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El rol geopolítico del Vaticano y los equilibrios de poder que marcarán el próximo cónclave MUNDO

El rol geopolítico del Vaticano y los equilibrios de poder que marcarán el próximo cónclave

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Francisca Castillo
Por : Francisca Castillo Periodista El Mostrador
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Luego del funeral del papa Francisco, las miradas se dirigen hacia el Cónclave en el cual se deberá decidir quien es el sucesor de Jorge Bergoglio, quien fue un actor político de primer nivel durante su pontificado.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
El funeral del Papa Francisco reunió a 130 delegaciones y 50 jefes de Estado en el Vaticano. Durante su papado, Francisco impulsó una agenda geopolítica enfocada en migración, justicia social y medio ambiente, tensionando relaciones con líderes como Trump. Expertos destacan su rol en reposicionar a la Iglesia como mediadora global. El próximo cónclave será clave, marcado por tensiones entre tendencias conservadoras y transformadoras. Francisco dejó una huella irreversible en la estructura y el enfoque de la Iglesia Católica.
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Este sábado 26 de abril, con motivo del funeral del Papa Francisco, el Vaticano recibió al menos a 130 delegaciones, 50 jefes de Estado y monarcas. “Habrá mucho interés, porque nos reuniremos con muchos líderes extranjeros que quieren reunirse. Los acuerdos comerciales van muy bien”, declaró Trump a la prensa antes de partir su viaje a Europa y, tal como lo vaticinaba, así fue. 

Y es que el cruce entre política y los pontífices no es casual. En el caso de Francisco, desde que asumió el liderazgo de la Iglesia Católica el 2013, trabajó por recuperar la dimensión global De la Iglesia Católica, sacudida por escándalos de corrupción y abusos sexuales en contra de menores. 

Tras su muerte, expertos en teología han reconocido que Jorge Bergoglio no solo instaló las preocupaciones del catolicismo en “las periferias del mundo”, sino que buscó reformular el rol geopolítico de la Iglesia en un contexto de alta polarización, rearmamentismo, crisis migratoria, además de las guerras comerciales y militares en curso. 

El fallecido papa criticó duramente el régimen de Ortega y Murillo en Nicaragua, tuvo acercamientos con China tras el congelamiento de las relaciones diplomáticas en la década de 1950, trabajó por el deshielo de las relaciones entre Washington y Cuba, y se enemistó con Israel al condenar lo sucedido en Gaza. 

Además, su primer viaje oficial fue a la isla italiana de Lampedusa, como símbolo de la crisis de refugiados. Preocupación que cruzó todo su pontificado ante las consecuencias de la crisis migratoria, denuncias que causaron tensión con el presidente estadounidense Donald Trump, debido al muro con México que prometió en su primer mandato y las deportaciones masivas que ha impulsado en el segundo. “El acto de deportar a personas (…) lesiona la dignidad de muchos hombres y mujeres”, dijo Bergoglio.

La crisis climática y el deber humanitario sobre cuidado del medio ambiente también constituyeron puntos de desacuerdo entre ambos líderes.

La Iglesia y su “carácter supranacional” 

En ese contexto, ad portas del cónclave para la elección de su sucesor, una de las grandes preguntas es si el Vaticano continuará apostando por ejercer el rol de una institución mediadora ante las crisis políticas que se acentúan a nivel global, o si se sumará al giro conservador de la presente década, que ha tomado dimensiones globales.

Para el doctor en Historia y experto en Iglesia Católica, Marcial Sánchez, el papa Francisco representó un giro estratégico en la geopolítica vaticana, marcado por una clara voluntad de descentralización que buscó devolver la voz a la iglesia en el escenario global, al instalar temas como el cambio climático, la pobreza estructural, la migración, la justicia social en el centro de la discusión eclesial.

Por lo mismo, Sánchez califica como fundamental el reposicionamiento del Vaticano como un actor ético y moral en un mundo fragmentado.

“Considero que la Iglesia Católica, por su carácter supranacional, su estructura institucional y su precedencia en prácticamente todos los rincones del mundo, posee un potencial único para actuar como mediadora en conflictos. Francisco entendió esto y lo utilizó con audacia, como lo demuestran sus intervenciones en procesos de paz, por ejemplo, en Colombia; sus acercamientos al mundo islámico; su postura frente a las migraciones y a las desigualdades producidas por la globalización también refleja una conciencia geopolítica lúcida”, afirmó el historiador. 

En ese sentido, agregó “que una institución de esta envergadura abogue por los derechos de los migrantes, por la justicia climática y por el diálogo interreligioso, contribuye a legitimar su rol como conciencia crítica y puente entre los actores en conflicto”. 

“Un cónclave político”

Ya concluido el funeral de Jorge Mario Bergoglio, los ojos están puestos en el encuentro de los 133 cardenales menores de 80 años, quienes tendrán la misión de definir al próximo papa. Para quienes entienden los equilibrios de poder en el Vaticano, el devenir de la Iglesia Católica dependerá de las alianzas internas y de la figura que emerja como líder. 

Para Joaquín Silva, académico de la Facultad de Teología UC, es muy difícil hacer un pronóstico al respecto. En tal sentido, señaló que “la iglesia es mucho más que un papa, por importante que sea su figura, por decisivas que pudieran ser sus enseñanzas”. 

“Pienso que la alternativa hoy no está entre giros conservadores o progresistas. La cultura del abuso, desgraciadamente, ha sido la cultura tanto de conservadores como progresistas. El giro que hoy necesitamos es el de la conversión, de la renovación en el Espíritu del resucitado y, como ha insistido Francisco, ello se hace realidad cuando salimos de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás”, manifestó. 

Por su parte, Sánchez afirma que el próximo cónclave será “sin duda uno de los más determinantes de las últimas décadas”, donde más que un cónclave de carácter teológico-doctrinal va a ser más bien un cónclave político. 

“Francisco movió el eje de poder eclesial, amplió el colegio cardenalicio con una composición más diversa, geográfica y pastoralmente, y sembró ideas que tensionan el modelo tradicional de la Iglesia. Sin embargo, la Iglesia es una institución milenaria que convive con inercias conservadoras muy fuertes. (…) Lo que está claro es que Francisco abrió un ciclo de transformaciones que, aunque no se prolonguen tal como él las pensó, ya han dejado una huella irreversible”, indicó. 

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