Publicidad
Rector Cristián del Campo S.J. y la Iglesia después de Francisco: “Hay que seguir sacando la voz” PAÍS

Rector Cristián del Campo S.J. y la Iglesia después de Francisco: “Hay que seguir sacando la voz”

Publicidad
Francisca Castillo
Por : Francisca Castillo Periodista El Mostrador
Ver Más

“Cuando tú tienes una sociedad muy polarizada, por ejemplo, en temas como la migración, la voz de la Iglesia es muy importante para llamar al diálogo y decir que hay ciertos mínimos que no podemos traspasar. Y ese mínimo es siempre la dignidad del ser humano”, dijo el sacerdote jesuita y rector UAH.


Tras la muerte del papa Francisco este lunes, los ojos estarán puestos en Roma ante una serie de misas y ceremonias en honor al pontífice durante los nueve días de luto que ha decretado la Santa Sede.

Posteriormente, se congregará el cónclave papal en la Capilla Sixtina para escoger al nuevo líder de la Iglesia católica, donde más de 90 países estarán representados por sus cardenales, en lo que será un cónclave calificado como inédito debido a su diversidad y magnitud. Pluralidad del colegio cardenalicio sobre la cual el mismo Francisco trabajó durante su mandato.

Por lo mismo, la señal que envíe el próximo cónclave con la elección del sucesor de Jorge Mario Bergoglio será determinante para proyectar el rol de la Iglesia en los próximos años y la eventual continuidad del legado del primer papa latinoamericano de la historia. 

En conversación con El Mostrador, el sacerdote jesuita y rector de la Universidad Alberto Hurtado, Cristián del Campo, analizó el impacto de la gestión de Francisco en las estructuras eclesiásticas, la responsabilidad de la Iglesia en denunciar las “violaciones sistemáticas a los derechos humanos” que ocurren en el mundo y la relevancia de su rol geopolítico. 

“Hay que seguir sacando la voz hoy y yo creo que el papa Francisco fue bien valiente. Particularmente en temas donde la polarización y a veces la irracionalidad campean en nuestras discusiones. (…) Eso ocurre con el tema de la migración y con muchas de las iniciativas de proyectos de ley que se escuchan en los parlamentarios. Por lo mismo, creo que la Iglesia tiene que seguir sacando la voz cuando ve que la dignidad de la persona está siendo amenazada”, señaló. 

-¿Marca un antes y un después la figura de Francisco para la Iglesia?
-Yo creo que el Papa tuvo muchas cosas que significaron un avance, una novedad, un estilo distinto y espero que eso no tenga vuelta atrás. En el sentido de un lenguaje más sencillo, de una cercanía muy de terreno con realidades de mayor marginación, con un deseo de una Iglesia verdaderamente más participativa, con expresiones de sencillez personal que apuntaban precisamente a una cultura quizás demasiado clerical. Bueno, ese tipo de cosas claramente son avances. 

Ahora, también creo que el Papa es un continuador de lo que ha sido una larga tradición de la Iglesia en ciertas temáticas que están en el corazón de lo que la Iglesia Católica cree, que tiene que ver, por ejemplo, con una Iglesia que quiere influir en la sociedad, sobre todo en pos de la protección de poblaciones que están más vulnerables, por ejemplo migrantes o poblaciones que están en situaciones de guerra.

El Papa estuvo presente en esos lugares, hizo diálogos con el mundo político, con otras tradiciones religiosas, viajó a África, viajó a reunirse con líderes del islamismo. Entonces creo que en eso es muy continuador de lo que también ha sido la Iglesia, pero en otro aspecto ha renovado. Hay como continuidad y discontinuidad al mismo tiempo. 

-¿Cómo lo analizaría en términos de su impacto en las propias estructuras de la Iglesia? ¿Se generó algún tipo de cambio interno o reafirmación desde su figura?
-El último sínodo se llama el sínodo de la sinodalidad, es decir, que se trataba del modo como la Iglesia se organizaba, y en ese sentido la pretensión de una Iglesia que se organiza mucho más sinodalmente, participativamente, horizontalmente, preguntando a la gente su opinión, sus ideas, sus experiencias, que vienen de distintos lugares, que son hombres y mujeres. 

Eso a mí me parece bastante estructural respecto del modo como la Iglesia se organiza, sobre todo porque históricamente es una Iglesia muy masculina en su organización, súper jerárquica, bien clerical, y también bien occidental. Entonces, diría que esas son cosas no menores, y que el papa evidentemente abrió la puerta, abrió la discusión, se armó un sínodo que tuvo sus conclusiones. Pero lo más importante es hacer que eso luego se pueda continuar y se pueda bajar a las Iglesias particulares.

-¿Qué espera del próximo cónclave respecto a la señal que decida enviar la Iglesia? ¿Se inclinarán por un nombre de continuidad?
-Lo único que sé es que dentro de ese cónclave van a haber visiones muy distintas. Va a haber gente que crea que es necesario continuar las líneas fundamentales para poder asentar estos cambios que no están asegurados, digámoslo así. Y van a haber otros que crean que hay que retomar el camino porque quizás con el papa Francisco hubo algunos desvíos. Esas fuerzas van a estar en tensión, lo que es bastante natural en este tipo de elecciones. 

Y es natural porque así ha sido toda la historia de la Iglesia, eso sí que no es novedad. Hoy puede tener características distintas, nombres distintos, pero en el fondo, si es una Iglesia más abierta, una Iglesia más participativa, una Iglesia más metida en el mundo, versus una Iglesia que quiere marcar una diferencia, un mensaje que debe ser comunicado sin medias tintas. Esa tensión ha estado, va a seguir estando y probablemente va a estar muy presente en próximas ocasiones. 

-¿Cómo ve el rol de la Iglesia en clave geopolítica, como mediadora de un mundo como el que vivimos hoy día? 
-Yo creo que la Iglesia siempre ha querido ofrecer una participación en situaciones políticas complejas, de conflictos, precisamente cuando las instituciones que están llamadas como a llevarlos, partiendo por los gobiernos y las organizaciones internacionales, no son capaces. Este papa lo intentó con Medio Oriente, lo intentó con Gaza, entonces yo creo que eso es una labor que la Iglesia tiene que seguir haciendo. Seguir ofreciendo su participación y seguir denunciando cuando haya violaciones sistemáticas a los derechos humanos que este tipo de situaciones provoca.

Hay que seguir sacando la voz hoy y yo creo que el papa Francisco fue bien valiente. Pero al mismo tiempo decir, no basta con denunciar, hay que ofrecer todo lo que nosotros podamos para acercar posiciones, porque no es que el Vaticano vaya a tener la solución, pero sí provocar los contextos para el diálogo. 

Cuando el diálogo está cortado, necesitamos personas, instituciones que tengan suficiente influencia para que el diálogo se restablezca, que tenga alguna chance, y en eso la Iglesia puede seguir aportando.

-Cuál es su lectura respecto a Chile, pensando en la Iglesia como facilitadora del diálogo y el rol que ha tenido, por ejemplo, el monseñor Fernando Chomali en un contexto como el que estamos viviendo, donde los debates sobre migración y seguridad se toman la agenda pública.
-Yo creo que la Iglesia tiene un rol. En una sociedad plural, la Iglesia tiene que saber dos cosas a mi modo de ver, y el monseñor Chomali lo tiene claro. Primero, que aquí hay muchas voces y que nosotros no podemos pretender imponer a nadie nuestra verdad. Nosotros somos una voz, pero porque la somos, tenemos todo el derecho y la misión de poder ofrecer esa voz.

Y particularmente en temas donde la polarización y a veces la irracionalidad campean en nuestras discusiones. Cuando tú tienes una sociedad muy polarizada, donde no hay verdadero diálogo, por ejemplo, en temas como la migración, la voz de la Iglesia es muy importante. Es muy importante para llamar al diálogo y decir que hay ciertos mínimos que no podemos traspasar. Y ese mínimo es siempre la dignidad del ser humano. 

Eso ocurre con el tema de la migración y muchas de las iniciativas de proyectos de ley que se escuchan en los parlamentarios. Por lo mismo, creo que la Iglesia tiene que seguir sacando la voz cuando ve que la dignidad de la persona está siendo amenazada. A mí me da gusto, no solo cuando monseñor Chomali ha hablado, sino cuando en la Conferencia Episcopal sacó una carta sobre el tema de la migración con mucha claridad. Estos son los mínimos y estos no los podemos traspasar.

 

Publicidad