«El Gobierno envió un proyecto de reforma educacional que busca destruir los colegios particulares subvencionados. Quieren reemplazarnos por corporaciones sin fines de lucro, similares a las corporaciones municipales de las que la mayor parte de las familias ya ha retirado voluntariamente a sus hijos», explica el inserto que se publica en El Mercurio.
Unos 380 sostenedores de establecimientos educacionales rechazan la reforma educacional que impulsa el gobierno de Michelle Bachelet, indicando que de aprobarse «nuestros colegios no podrán seguir existiendo».
A través de un inserto publicado en El Mercurio, los sostenedores señalan que «en nuestros colegios y escuelas se educan más de 260 mil alumnos. Hemos dedicado nuestras vidas a educar. En muchos casos, fueron nuestros padres quienes fundaron hace años colegios que han formado a millones de niños y niñas, en otros hemos sido precursores de emprendimientos».
Añaden que «no somos políticos, sino educadores. En esta comunidad de sostenedores hay personas de todas las tendencias políticas y religiones. Somos la columna vertebral de la educación en Chile. No sólo tenemos la mayoría de la matrícula, sino que llegamos donde nadie llega a educar y respondemos a las diversas necesidades e intereses de los padres y sus hijos».
El texto agrega que «el Gobierno envió un proyecto de reforma educacional que busca destruir los colegios particulares subvencionados. Quieren reemplazarnos por corporaciones sin fines de lucro, similares a las corporaciones municipales de las que la mayor parte de las familias ya ha retirado voluntariamente a sus hijos».
«Por un sentido de responsabilidad con nuestras comunidades educativas, nos sentimos en el deber de informarles del cambio de reglas del juego que nos imponen requisitos y exigencias que no podemos cumplir. Dicen que quieren que sigamos existiendo y nos acusan de campaña del terror, pero el propósito de esta reforma no es mejorar la calidad de la educación que reciben nuestros alumnos, sino que eliminar nuestros colegios», precisa el inserto.
Señalan que todos hubiesen querido participar de las transformaciones necesarias desde las políticas públicas para mejorar la calidad de la educación, pero «no hemos sido escuchados y, en cambio, nos han hostigado y desprestigiados, como su nos hubiéramos dedicado a algo deshonroso o ilícito».
El texto concluye indicando que «con el más profundo de los dolores informamos que, muy a nuestro pesar, nuestros colegios no podrán seguir existiendo. La historia pedirá explicaciones a los que ordenaron la muerte de nuestras escuelas y colegios o los obligaron a trasformarse en establecimientos particulares pagados».
