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El rompecabezas político por el Fiscal Nacional tras el guatazo de La Moneda con Rajevic Bachelet dejó firmado decreto con el nombre del elegido antes de partir a Ecuador

El rompecabezas político por el Fiscal Nacional tras el guatazo de La Moneda con Rajevic

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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En el oficialismo reconocieron que el campo de acción de Palacio se había estrechado demasiado, después que quedaron en evidencia las gestiones desde el Senado para instalar al fiscal Morales como un nombre de consenso en la Cámara Alta, pauteando así a la Mandataria.  Si el quórum para el candidato a Contralor fue una valla que la Nueva Mayoría no pudo sortear, los votos que se requieren para ratificar al candidato a Fiscal Nacional son aún más: dos tercios de los senadores en ejercicio, lo que implica 25 votos.


Nunca estuvo confiado. El lunes en privado, el ministro del Interior, Jorge Burgos, comentó a varios en el oficialismo que había conseguido durante el fin de semana un par de apoyos de la Alianza para alcanzar el umbral de 22 votos que requería la nominación de Enrique Rajevic como próximo Contralor General, pero acto seguido también advirtió que a último minuto podía pasar cualquier cosa y que dichos parlamentarios no cumplieran con la palabra empeñada. Dicho y hecho, sus temores se hicieron realidad y las tres abstenciones que se registraron en la sala del Senado –Hernán Larraín (UDI), Iván Moreira (UDI) y Antonio Horvath– hicieron naufragar el nombre que había propuesto la Presidenta Michelle Bachelet.

La votación ayer en la tarde en la Sala del Senado se prolongó por casi dos horas y concluyó con 21 votos a favor de Rajevic, tres abstenciones y 12 votos en contra, todos de las bancadas de derecha. A la salida del hemiciclo, la cara del ministro Burgos evidenciaba el duro revés político que estaba viviendo, ya que –tal como él mismo declaró– fue su sugerencia la que hizo que la Presidenta Bachelet nominara al abogado cercano a la DC y reconoció que se iba del Congreso “con una sensación amarga”.

El escenario de derrota que se registró ayer nunca fue el esperado, porque en privado en el oficialismo se insistía en que se iba a lograr el umbral de 22 votos, pero sí es uno para el cual se habían preparado y ante el cual se estableció una suerte de “plan B” para sortearlo.

Si bien Burgos había “amarrado” dos votos de la derecha, existía la duda en cuanto a que a último minuto el acuerdo de palabra no se cumpliera, tal como sucedió, y ante ese escenario, el objetivo político era que si se caía el candidato a Contralor propuesto por la Mandataria, que no fuera producto de la división interna de las huestes de la Nueva Mayoría, sino que porque la coalición de Gobierno por sí sola no cuenta con el quórum necesario para aprobar una nominación de esta índole sin sumar respaldos de la oposición.

“Si hay una derrota con el candidato a Contralor la idea es que al menos sea teniendo la unanimidad de la Nueva Mayoría”, explicó un senador oficialista ayer en la mañana, estrategia que fue confirmada durante el día por varios parlamentarios de gobierno.

Efectivamente, el ministro del Interior quedó en un mal pie político con el fracaso de la candidatura de Rajevic, sin embargo, desde la Nueva Mayoría insistieron en que el hecho tiene menos dramatismo que si se hubiera registrado la semana pasada, como originalmente estaba definido. No hay que olvidar que inicialmente la votación en el Senado sería el martes 6 de octubre, pero La Moneda utilizó un resquicio –quitar la urgencia a la nominación y volver a ingresarla para ganar tiempo–, lo que ayudó a evitar que ese día la carta a la Contraloría fuera rechazada por los cuestionamientos de los propios senadores de Gobierno.

El ministro del Interior tuvo que hacer un intenso despliegue en persona en el Congreso la semana pasada para revertir el adverso escenario en el propio oficialismo y que este llegara a la votación de ayer en la tarde votando como bloque, sin divisiones. Parte de ello pasó por el reconocimiento y comprensión del propio Burgos –tanto de palabra como en acciones– ante los parlamentarios, de los errores que cometió en este proceso, desde el mal manejo político hasta la displicencia con la que se trató a los senadores.

Todos errores ya corregidos, aseguraron desde las bancadas. Un senador oficialista graficó el punto destacando que Burgos ya “no mando WhatsApp ni llamó sino que vino en persona a dialogar”, mientras que otro parlamentario de Gobierno agregó que “pecó de exceso de confianza y esto fue una dura lección para el ministro”.

Así, a pesar de la derrota sufrida, los dardos no fueron dirigidos a Burgos sino que a la oposición, por no respaldar a Rajevic y por no cumplir con el compromiso que algunos de sus parlamentarios habían adquirido con el ministro del Interior. El diputado DC, Matías Walker, puso en Twitter que Burgos “no estuvo dispuesto a traicionar sus principios para obtener los votos de la derecha”.

[cita]Bachelet dejó firmado el oficio respectivo con la nominación, pero La Moneda evitó dar señales de cualquier índole, hermetismo que no tenía muy conformes a los parlamentarios oficialistas, que veían ayer que peligrosamente se podía repetir el libreto de errores que marcó a la fracasada nominación de Rajevic, ya que hasta anoche los senadores no habían sido sondeados por el Gobierno sobre la viabilidad de ninguno de los cinco candidatos posibles.[/cita]

Si bien ayer La Moneda había logrado mantener la unanimidad de los votos en la Nueva Mayoría, la molestia y preocupación internas se mantenían latentes, por el descuido del Gobierno de que un cargo tan relevante como el Contralor General fuera aprobado con lo justo, cuestionado, con su legitimidad dañada, infligiendo un daño a la institucionalidad.

Ahora el proceso parte de nuevo y la Presidenta Bachelet –que ya estaba en el avión rumbo a Ecuador cuando naufragó su candidato a la Contraloría– deberá proponer un nuevo nombre al Senado.

El hermetismo

En el oficialismo esperaban unánimemente que una vez concluida la votación en la Sala, llegará inmediatamente hasta el Senado el oficio presidencial con el candidato que Bachelet eligió como futuro Fiscal Nacional para someterlo a la ratificación parlamentaria. Sin embargo, fue el propio ministro Burgos quien despejó las dudas y confirmó que solo hoy se conocerá el nombre propuesto para suceder a Sabas Chahuán en el Ministerio Público.

Hasta ayer imperaba el más férreo hermetismo desde La Moneda sobre el tema del Fiscal Nacional. Ni siquiera los propios parlamentarios oficialistas –reconocían– tenían señales concretas de la elección que hará la Presidenta Bachelet y que incluso podría ser informada por la propia Mandataria en una escueta declaración desde Ecuador, donde está de visita de Estado y acompañada de una nutrida delegación de 15 ministros de su gabinete, incluida la titular de Justicia, Javiera Blanco.

Bachelet dejó firmado el oficio respectivo con la nominación, pero La Moneda evitó dar señales de cualquier índole, hermetismo que no tenía muy conformes a los parlamentarios oficialistas, que veían ayer que peligrosamente se podía repetir el libreto de errores que marcó a la fracasada nominación de Rajevic, ya que hasta anoche los senadores no habían sido sondeados por el Gobierno sobre la viabilidad de ninguno de los cinco candidatos posibles: los fiscales regionales Luis Toledo y Raúl Guzmán; el fiscal jefe de la Unidad de Delitos de Alta Complejidad Centro Norte, José Morales; el director ejecutivo nacional del Ministerio Público, Jorge Abbott; y el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales, Juan Enrique Vargas.

“La cultura del secretismo del Gobierno no cambia a pesar de las grandes equivocaciones cometidas. A la Presidenta no le gusta compartir sus decisiones con nadie”, se lamentó un senador de la Nueva Mayoría.

Pero el hermetismo también obedece a otras razones. En el oficialismo reconocen que, desde los primeros días que la Mandataria tuvo la quina de la Corte Suprema sobre su escritorio, La Moneda ha estado profundamente complicada con la nominación del próximo Fiscal Nacional y que hasta el lunes no había una decisión tomada.

Es más, en el oficialismo reconocieron que el campo de acción de La Moneda se había estrechado demasiado, después que quedaron en evidencia las gestiones desde el Senado para instalar al fiscal Morales como un nombre de consenso en la Cámara Alta, pauteando así a la Mandataria. Si el quórum para el candidato a Contralor fue una valla que la Nueva Mayoría no pudo sortear, los votos que se requieren para ratificar al candidato a Fiscal Nacional son aún más: dos tercios de los senadores en ejercicio, lo que implica 25 votos.

No es menor el antecedente del consenso, porque –agregaron desde el oficialismo– La Moneda no quiere arriesgarse a otra derrota pública como la sufrida ayer y, por lo mismo, se mantenían hasta último minuto las fuertes señales respecto a que Morales y el fiscal Guzmán eran los nombres predilectos entre los parlamentarios. Sin embargo, también puede ser que la Mandataria busque dar una señal de autonomía respecto del sistema político, como único modo de recuperar la popularidad perdida tras Caval.

Explican que en orden de preferencias les siguen Toledo y Vargas, mientras que la Alianza ya habría hecho ver al Ejecutivo su veto al nombre de Abbott.

“La Presidenta tiene que escuchar al Senado, no tiene otra opción”, explicó ayer un influyente senador de la Nueva Mayoría.

Si los votos fueron uno de los factores a considerar, es unánime en el oficialismo la opinión de que otro de los elementos que hizo compleja la decisión de Bachelet por un candidato es el tenso escenario existente en el seno del Ministerio Público, el intenso nivel de rencillas internas que existen y, por ende, el impacto que la nominación puede tener ahí. “Al interior de la Fiscalía hay fuego cruzado, no existe un liderazgo claro, hay grupos internos enfrentados y eso ha complicado mucho la elección de un nombre”, reconocieron en el oficialismo.

Rencillas que quedaron en evidencia ayer durante toda la jornada, ya que varios parlamentarios recibieron numerosos llamados telefónicos de distintos fiscales –ninguno de los integrantes de la quina– abogando por uno u otro candidato.

El fracaso de la nominación de Rajevic dejó al descubierto el escaso espacio de negociación que hay entre el Senado y el Gobierno, como también la fragilidad de los acuerdos, por lo que el nombre que elija Bachelet hoy para suceder a Fiscal Nacional será una prueba de fuego para La Moneda.

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