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No+AFP: la demanda social que buscará despertar la calle en el segundo Gobierno de Sebastián Piñera El pospartidismo sería uno de los principales problemas para el Mandatario electo

No+AFP: la demanda social que buscará despertar la calle en el segundo Gobierno de Sebastián Piñera

Macarena Segovia
Por : Macarena Segovia Periodista El Mostrador
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Una demanda inorgánica y alejada de agitación social que puede ser institucionalizada, marca un eslogan que fue vociferado transversalmente en el año 2016. A pesar de que fue uno de los temas centrales de esta elección 2017, solo el Frente Amplio tomó las demandas de la coordinadora y, aun así, esta no le brindó el apoyo a la candidatura de Beatriz Sánchez. Características de un movimiento “invertebrado, escéptico, mucho menos dado a administrar programas y principalmente antiestablishment”, explica el sociólogo Mauro Salazar.


La demanda por No+AFP se convirtió en uno de los aspectos programáticos más relevantes de las elecciones de este 2017. El más de un millón de personas que la Coordinadora No+AFP sacó a las calles durante el 2016 y que llevó a las urnas para validar su propuesta durante este año, fueron una sorpresa para el mundo político institucional, pero no así para un sector que llevaba más de diez años trabajando en sindicatos y espacios territoriales organizados.

Una línea que promete ser la olla a presión que podría poner en jaque al segundo Gobierno de Sebastián Piñera, ya que, a pesar de lo aprendido durante las movilizaciones de 2011, hoy se enfrenta a una demanda mucho más dura y estructural a nivel de modelo económico y, evidentemente, más “transversal y horizontal” en la ciudadanía, que transgrede el clivaje de la derecha versus la izquierda, y toca la sensibilidad y subjetividad de cada chileno que ve por su futuro.

Desde la misma Coordinadora No+AFP, su vocero, Luis Mesina, reconoce que la demanda por la caída del sistema implementado en la dictadura va más allá “del espacio orgánico y de los territoriales”, que es levantada sin partidos detrás y sin una estructura militante. En ese sentido, un espacio social “mucho más difícil de cooptar por parte de la institucionalidad”, explica Mauro Salazar, investigador Asociado al Centro de Estudios Históricos de la Universidad Bernardo O’Higgins.

Durante el 2016, la demanda intentó ser viabilizada por el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, se generó un proyecto de ley que establecía la creación de un fondo común y solidario, financiado por el empleador, y la creación de una AFP del Estado. Medidas que no dejaron satisfechos a los activistas, pero que en la debacle eleccionaria se perdió. Una cosa era clara: no daba respuesta a la eliminación del sistema de AFP.

Entre los candidatos de la primera vuelta, fueron Beatriz Sánchez y el Frente Amplio (FA) los únicos que hicieron propia la propuesta plebiscitada por la coordinadora. Aun así, no les dieron su apoyo. Aunque desde el FA aseguran que esto es parte de la “autonomía de los movimientos sociales”.

Por otra parte, el candidato Alejandro Guillier apuntó a una propuesta en la misma línea del Gobierno, profundizando algunos puntos y ampliando el porcentaje de aporte del empleador, una medida que “no calentó a nadie”, según Mesina, razón por la cual tampoco le dieron su apoyo, como coordinadora, al candidato de la Nueva Mayoría.

Hasta Sebastián Piñera salió al paso con una propuesta de reforma, incluso anunció una AFP estatal, una “movida de cerco”, al menos a nivel discursivo, que puso incómodo al sistema de las AFP, que ve en esta apuestan un giro sin retorno al cambio en sistema de pensiones, una noche negra que parece pisarle los talones al sistema económico y político bajo el mandato de Piñera, pero que –según Salazar– es algo que ni siquiera es dimensionado por la derecha social de José Manuel Ossandón. “Una derecha parroquial que cree que por la vía del PIB y la contención de la demanda por la vía crediticia puede morigerar una cadena de antagonismos. Se avecina una subjetividad social difusa (…). El asunto, como dice Wendy Brown, es que el neoliberalismo derrotó a la democracia”, agrega el sociólogo.

El estallido de la impugnación no domesticada

Además de esta incapacidad del sistema político por dar viabilidad a la demanda de No+AFP, hay una característica en el ADN de este espacio de organización que la hace única y muy distinta al movimiento levantado por la educación pública, gratuita y de calidad.

Una diferenciación que pasa por un tema orgánico, de real independencia partidista, al menos de los espacios más tradicionales de poder, y por la capacidad de empatizar con la ciudadanía y su visión de un “presente sin horizonte, un empobrecimiento estructural luego de haber disfrutado algunos goces de la modernización”. En el 2011 hubo un movimiento estudiantil “cuasiilustrado, no caminaron solo a la calle sino también al Congreso, se incrustan en una teoría de un reclamo”, explica Salazar, quien añade que es muy distinta la movilización social a la construcción programática.

A nivel de organización, el No+AFP surge de una coordinadora de origen sindical, integrada por distintas fuerzas de izquierda, algunas que son parte del Frente Amplio y otras que van más allá. Este origen y organización basada en el territorio, sin una mano partidista pujante, lleva a crear un movimiento “invertebrado, escéptico, mucho menos dado a administrar programas y principalmente antiestablishment”. Pura dinamita para el Gobierno de Sebastián Piñera, que podría estallar en el segundo semestre o segundo año del nuevo periodo de la derecha, agrega el sociólogo.

Mesina explica que la coordinadora y el movimiento que rebasa el espacio orgánico es muy distinto a los construidos por el Movimiento Estudiantil en 2011 o 2006. Según el dirigente sindical de la banca, los espacios organizados estudiantiles tienen una estructura de derecho y “es un espacio que está copado”, en cambio, la coordinadora No+AFP es un espacio de hecho, que no cuenta con una institucionalidad, pero sí con una orgánica territorial, “aquí tienen cabida todos”, precisa. Otro punto de distinción que mantiene el movimiento es que tiene una alta legitimidad en las encuestas y que la demanda se mantiene intacta, “aunque ha habido bajas en el Fondo E, aún es apetitoso e interesante ser parte de este movimiento”, indica Mesina.

Tan independiente y poco tradicional es este movimiento, que pese a que el Frente Amplio integró su demanda y la construyó programáticamente en conjunto, no recibió su apoyo directo en primera vuelta. Para la diputada electa Gael Yeomans, militante de Izquierda Libertaria, un movimiento que ha sido parte de la Coordinadora No+AFP por años, la premisa es clara y “no hay que pasarse la película, el movimiento social es autónomo, nosotros no nos llevamos el movimiento social para el bolsillo, pero la manera de combinar el rol en el Parlamento y la calle es defender el programa de la coordinadora NO+AFP”.

La parlamentaria electa del Frente Amplio adelanta que un escenario de estallido social en el Gobierno venidero de Piñera es inminente, pues “en la medida en que no sea escuchada la demanda de No+AFP es imposible creer que el movimiento social se va a quedar tranquilo y se va a resignar (…). Es inevitable un estallido que no es controlable, ni por el Gobierno ni por ningún actor político. Ahí el Frente Amplio debe velar por cuidar todas las instancias”, señala.

Para Mauro Salazar, es inminente “un desbande de antagonismo” y el principal problema es que ninguna de las fuerzas duopólicas históricas entiende este tipo de organización, incluido Sebastián Piñera, quien “no tiene un diseño, no ha mapeado el conflicto en el país (…). La ebullición será inevitable frente a una ciudadanía que no tolera domesticaciones y que ha declarado interdicta a la política institucional. Todo esto se agudizará con Piñera”, indica el especialista en movimientos sociales.

El progresismo de la Nueva Mayoría y el rol del FA

En este contexto de crisis política, y ante la aplastante derrota que sufrió la Nueva Mayoría en el balotaje de este domingo, es posible que sectores de la coalición saliente “traten de hacer un pequeño o mediano viraje hacia la izquierda y hacia los movimientos sociales”, asegura Mesina. El punto es hacia qué movimientos sociales, y es en este punto donde la coordinadora No+AFP parecería un espacio interesante.

Desde el Partido Comunista se han cuadrado desde el 2016 con la demanda, han participado de las distintas marchas y han hecho propia la consigna de No+AFP, al igual que algunos sectores del Partido Socialista. El problema es que el clima de impugnación que impregna a este movimiento social ha llevado a que los propios protestantes expulsen de las marchas a los dirigentes y militantes comunistas que asistían a las manifestaciones. Una complicación que podría no desdibujarse en la arremetida de “todos contra Piñera”.

Según Mesina, es claro que la algidez de movilización actual no es la misma de hace un año, pero “vamos a tener el desafío de reencantar a la gente, y nuestros mayores opositores van a estar en la Concertación”. Esto, porque “la Concertación ha sido mediocre a la hora de entender los cambios que se están dando en Chile, hasta la derecha lo entendió mejor, la derecha militó en la calle y fue hacia la gente. En cambio, ellos no tuvieron ni primarias”.

Por otra parte, Gael Yeomans explica que como Frente Amplio seguirán participando de la coordinadora, como base. Por otra parte, desde el trabajo parlamentario, asegura que todas las propuestas del duopolio “mantienen los pilares del modelo, sobre todo en la de Sebastián Piñera, no existe un sistema de reparto solidario”. A pesar de que como bancada no tienen facultades para presentar un nueva iniciativa, van a tomar un rol activo de contención y oposición a los proyectos que el futuro Presidente pudiera presentar. Para la diputada, los puntos de convergencia con la Nueva Mayoría se darán en la medida en que esta fuerza tome las banderas impugnadoras del sistema neoliberal.

Finalmente, lo que le espera a Sebastián Piñera “es un desborde ciudadano pospartidario, con colectivos, movimientos autónomos, que logra interpretar el Frente Amplio. Una sociedad difusa”, que estará marcada por una izquierda que levanta la premisa de la “democracia y la subjetividad”, en respuesta a la “democracia y modernización” del concertacionismo.

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