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La astucia de Solari ANÁLISIS

La astucia de Solari

Mirko Macari
Por : Mirko Macari Asesor Editorial El Mostrador
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Solari no logró Ministerio en Palacio pero se construyó un espacio de influencia no menor para la agenda reformadora de La Moneda, mientras todo el resto de su generación asume cabizbaja el cambio de ciclo y se resigna a aceptar distinguidas embajadas a cambio de salir de la primera línea.


“La gran Frank Underwood de Ricardo Solari”. Así me describió un inquilino de La Moneda la operación quirúrgica que desplegó estas semanas el Presidente del directorio de TVN, también conocido como “el chino” desde los tiempos en que era parte de la dirección clandestina de la Juventud Socialista bajo Pinochet. Underwood, para los que no lo sepan, es el protagonista de la mítica serie norteamericana House of Cards, que recrea la trastienda de la incestuosa relación entre la prensa, la política y el dinero, y que hace las delicias de todos los que juegan al poder aquí y en la quebrada del ají.

Underwood sigue las mismas viejas reglas de Nicolás Maquiavelo en un Washington donde la astucia y la sagacidad son la virtud suprema, mejores por cierto que ser bueno, legalista, sincero o humano, características que incluso pueden denotar debilidad.

Y es que Solari no logró Ministerio en Palacio pero se construyó un espacio de influencia no menor para la agenda reformadora de La Moneda, mientras todo el resto de su generación asume cabizbaja el cambio de ciclo y se resigna a aceptar distinguidas embajadas a cambio de salir de la primera línea. Solari llegó a TVN entendiendo que su poder era limitado por una institucionalidad con mecanismos que blindan a los dos puestos clave de la estación: el director ejecutivo y el director de prensa.

Removerlos implica cinco votos de los siete del directorio para el primero, y cuatro para el segundo. Su única fuerza, coincidente con el inicio de su mandato, radicaba en mandar la señal al mundo político de que la conducción de la estación pasaba por su escritorio. Para eso eligió la remoción de Mauro Valdés, el director ejecutivo nombrado durante la administración Piñera, y poner en ese puesto a alguien que sicológicamente le respondiera a él.

La estrategia elegida fue la del desgaste, pues la guerra frontal y el conflicto no son lo suyo. En el directorio difícilmente tendría los votos para sacarlo, incluso dentro de los sillones que corresponden a la Nueva Mayoría. Valdés llegó al puesto en 2010, pues la entonces Concertación se resistió a Cristóbal Lira, el nombre que inicialmente trató de imponer el piñerismo. Al abogado de la UC y ex gerente de BHP Billiton, le dijeron que su trabajo ante todo era defender la autonomía del canal. Al parecer se lo tomó en serio y por eso, al poco andar, un Piñera irritado y a la baja por las movilizaciones estudiantiles del 2011, mandó al canal a su operador más rudo, Carlos Zepeda, quien fue frontal y directo para explicitar su misión de sacarlo. Pero Zepeda falleció en el intertanto. El que tomó la posta fue entonces Mikel Uriarte, quien no escatimó en recursos para hacerle la vida imposible a Valdés, pero lo hizo con la habilidad de un elefante en una cristalería.

[cita]La reunión del directorio de TVN el miércoles, donde se confirmó a López, fue un mero trámite. Solari había conjurado el peligro, dio garantías a Girardi y Andrade, impuso a López y si alguien en los pasillos del poder, incluida La Moneda, quiere algo de TVN, ya sabe a qué teléfono llamar. Otro nombre, como el de Jaime de Aguirre, por ejemplo, con más vínculos y llegada a Palacio, sin duda lo habría eclipsado.[/cita]

Nada más lejos del estilo Solari, quien fue marcando la jugada en la cancha con la destreza de un viejo crack que calibra con maestría el espacio-tiempo. Lo primero fue filtrar por la prensa que tenía candidata para el puesto, y que esta era viable. Así, Valdés se notificó leyendo el diario que no lo querían. Lo segundo fue bloquearlo en ciertas conversaciones clave, que disminuían su autoridad de manera sutil pero evidente. Sin piso y probablemente agotado después de resistir dignamente por un tiempo considerable, dio un paso al costado.

Lo notable de “el chino”, sin embargo, fue lo que vino después. Al día siguiente de renunciado Valdés, llegó a La Moneda un PDF que recopilaba comprometedores tuits que la candidata de Solari para la dirección ejecutiva de TVN, Carmen Gloria López, había publicado en la red criticando a Guido Girardi y Osvaldo Andrade y elogiando a Camilo Escalona y Andrés Velasco. Los tuits –escritos con la guata–, son un perfecto derecho ciudadano, pero en clave política representaban una gruesa debilidad para un cargo que debe darles garantías a todos. Girardi pidió explicaciones en Palacio, pero Solari salió a jugar solo sus cartas y apagó un incendio que de hacerse público arruinaría con escándalo la operación. El martes Girardi y Andrade salían dócilmente a visar la nominación de López –incluso el primero se permitió hacer gárgaras con el derecho a la libertad de expresión–. De paso, el ministro de la Segegob, Álvaro Elizalde (quien pertenece al tercerismo, el mismo lote de Solari dentro del PS) y quien está formalmente a cargo de la relación con TVN y los medios, ni supo lo que se fraguaba. Tanto así que cuando El Mostrador le consultó, declinó pronunciarse. La reunión del directorio de TVN el miércoles, donde se confirmó a López, fue un mero trámite. Solari había conjurado el peligro, dio garantías a Girardi y Andrade, impuso a López y si alguien en los pasillos del poder, incluida La Moneda, quiere algo de TVN, ya sabe a qué teléfono llamar. Otro nombre, como el de Jaime de Aguirre, por ejemplo, con más vínculos y llegada a Palacio, sin duda lo habría eclipsado.

Así “el chino”, quien se reúne a almorzar regularmente con la señora Ángela Jeria, madre de Michelle Bachelet, muestra que cualquiera puede seguir vigente en el nuevo ciclo político. Claro, cualquiera lo suficientemente astuto.

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