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El informe Mapu de Jaime Estévez sobre Jadue: «Las cuentas están claras, estamos satisfechos» El dirigente de Cruzados encabezó una auditoría en 2015

El informe Mapu de Jaime Estévez sobre Jadue: «Las cuentas están claras, estamos satisfechos»

Pragmático y de un olfato certero para saber cómo se mueve el poder, el histórico ex ministro PS esta vez falló y solo un mes después de haber dicho esta frase, tuvo que rectificar y decir que, al igual que el resto de los dirigentes del fútbol, «fuimos engañados».


«Las cuentas están ordenadas y son claras. Estamos satisfechos con la revisión de su situación personal». Esta era la frase concluyente de Jaime Estévez a fines de septiembre de 2015, luego de que encabezara una comisión de auditoría a las cuentas del ex presidente de la ANFP Sergio Jadue.

Por esos días el escándalo de sobornos en la FIFA que hoy tiene a un grupo importante de dirigentes tras las rejas, o bajo medidas cautelares como el propio Jadue, recién empezaba a crecer. Y es posible que el impulso del triunfo de Chile  en la Copa América, bajo la administración de Jadue, que mantenía buenas redes en la Conmebol, haya hecho pensar a Estévez que el calerano era un buen árbol al que acercarse.

Como buen Mapu, Estévez ha desplegado un eficiente pragmatismo para estar cerca del poder. El dirigente vivió su exilio en México donde, lejos de ser un transeúnte más, trabajó cerca con Luis Echeverría, presidente de ese país entre 1970 y 1976. Echeverría ha sido apuntado como uno de los responsables de la masacre de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 y de desapariciones forzadas en la «guerra sucia» mexicana, lo que le valió cumplir arresto domiciliario.

Estévez nunca tuvo relación con estos hechos, pero aprendió el estilo del PRI mexicano para moverse con prestancia por los pasillos del poder. Una vez de regreso en Chile y antes del retorno a la democracia, se integró a la vanguardia de la izquierda renovada que en 1987 representaba el PPD, el partido fundado por Ricardo Lagos. Pero en 1991, al igual que otros integrantes del Mapu, desembarcó en lo que sería su domicilio por las décadas siguientes, el Partido Socialista.

En los 90 fue diputado y luego en la década siguiente parte del equipo de Ricardo Lagos como ministro de Transportes y Obras Públicas. Pero antes a partir de 2000 fue presidente del Banco Estado, institución que logró renovar y hacer más competitiva. Pero su gestión incluyó un controvertido préstamo a Quiñenco, la matriz de los Luksic a fines de 2000 por US$120 millones, que les permitió comprar el Banco de Chile por un total de $541 millones.

Estévez justificó la operación en el entendido que su trabajo era buscar buenos negocios para el banco y el trato con los Luksic era uno de ellos. Pero también para él. Abandonó la política en 2005 para privatizarse. Como economista, aterrizó en el directorio de una AFP y desde 2007 en el gobierno corporativo del Banco de Chile, el mismo que ayudó a comprar a sus actuales dueños.

Ahora, con Jadue se podría decir que Estévez tuvo menos olfato. Como presidente de Cruzados estuvo en el bando de los que apoyaron la salida de Harold Mayne-Nicholls y Marcelo Bielsa, para reemplazarlos por Jadue y Jorge  Sampaoli.

Pero Jadue cayó rápidamente y ya en noviembre del año pasado, un mes después de haber dicho que las cuentas «estaban claras», se vio obligado, frente a la evidencia, a decir que como el resto de los dirigentes del fútbol había sido «engañado» y que la información que tuvo a la vista no estaba completa.

En efecto, le faltaban las cifras desmedidas que la auditoría forense conocida ayer, reveló sobre los gastos de Sergio Jadue y  que en parte ocurrieron mientras Estévez fue presidente de Cruzados, la concesionaria que maneja el club Universidad Católica y de la que sigue siendo director.

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