El mismo de (Ricardo) Lagos y (Andrés) Zaldívar. ¿Te acuerdas cómo fue el resultado de la primera vuelta? Empate. Ganamos con un voto por mesa. Y Lagos ganó a Zaldívar la primaria por 70-30. ¡Cuidado con el síndrome del balcón! Ahora viene la campaña. Yo tengo buena opinión de Michelle Bachelet, fui diputado leal a ella, fui diputado con ella, fui electo con ella y a mi ella me cae BIEN. No tengo reparos biográficos con ella. Longueira, es un bloqueador, un freno. Es el candidato del 1 por ciento, que se come el 30 por ciento de los ingresos. En términos metafóricos, él es un guardián de las injusticias…

-De un modelo
-De las injusticias, de la anormalidad. Es una especie de siquiatra que te quiere convencer de que estas en un mundo normal, cuando es completamente anormal. Y como es una posición de fuerza, vía el binominal, vía el dinero, vía los empresarios, inseguriza. Porque cómo va a ser normal que yo tenga Isapre y además una aseguradora para complementar. Cómo va a ser normal que el ocho por ciento de los niños estudie en colegios más o menos, que son los privados, y el 92 por ciento en colegios donde no entiende lo que lee.

-Su discurso está entre lo que uno podría asumir como razonable, ¿en ese contexto quién pasa a segunda vuelta, entre esta multiplicidad de candidatos?
-Si gana la colusión Concertación-derecha y sus dirigentes; si gana finalmente la idea de que se trata de que lo único posible es lo que proponen esas dos coaliciones y lo demás es imposible o es populismo. Esa idea va a ganar electoralmente y va a haber un correlato. Y mi tarea va a ser empujar los límites.

-La vez pasada usted sacó un 20 por ciento y se produjo un escenario similar a lo que está pasando con Andrés Velasco, que dijo que votará por Bachelet, pero no llamará a votar por ella. Pero ahora usted tendrá alguna expectativa respecto de los resultados de la primera vuelta. Supongo que querrá ser quien pase a la segunda vuelta con Bachelet.
-Sí, obvio. No quiero el 20 por ciento. Lo hemos dicho en todos los tonos, queremos un porcentaje que nos permita pasar a segunda vuelta. Si hubiéramos querido el 20 por ciento, no habríamos defendido el nombre de todos lo que queríamos primarias parlamentarias. Si hubiéramos querido negociar, habríamos aceptado estas primarias insuficientes.

-Nunca quedó muy claro por qué no se llegó a acuerdo respecto de las primarias presidenciales
-Ya lo dije. Por qué las primarias son buenas para Presidente y no para senador, si los senadores duran ocho años, no hay segunda vuelta y es binominal y todos hemos dicho que el binominal es una vergüenza.

-¿No le interesó específicamente por ese tema?
-Pero obvio, al principio, y también un programa. Porque cuando ganó Bachelet la primaria, qué ganó. ¿Ganó el matrimonio igualitario?, ¿ganó la asamblea constituyente?, no sabemos. Por favor explícame qué ganó. Entonces, qué primaria fue esa.

-Eso tiene que ver con que se asume que el ganador tendría que aunar programas.
-Un cheque en blanco. Después de 24 años, viéndolos hacer la ley anti díscolos, privatizando sanitarias, de verlos defendiendo a Pinochet en Londres, tengo suficientes elementos –habiendo sido diputado, además- para decir ‘yo no doy un cheque en blanco’. Y nuestras ideas van a estar en primera vuelta. Y cada persona que vote por nosotros sabrá exactamente qué proponemos. Lo repito hoy día: asamblea constituyente; reforma tributaria de cinco puntos del PIB; educación gratuita de las universidades estatales públicas. En materia de política exterior, vamos a resolver la relación con nuestros vecinos de otra manera. No vamos a aumentar el gasto militar. Cada voto que va a nosotros es el voto que va a un programa. El voto que fue a Bachelet, fue un voto a qué. Acuérdate de mí, que nos van a proponer el mismo nivel de ambigüedad hasta noviembre. Porque es la misma Concertación. No están de acuerdo en los temas esenciales. Para mí son fundacionales temas como el matrimonio igualitario que tiene que ver con la visión de sociedad, los derechos. También son fundacionales y no fundantes temas como la droga, la Ley 20.000.

“Uno lucra con esa ley y el otro la hace»

-Su intención de no querer hablar mal de otros candidatos choca con la de ellos. Porque Franco Parisi habló de usted y no muy bien que digamos. Dijo en El Mostrador, entre otras cosas, que usted  tiene una agresividad increíble, que le tiene “un odio que es de la vieja política”. Yo creo –dice- que “es un político viejo en cuerpo joven” y hace todo un recuento de su trayectoria política y de su familia.
-Longueira dice lo mismo. Y voy a responderle a los dos. Mi abuelo, Rafael Gumucio, estuvo en política, pero hay una diferencia, fue exiliado dos veces. Don Edgardo Enríquez fue ministro de Educación y rector, defendió la autonomía universitaria y fue condenado a trabajos forzados en Isla Dawson. Carlos Ominami, mi abuelo, quedó mudo de la electricidad que le pusieron en la lengua sus compañeros de la Fach. Miguel Enríquez, fue asesinado de trece balazos en el cráneo. Marco Antonio Enríquez  estuvo preso en Chacabuco por ser hermano de Miguel. Edgardo Enríquez fue reportado desaparecido hasta hace pocos meses. Inés y Javiera Enríquez, de toda esta familia de la elite, muchos de ellos todavía viven fuera de Chile. Todos mis primos vivieron en Cuba, Venezuela, Francia y México. La familia Gumucio fue exonerada y deportada completa fuera de Chile. Carlos Ominami estuvo en la siguiente controversia: su papá bajo tortura, los militares proponiendo un canje. Entonces, esa famosa elite política, un pequeño detalle, es una familia de rebeldes híper castigados por sus ideas. Yo le diría simplemente a Longueira y a Parisi que eso decía El Mercurio de Miguel Enríquez el año ’72. Que eran burgueses y el reparo que se le hacía a Miguel Enríquez era un reparo de fascistas que era decir ‘Miguel tomaba té’. Un reparo reaccionario, lo mismo se le decía al Che Guevara. Lo segundo, no voy a polemizar ni con Claude, ni con Sfeir, ni con Roxana, ni con Parisi. Tengo una mala noticia para ellos: no voy a enganchar. Porque al día de hoy ellos son muy importantes para encarnar esta alternativa del duopolio. Pero Longueira y Parisi sí tienen una particularidad: uno de ellos compra colegios y el otro impidió la gran reforma más importante en la educación que fue prohibir la selección de alumnos hasta cuatro medio, la LEGE. Uno compra colegios en un modelo que permite discriminar y el otro se preocupa de que exista discriminación. Uno lucra con esa ley y el otro la hace. Los dos son ingenieros, son dos visiones y ambos están en la derecha. Y es bueno que crezcan ambos, es bueno que compitan ambos. Pero nosotros somos otra cosa. Mi polémica es con la lógica que representa Bachelet, no con ella. Y con Longueira tengo un problema de reparos éticos y actual: la frase que dijo sobre la inmigración no la voy a dejar pasar. Dijo algo gravísimo que en un país, con cultura xenófoba como la nuestra, pasó piola, pero es inaceptable…

-A lo mejor no generó el impacto que debería haber, pero no pasó piola.
-El tipo dijo ‘las mujeres peruanas le quitan el pan a las mujeres chilenas’. Ese es el inicio del odio. Le Pen dijo eso hace 30 años en Francia y terminaron tirando a los árabes al metro. Un político que es candidato a Presidente y que dice ese pensamiento xenófobo merece un pacto republicano, como pasó con el chiste del judío en televisión. Un pacto que suponía detenerse, decir ‘alto, este es el límite’.

-¿Qué lectura hace cuando Parisi lo enfrenta tan duramente? Se podría inferir que imagina que se están disputando el mismo electorado.
-No lo sé. Yo creo que los de él son de derecha y la gente que crea que comprar colegios, lucrar con ellos, es calidad de educación, es gente con la que nosotros tenemos una dificultad. Porque preferimos convencer a los chilenos que desconfíen de este sistema educativo. Tenemos una diferencia estructural con Longueira y con Parisi: no creo en el lucro en la educación; en mi corta carrera de diputado voté contra la LEGE, por el derecho que se le dio a los colegios privados a seleccionar, incluidos los particular subvencionados que reciben recursos del Estado. Lo que yo dije es que ‘estas platas que te entrego como Estado tienen deberes públicos’ y eso fue lo que no le pareció obvio ni a la Concertación ni a la derecha el 2008.

-Pero cuando se produjo ese debate, la Concertación no tenía los votos para aprobar algo distinto de lo que permitiera la derecha, por eso no se pudo avanzar en posturas como la suya.
-No es el punto. Esta es mi gran diferencia con ese razonamiento. Mira, recuerdo haberlo dicho, tenías a los estudiantes movilizados, eras gobierno… Póngalo y la derecha pagaba el costo. Que la derecha pagara el costo, porque en perspectiva desde estos últimos cinco años qué ganaste con la LEGE. Nada. Te puedo decir que ganaste 40 mil cabros repitiendo el 2011. ¡Piñera es responsable de la repetición de 40 mil cabros!

-¿Entonces que es lo que viene?
-En la presidencial del 2013 vas a tener en la papeleta el minimalismo (de Bachelet), el bloqueo de Longueira o una visión de sociedad. Todos los candidatos independientes son un aporte a la visión de sociedad.

-¿En este contexto, si usted no pasa a segunda vuelta vamos a ver el mismo escenario del 2009?
-Pasaremos a segunda vuelta. El 2009 no teníamos partido, no teníamos fundación, no habíamos recorrido Chile. Hoy somos más, estamos más acompañados, estamos más preparados. Lo importante es que hoy día estoy dispuesto al máximo sacrificio. Tengo 40 años. Probablemente el 2009 Chile no estaba preparado para tener un Presidente de 35 años. También era un tema, era muy temprano. Ese 20 por ciento fue exitosísimo. Esta primaria vivió un subsidio como una votación general y, por lo tanto, esa elección general augura que va a haber mucha votación. A mayor votación nuestra chance crece. Nosotros tenemos un desafío gigantesco en la movilización: si vota poca gente nuestras chances son bajísimas, las chances están ligadas a una alta participación.

-¿Bajo su diseño tiene la convicción de que pasa a segunda vuelta?
-Vamos a pasar a la segunda vuelta. Creo que efectivamente Bachelet tiene la primera opción, nosotros vamos a disputar por la primera y la segunda, pero somos sensatos creemos que la segunda opción hoy día también es parte de la controversia, más que el 2009. Para ser justo, se reproduce bastante el escenario del 2009 en algunas cosas. La segunda opción era la pelea, porque Piñera iba a pasar de todas maneras a segunda vuelta. Y el 2009 no ganamos, obvio. Pero también es cierto que no teníamos partido; competimos con un economista que había votado contra Pinochet, que tenía 2.500 millones de dólares, que tenía un canal de televisión y un club de fútbol. Ese era Piñera y podía decirte mirándote a los ojos que era el cambio, podrías no creerlo, pero era sensato después de 20 años del gobierno de una misma coalición.

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