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Cristián Warnken, apoderado de la Alianza Francesa: «Si vamos a empezar a llevar a los jóvenes a la comisaría, eso es inconducente» Conmoción por suicidio de menor que portaba marihuana

Cristián Warnken, apoderado de la Alianza Francesa: «Si vamos a empezar a llevar a los jóvenes a la comisaría, eso es inconducente»

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Ha sido profesor, alumno y ahora tiene a tres hijos en el colegio. El poeta y profesor de castellano cree que lo que están viviendo es un síntoma de una época, no un hecho exclusivo del establecimiento de Vitacura. Reflexiona acerca de la crisis más profunda que afecta a los establecimientos educacionales: “Todo tiene que traducirse en cifras, en ranking y resultados y eso se ha ido profundizando y acelerando”, dice.


Después de la muerte de un niño de la Alianza Francesa, que se suicidó mientras estaba suspendido por portar marihuana en su colegio, la comunidad impactada y afectada ha buscado distintas formas para conversar acerca del tema, aunque no se pueda establecer una causalidad entre la muerte del menor y la decisión adoptada por el colegio.

Una de las cartas más viralizadas fue la de Cristián Warnken, profesor de Castellano, poeta, ex alumno de ese establecimiento, ex profesor y actual apoderado. Se trató de una carta que sólo compartió con algunos apoderados y por eso quiere mantenerla en reserva aunque se haya viralizado profusamente. “La ropa sucia se lava en casa”, dice; sin embargo –afectado por el suicidio del niño- cree que esta crisis que vive el colegio debe servir para hablar de algo más grande y que no solo golpea profundamente a su alma mater –egresó de sus aulas en 1978- sino que también revela cómo el sistema educacional ha quedado también supeditado a la neurosis de los nuevos tiempos.

-¿En tu carta hablas de la alienación que existe en estos colegios que tienen mayor exitismo académico… Cómo se vive eso?
-Lo que pasó en la Alianza es un síntoma de algo mayor. El problema es que la educación está prisionera de una visión reductiva, pragmática, y de lo que algún filósofo llamó el pensar calculante; es decir, todo tiene que traducirse en cifras, en ranking y resultados y eso se ha ido profundizando y acelerando. Sin embargo, las voces críticas no logran levantarse con suficiente fuerza. Y yo creo en el rendimiento académico, creo en la exigencia, pero lo que me parece pavoroso es que los colegios queden atrapados en luchas desesperadas por tener puntajes en pruebas nacionales e internacionales, dejando de lado otros aspectos fundamentales de la educación, que hoy son más fundamentales que nunca…

-¿Cómo cuáles?
-Hoy vivimos un tiempo que plantea a los educadores desafíos que antes no teníamos, por ejemplo Internet. Los niños están expuestos a deformación, a basura, y no hemos logrado contener eso. No hemos pensado eso y nos ha pasado por encima. Y la marihuana también es un tema porque ahí oscilamos entre dos extremos: por un lado una especie de visión irresponsable de decir que la marihuana no produce efecto en los adolescentes, cuando la verdad es que una cosa es el discurso teórico acerca de la marihuana y lo otro es el efecto que pueda estar produciendo en muchos jóvenes.

Estamos entre dos extremos. Ese extremo un poco ingenuo, que poco menos que promueve que la marihuana no tiene efectos, que es casi benigna al lado de otras drogas peores, y y el otro extremo son las charlas de la PDI en los colegios, o con llevar a los niños a la comisaría de carabineros. Esa es otra visión fracasada.

-Sin embargo, eso pide la ley. ¿Cómo se logra que el afecto como criterio se sobreponga a una ley que criminaliza?
-Lo que pasa es que efectivamente la ley le está pidiendo al colegio eso y desde ese punto de vista creo que la ley debe ser interpretada y también usada con un criterio. Si la ley va a producir esto y va a demonizar alumnos a los que se le encuentren marihuana en la mochila, si vamos a empezar a llevar a los jóvenes a la comisaría, eso es inconducente, pero hay que pararlo con una política inteligente. Antes de tomar esa medida radical que exige la ley yo creo que hay muchas cosas que se pueden hacer. Hay un trabajo de contención. Es una decisión muy extrema. Yo fui profesor y me tocó mediar en casos de alumnos que fumaban en el colegio, en colegios pagados y otros que no, y no solo marihuana, sino que de drogas más duras. En los dos casos no me tocó jamás llevar a un niño a la comisaría, siempre se trató de hacer un trabajo de reflexión, de contención. El problema es que aquí tenemos no solo colegios que no están preparados para enfrentar este tema, también apoderados, en general en los colegios, que han abdicado en sus tareas de darle tiempo a sus hijos.

-Y ese abandono es transversal…
-Claro. Hay un abandono en las clases sociales más bajas: madres que tienen que bregar solas, padres ausentes, verdaderas heroínas y por otro lado está el abandono de los sectores altos de la sociedad; es decir las prioridades que tienen… Y ojo, no me pongo desde fuera como un juez, yo también soy padre y me sumo, y en estos tiempos vertiginosos en que los jóvenes se comunican tecnológicamente y se abandona la comunicación cara a cara, la pérdida de esa comunicación es importante. Y a veces bastan cinco minutos de comunicación real…

-¿Los colegios incentivan la construcción de ese tiempo, de ese afecto?
-Hoy los colegios más vulnerables a eso son los que no han sufrido crisis. Yo espero que , lamentablemente a partir de la muerte de un niño, exista una crisis positiva para la Alianza, porque la está habiendo, colectiva, de revisión etc. Es muy importante generar comunidades como una contención, digamos. Esos colegios que no tienen comunidad son los más vulnerables a que ocurran estos hechos trágicos y dolorosos. Ahí hay mucho que hacer como tarea educativa, pero debe haber una participación a los padres y el colegio también tiene algo que hacer. La educación no es solo preparar a alumnos exitosos.

-Comparando el año 78, cuando tú estudiaste, y ahora… ese éxito académico quizás está haciendo olvidar algunas cosas a la Alianza?
-Lo que pasa es que los colegios cada vez se masifican, tú pasas a ser un numero, el director no conoce tu nombre -aunque en la parte básica yo he visto que en la Alianza eso se mantiene-, pero cuando se pierde, se complejiza el colegio y se privilegia el volumen, la cantidad de alumnos por sobre una comunidad mas abarcable. Ahí efectivamente entramos en un proceso de alienación. Profesores estresados, sobreexigidos, el sistema que está pidiendo resultados. La pérdida de lo gratuito, la pérdida de lo inútil, de la música, de lo estético…

La dedicación a lo simple…
-Efectivamente. Hay un grito de desesperación en en muchos jóvenes y lo que les queda es estudiar el fin de semana para unas pruebas donde creen que se juegan toda la vida… ¿Qué hacen? Se borran. Y si solo quieres bórrate, está disponible todo para borrarte.

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