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Los «pecados» del San Borja Arriarán al aplicar quimioterapia a pacientes AUGE con cáncer de mama

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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A fines del año pasado, médicos del recinto asistencial se percataron de que la aplicación de medicamentos oncológicos en decenas de pacientes no se estaba cumpliendo según el protocolo. En vez de recibir el tratamiento de quimioterapia por vía venosa central –que es lo que establece el Auge–, se utilizó la vía periférica, una opción menos segura y más dolorosa. Pese a que pidieron que se investigara, las autoridades del hospital archivaron la causa. Los especialistas se atrevieron a denunciar porque aseguran que la situación puede afectar los ciclos de tratamiento. El diputado Gabriel Silber presentará ante la Contraloría un escrito para que el hecho se investigue.


El 1 de noviembre de 2017, mientras algunos festejaban a los muertos, Catalina Buschmann (38) comenzaba una cruzada por sobrevivir. Ese día, se sentó en un berger de la sala de quimioterapia del Hospital San Borja Arriarán y se enfrentó a una de las partes más duras del tratamiento contra el cáncer de mama que le habían diagnosticado cinco meses antes.

-«No puedes mover la mano porque si se escapa una gota te puede dar necrosis» –le dijo una enfermera antes de comenzar a suministrarle, en su brazo derecho, un medicamento rojo que la dejó mucho tiempo adolorida.

Ese día, Catalina comenzó una de las cuatro sesiones de quimioterapia con las que intentaría frenar el cáncer. “Las venas se me ponían duras y varias veces se me cayó el celular por la debilidad de mi brazo. Aún cuando escribo mucho con la mano derecha, me molesta”, contó.

Un reservorio es un disco de unos 20 centímetros que se pone bajo la piel y el catéter es un tubo delgado que se conecta al reservorio, el cual permite traspasar los medicamentos por una vena de mayor tamaño, más apta para resistir la bomba de químicos que significa el tratamiento. El protocolo AUGE incluye el cáncer mamario en su canasta e indica en su glosa que la administración de medicamentos durante la quimioterapia debe ser con un catéter con reservorio.

-¿Catalina, pediste alguna vez que usaran catéter con reservorio para el tratamiento?

-Pregunté por qué me ponían el medicamento a las venas, por qué no usaban un catéter, pero pregunté una sola vez y me contestaron que ese era para las personas mayores, no para mí.

No investigar

Aunque en los hospitales públicos los médicos insisten en que tratan de cumplir el Auge como sea, el Plan de Acceso Universal con Garantías Explícitas en Salud, ideado bajo la administración de Ricardo Lagos, no siempre es cumplido tal como expresa la canasta de prestación por la que los pacientes, en algunos casos, también desembolsan un copago.

En octubre del año pasado, algunos médicos del Hospital San Borja se dieron cuenta de que la forma de administrar la quimioterapia de sus pacientes no se ajustaba a lo que pedía el protocolo Auge e intentaron que la situación fuera indagada. Entonces le pidieron al director del recinto, Patricio Vera, que iniciara una investigación sumaria, ya que en ese momento había una lista de cerca de cien pacientes en esa situación, según relatan médicos del hospital.

[cita tipo=»destaque»]Debido a la gravedad de la situación, el diputado Gabriel Silber cree que esto es “un escándalo sanitario de proporciones”, ya que no solo se ha violado el derecho a la información. “Hay una prestación garantizada que no se entrega y que hace que estos dispositivos se guarden en una bodega. Desde el punto de vista clínico, se pone en riesgo la vida de personas o pacientes que han sido tratados con cáncer de mama cuando los protocolos indican un tratamiento distinto, y esta alternativa es contraria a lo que corresponde desde el punto de vista clínico”, dice el parlamentario DC.[/cita]

De acuerdo con los documentos a los que accedió El Mostrador, efectivamente los especialistas alertaron a las autoridades respecto de las falencias del tratamiento, y Vera pidió la investigación a la encargada del Departamento de Asesoría Jurídica del San Borja Arriarán, Loreto Aparicio. En un memorándum de diciembre del 2017, la abogada respondió que de acuerdo “a los antecedentes acompañados, no se da cuenta de una situación que pudiera ser constitutiva de una irregularidad administrativa o de una infracción de deberes y obligaciones susceptible de aplicación de una medida disciplinaria de acuerdo con lo establecido en el artículo 119 y siguientes del Estatuto Administrativo”. Sobre esa misma hoja y escrito a mano, el subdirector Alejandro Casals escribió que la causa se archivaba y que el protocolo “se cumple a cabalidad”.

Es decir, a pesar de la gravedad de la denuncia, las autoridades del hospital decidieron no poner en marcha una investigación.

Daniel Valenzuela, vicepresidente del capitulo médico del Hospital San Borja Arriarán, confirma que el año pasado pusieron en aviso a las autoridades de la situación que ocurría gracias a la alerta del doctor David Villena, jefe del CDT, quien se percató de que no se estaba cumpliendo a cabalidad el protocolo AUGE e insistió en que se debía entrar en normativa. “La explicación que dan las autoridades del hospital y el jefe de Oncología es que catéter hay, lo que no hay es la capacidad humana para instalarlos y horas de pabellón. El aparato existe, lo que falta es la capacidad operativa”, dice Valenzuela.

El médico cuenta que producto de la preocupación, tuvieron reunión con el médico jefe de Oncología para entender la repercusión que podría tener en la recuperación de las pacientes y la respuesta que recibieron da cuenta de una cadena de inconvenientes que podrían, a la larga, afectar el tratamiento. “En Oncología aseguran que el catéter venoso central es más seguro, es más cómodo y tiene menos complicaciones. En el sector privado, de hecho, se usa en cerca del 100 % de los casos, sin embargo, acá no se usa esa vía. Aunque nos explicaron que el medicamento es el mismo en cuanto a cantidad o dosis, también nos explicaron que el catéter periférico (que es el que optaron por utilizar vs el de vía venosa central) tiene un problema técnico: los pacientes se deben hospitalizar para cada ciclo, entonces los pacientes deben esperar cada vez un nuevo ciclo y un nuevo cupo de hospitalización. Si esto no se cumple, el tratamiento se recibe desfasado”, explica Valenzuela, quien también reconoce que los médicos están enfrentados a un fuerte dilema ético, ya que aplican el Auge para atender a los pacientes, aunque sea “en la medida de lo posible”.

En este caso, en que no se podía contar con el protocolo Auge, el hospital tampoco activó otra de las alternativas resguardadas por ley: cuando un recinto no puede entregar la prestación, debe derivar al paciente a un segundo prestador.

La defensa de las autoridades

A pesar de la luz de alerta que pusieron los médicos, no se efectuó ninguna investigación y la lista de pacientes Auge han seguido recibiendo los medicamentos a través de una vía venosa periférica, sin saber por qué ni qué les corresponde por la canasta de prestación.

Actualmente, en el Hospital San Borja Arriarán existen 62 mujeres que no cuentan con la instalación de catéter de vía venosa central, según reconoce el director del recinto. Sin embargo, Vera defiende el hecho de que esta situación no afecta el tratamiento de las pacientes: “En términos técnicos, el catéter de vía venosa central es una técnica de administración de los fármacos de quimioterapia. Del mismo modo, es útil aclarar que según protocolo PINDA y guías clínicas establecidas, la instalación de catéter de vía venosa central no es un requisito para iniciar los ciclos de quimioterapia y, a su vez, el haber iniciado tratamiento tampoco impide la colocación del catéter durante el periodo de tratamiento. Dado lo anterior, es factible el hecho de que puedan recibir esta prestación con posterioridad, y que en definitiva es lo que se hace con aquellas pacientes que no han rechazado la instalación del mismo”.

Vera también responde otras preguntas de El Mostrador:

-¿A esas mujeres que reciben por vía periférica se les informó respecto a esto?

-Todas las pacientes que ingresan al policlínico de Oncología reciben una educación respecto al proceso que van a iniciar de parte del equipo clínico tratante, en el cual se incluye la explicación en las técnicas de administración del tratamiento, de las opciones y derechos que tienen como pacientes. A su vez, existe un procedimiento administrativo para aquellas pacientes que rechazan, en cualquier instancia durante su atención, la instalación del catéter de vía venosa central.

-Algunas mujeres dicen que cuando pidieron reservorio les dijeron que solo era un recurso para las personas mayores. ¿Cómo  deciden quiénes deben usar catéter venoso central y quiénes no?

-La indicación de uso de catéter de vía venosa central es realizada a todos nuestros pacientes diagnosticados con cáncer de mama y de colon, toda vez que es una garantía incluida en la canasta GES. En este punto, es importante señalar que la instalación del catéter central tiene garantía de acceso, más no de oportunidad.

El doctor Vera también niega que el subdirector del hospital ordenara archivar la posible investigación sumaria, a pesar del memorándum que da cuenta de ello, e insiste en que independientemente de la vía de acceso, todas las pacientes están recibiendo el tratamiento.

Debido a la gravedad de la situación, el diputado Gabriel Silber cree que esto es “un escándalo sanitario de proporciones”, ya que no solo se ha violado el derecho a la información. “Hay una prestación garantizada que no se entrega y que hace que estos dispositivos se guarden en una bodega. Desde el punto de vista clínico, se pone en riesgo la vida de personas o pacientes que han sido tratados con cáncer de de mama cuando los protocolos indican un tratamiento distinto y esta alternativa es contraria a lo que corresponde desde el punto de vista clínico”, dice el parlamentario DC.

Puso el acento en que no entiende por qué si el Estado dispone de un recurso, éste no se entrega. “No nos cabe en la cabeza cuando se entrega el tratamiento y los médicos deciden de motu propio este tratamiento alternativo; son responsables de mala praxis”. Por eso, Silber está preparando un escrito para presentarlo a la Contraloría General para que se investigue la situación y buscará que la comisión Auge -que investiga las listas de espera- cite a los involucrados.

El capítulo médico del hospital pidió -esta semana al tribunal de ética del Colegio Médico- que investigue si hay faltas en este aspecto que pueden afectar a decenas de mujeres.

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