El despliegue público e interno que hizo las semanas previas, no le alcanzó al extimonel para dar un golpe de poder al interior del consejo general de Renovación Nacional realizado este fin de semana. La Ley de Financiamiento de la Política –que eclipsó su anterior rol de todopoderoso mecenas–, unida a lo despectivo de sus términos en contra de los propios correligionarios y querer torcer la voluntad que habría previamente expresado el consejo nacional, constituyeron parte de los factores que le jugaron en contra al exsenador, que dejó su estancia en la Región de Magallanes para volver a la primera fila política. El partido ya no es el que era cuando se retiró el 2014 y claramente Larraín no lo sopesó.
En enero, Carlos Larraín ya había dado luces de su interés por regresar a la primera línea política, con el objetivo de bloquear el rumbo que Renovación Nacional (RN) había comenzado de la mano de la gestión en la presidencia del partido de Cristián Monckeberg, y que luego profundizó Mario Desbordes, especialmente tras el estallido social de octubre. La presión que ejercieron en ese momento el poderoso extimonel y sus aliados –entre ellos, el entonces senador Andrés Allamand– fue tal, que imprimió al ambiente de una supuesta falta de respaldo a la gestión de Desbordes, quien puso su cargo a disposición del consejo general fijado para finales de ese mes, como única fórmula para frenar la arremetida que se había gestado contra su presidencia.
Desbordes no solo fue aplaudido en ese consejo general, sino que además fue ratificado en su cargo, quedando reafirmado y fortalecido políticamente, al lograr de paso que se aprobara la tesis de la libertad de acción de RN ante el plebiscito y no encasillar a la colectividad con la opción del Rechazo. Esa fue la primera derrota interna que sufrió Carlos Larraín y la otra fue este fin de semana.
Con el anuncio previo que hizo Larraín de estar disponible para volver a la presidencia de RN, con lo cual copó medios de comunicación y titulares, el consejo general que la colectividad realizó este sábado 26 de septiembre fue inevitablemente una nueva oportunidad para medir fuerzas entre las dos «almas» del partido: los que entienden que Renovación Nacional ha seguido un camino que lo aleja de su identidad de fuerza política de derecha, versus quienes han apoyado la línea política que marcó Desbordes de avanzar mirando hacia el centro. Al momento del conteo de votos, una nueva victoria para el “ala liberal” daría cuenta finalmente de que RN ya no es el mismo partido que Larraín dejó de presidir en el 2014, y que él ya no tiene tampoco ese poder casi absoluto del que gozó por años en la tienda.
Si bien la derrota fue estrecha, 48% de los consejeros a favor de la tesis de Larraín de llevar a cabo las elecciones internas en diciembre y un 52% por prorrogarlas, el resultado final –afirmaron en RN– confirmó la fuerza que ha adquirido el denominado “desbordismo” en la estructura partidaria. Toda una sorpresa para Larraín, quien había insistido y apostado que el partido que había presidido por 8 años está en un 90% a favor de la opción del Rechazo y, por ende, contrario a la estrategia política fijada por Desbordes, hoy ministro de Defensa.
[cita tipo=»destaque»]Para el analista Tomás Duval, lo que se jugaba el sábado pasado era “un posicionamiento político-ideológico, con miras a un ciclo electoral muy profundo que tenemos en vista en el corto plazo, esa era la mayor definición. RN no podría tender a parecerse más a los partidos de Chile Vamos, sino tender a diferenciarse y tomar una posición clara en la materia”. Agregó que “bajo la presidencia de Desbordes hubo un posicionamiento político de RN muy claramente al diálogo y a escuchar a la ciudadanía. Yo creo que esas dos consideraciones no estaban muy presentes, salvo el diálogo en los 90 que fue muy importante. Creo que ese eje es el que RN no puede perder en el futuro, porque ahí está gran parte de su capital».[/cita]
He ahí el primer mal diagnóstico de Carlos Larraín, apuntaron en RN. Y es que la estrategia del retorno consistió en aprovechar el momentum previo al plebiscito, para instalar de fondo la guerra ideológica en la colectividad. No por nada, una de las primeras entrevistas del expatriarca de la colectividad al anunciar su regreso, fue para acusar que Desbordes había llevado el partido “hacia la izquierda”. Lo cierto es que la tesis de las últimas dos directivas que licuaron las exigencias para postular a representar el partido, va más allá de la lógica plebiscitaria y hoy ser parte del Rechazo no es sinónimo de ser «antidesbordismo”.
Desde el 2014 a la fecha, la renovación de los casi 500 consejeros generales no ha superado el 40%, una cifra que hizo creer a varios en RN que le facilitaría el camino de regreso al extimonel. Pero lo cierto es que en estos años varias lógicas políticas han cambiado y la tienda no ha estado ajena a eso.
El 2016 fue promulgada la Ley de Financiamiento de la Política. Nadie en RN desconoce que Carlos Larraín fue por años el gran mecenas del partido, de muchos candidatos a concejales, alcaldes y parlamentarios. Así, quien recibía su venia tenía asegurados cupos y recursos para las campañas, lo que a su vez le daba mucho poder interno al expatriarca, porque generaba dependencia hacia él.
Hoy las cosas ya no funcionan bajo esa lógica y si bien en RN reconocieron que el dinero sigue siendo factor, las parcelas de poder de Larraín claramente ya no son las de antes, lo que precisamente habría quedado plasmado en el consejo general de este fin de semana. De todas formas, eso no quiere decir que su lógica no siga presente y varios de los consultados admitieron haber recibido en este último tiempo el llamado del exsenador para “recordarles” las razón de por qué tuvieron la posibilidad de llegar hasta donde llegaron en su carrera política, “pero ya no genera el miedo que generaba”, reconocieron.
No son pocos los que se han cuestionado si acaso el sector al que representa Carlos Larraín, más que ser mayoría en la interna de RN como suelen postular, respondía más bien a la “nutrida prensa” de la que siempre ha gozado, dado su estilo político irreverente y un discurso que siempre, siempre saca ronchas y comentarios. Si su poder interno fuera el de antes, este era –recalcaron en el partido– el mejor momento para que el extimonel se impusiera internamente, ya que Desbordes tuvo que dejar la presidencia por irse al gabinete y el senador Manuel José Ossandón está recluido mediáticamente, convaleciente tras haber tenido dos veces coronavirus y formalizado por tráfico de influencias.
El fin último del intento de Carlos Larraín era forzar las internas en diciembre para quedarse con la directiva del partido, con el propósito de poder intervenir directamente en la nominación de los representantes de RN en las elecciones municipales, de concejales y también de constituyentes, para “depurar” la colectividad, como advirtieron sus adversarios. Pero de no ser impugnados los resultados –como se advirtió que podría accionar el senador Francisco Chahuán, en el diario La Segunda–, la gran apuesta de Larraín habría quedado en el olvido, puesto que los tiempos electorales ya no le alcanzarían.
En RN afirmaron que hubo otros factores que también le jugaron en contra a los planes políticos de Larraín. El tono político que utilizó en su regreso, el mismo por el que se caracterizó siempre, con el que “ninguneó” a todo el que no estuviera en su bando, efectivamente le funcionó, pues fue portada de diarios y generó discusión pública por varias semanas. Pero lo cierto es que internamente, explicaron en la colectividad, la división que se ha vivido es tan marcada, que para muchos seguirle los pasos a Larraín significaba optar por un quiebre mayor, lo que fue considerado como “inconveniente para varios de los consejeros”.
A ello se sumaron críticas por el discurso “añejo” que usó el extimonel, que hizo parecer que su regreso apuntaba más a un ímpetu personalista que a una mirada institucional. Además, no cayó nada de bien el apoyo que entregó a candidato del Partido Republicano, Gonzalo de la Carrera, como candidato a alcalde de Las Condes.
Por último, en RN explicaron que por sobre cualquier cariño político hacia Larraín, de haber triunfado su idea de llevar a cabo las internas en diciembre, eso habría traído consecuencias internas, debido a que cerca de la mitad de los consejeros regionales debían dejar sus cargos, sin poder repostular, pues habrían cumplido sus dos períodos. Dicho Consejo, se habría visto disminuido en cerca de un 50%, en virtud de la lógica de la representatividad, ya que la colectividad “pasó de 100 mil a 35 mil militantes” inscritos. En ese contexto, enfrentar un período eleccionario con un consejo inexperto y disminuido, no resultaba lo más recomendable.
Para el analista Tomás Duval, lo que se jugaba el sábado pasado era “un posicionamiento político-ideológico, con miras a un ciclo electoral muy profundo que tenemos en vista en el corto plazo, esa era la mayor definición. RN no podría tender a parecerse más a los partidos de Chile Vamos, sino tender a diferenciarse y tomar una posición clara en la materia”. Agregó que “bajo la presidencia de Desbordes hubo un posicionamiento político de RN muy claramente al diálogo y a escuchar a la ciudadanía. Yo creo que esas dos consideraciones no estaban muy presentes, salvo el diálogo en los 90 que fue muy importante. Creo que ese eje es el que RN no puede perder en el futuro, porque ahí está gran parte de su capital».
Consultado por si ese eje hubiese podido cambiar de haberse dado la posibilidad de que Carlos Larraín se hiciese del partido, señaló que “por el momento creo que sí, que podría darse, podría ponerse un partido más conservador y eso podría ser preocupante para RN”.
Pese a seguir con las riendas del partido, en la directiva de Renovación Nacional reconocieron que quedaron con un dejo amargo e intranquilos sobre cómo la disidencia se va a comportar con el 48% de los votos de su cuenta corriente.
Un personero cercano a la dirigencia recordó el caso de sus pares de la UDI, que con un resultado similar en su última interna, más allá de las palabras de buena crianza, finalmente la disidencia, plasmada en la bancada de diputados, optó por hacer una especie de camino propio, causándole múltiples dolores de cabeza a la mesa directiva.
En ese sentido, dos fueron las cartas que se hicieron llegar a la militancia, una proveniente del senador Chahuán y otra de parte de los más cercanos a Carlos Larraín y Andrés Allamand. Estos últimos, en su misiva expresaron que “seguiremos trabajando arduamente por representar a esa mitad del partido que pese a circunstancias adversas ha manifestado su opción por renovar los liderazgos del partido”. De parte del senador, la misiva apuntó a que “una mitad y la otra somos el total del partido, y nadie podría hoy atribuirse el triunfo o declararse vencedor”.
Ambas declaraciones fueron leídas internamente como una advertencia “con tono de amenaza” y que el presidente del partido, el senador Rafael Prohens, quedó en una posición de extrema incomodidad. Su “débil” intervención en el consejo general, que dejó “sabor a nada”, y el ninguneo del que ha sido víctima de parte de sus detractores, ha hecho a varios pensar que no sería del todo una sorpresa que no terminara su mandato.
¿Qué queda en juego? En la resolución última del señalado Consejo, si bien quedó establecido que se prorrogaban las elecciones, no quedó del todo claro si es que se realizarán en diciembre del próximo año, después de las elecciones presidenciales, o en abril, y esa es una de las puertas que quedaron abiertas y por la que se espera que insista la disidencia para tomar un mayor grado de control. La segunda apuesta, es conseguir el cupo de primer vicepresidente, que aún está vacante luego que Prohens asumiera la conducción del partido en reemplazo de Desbordes, cargo que parece uno más pero no lo es, ya que es quien se queda con la conducción de la colectividad en caso de cualquier inconveniente del timonel en ejercicio.